Este cuadro de Zurbarán, "Defensa de Cádiz", ilustra perfectamente el objetivo y prioridad de nuestra asociación.

domingo, 21 de julio de 2013

UN LIBRO LIBERADOR

Rafael Sánchez Saus en el Diario de Cádiz el jueves 18 de Julio de 2013

LA vida está llena de felices casualidades, eso dicen, aunque muchos prefiramos ver en ello algo de mayor consistencia, pequeñas intervenciones de alguien que nos quiere bien. Cómo no pensarlo al encontrarme con que a uno de mis blogueros favoritos, Carlos López Díaz (Archipiélago Duda), le da por reseñar el libro que justamente estoy leyendo ahora. Este, Mitología materialista de la ciencia, es obra de Francisco J. Soler Gil, un filósofo tan agudo como brillante, capaz de estudiar y presentar las cuestiones más complejas con claridad y profundidad envidiables. López Díaz y Soler Gil, humanistas de amplísimo bagaje y formación, son, sin embargo, verdaderos outsiders de un sistema que reserva celosamente para los intelectuales bonitos todas las ventajas y galardones.

Mi felicidad no consistía sólo en ver súbitamente alumbrado por Carlos López el texto en que gozosamente me afano. Hay algo superior en estos hallazgos, un repentino sentirse miembro menor de una cofradía dispersa un poco por todas partes, cuyos encuentros más o menos fortuitos merecen siempre una celebración que haga justicia a la alegría que proporcionan. Dice Carlos del libro de Francisco José: "El volumen de Soler Gil es una impagable obra de caridad para todos aquellos que acostumbramos a clasificarnos "de letras", al ponernos al día sobre los debates más sofisticados en el terreno de la teoría de la evolución, de las neurociencias, la física cuántica y la cosmología, con pasmosa habilidad pedagógica". Pero la finalidad de la obra no es una simple actualización de conocimientos. La obra de caridad va más lejos, porque el autor se ha propuesto la audacia moral e intelectual de poner en cuestión "la tesis sencillamente falsa" de que los resultados de la ciencia actual abonan los presupuestos del viejo materialismo ateo, algo que dan por sentado las terminales de la cultura dominante que copan los medios de mayor influencia. Como demuestra Soler Gil, desde hace décadas más bien sucede lo contrario, que los nuevos argumentos ahondan la distancia entre los contenidos reales de las ciencias y la mitología materialista en la que estamos inmersos. Las pavorosas consecuencias para el hombre, su libertad y su destino, que conlleva esa imagen materialista del mundo nos hacen celebrar este libro como todo un acontecimiento liberador de las conciencias.

domingo, 14 de julio de 2013

BUITRES

Rafael Sánchez Saus, publicado en el Diario de Cádiz el 11 de Julio de 2013



ESTA mañana, sobre la alomada cresta del Verdugo, señor del gaditano Prado del Rey, se acumulan los buitres. Sólo desagradable en tierra y en los reportajes de La 2, el buitre es bello y majestuoso en vuelo, un vagabundo de grandes espacios que juega con el levante a ver quién llega más alto y más lejos. Las culturas antiguas y tradicionales eran y son ajenas a la repulsión que en Occidente nos suscita: para los egipcios representaba nada menos que la idea de la madre, vaya usted a saber por qué; los persas -nos cuenta Cirlot en su famoso diccionario de símbolos- exponían sus cadáveres en altas torres para que los buitres los devorasen y, de ese modo, propiciar su renacimiento, que ya hay que creer. Finalmente, los hindúes ven en ellos fuerzas espirituales protectoras que sustituyen a los padres -es de esperar que sólo a algunos, modelo Bretón- y los hacen emblema de abnegación y consejo. Ellos sí que saben.

Con tan multiculturales precedentes, no resultaría extraño que en España el buitre fuera siendo liberado de los ignorantes prejuicios que lo estigmatizan y se pueda convertir, poco a poco, en uno de nuestros símbolos tutelares. Basta leer las páginas inmortales de Rafael García Serrano -escritor al que se ha hecho desaparecer de la memoria, como al amor de su vida, la Falange, a fuerza de desprecio y ocultación- sobre los sanfermines de 1936 en su novela Plaza del Castillo, para darse cuenta de que el toro, no la juerga asociada, ya no es lo que era en Navarra ni en parte alguna de las Españas. El águila es hoy ave nefanda entre nosotros, retirada cuando no torpemente picada de escudos y fachadas. En cuanto al león, alegórico durante siglos de la Monarquía hispánica, desapareció justamente como imagen suya cuando ésta dejó de tener el sentido universal y católico que la sustentaba.

La cosa precede al símbolo y lo hace comprensible. Los españoles conocían y reverenciaban a leones, águilas y toros antes de que pueblos y reyes coincidiesen en elevarlos a emblemas superiores de la nación. Los buitres que hoy recrean la vista en Prado del Rey sólo comparten nombre con los que, a la espera del festín de sus despojos, se han adueñado de la bolsa, el honor y la esperanza de España, pero no se necesita más para llevar a las piedras armeras lo que ya está grabado en el alma resignada de un pueblo que ha entregado la cuchara.

sábado, 13 de julio de 2013

EL TRABAJO BIEN HECHO

Manuel de la Hera Pacheco, 12 de JUlio de 2013
Es muy duro ver a gente que no tiene trabajo, a pesar de su interés por tenerlo. He tenido amigos en esa situación a lo largo de mi vida y cada uno de ellos ha sido una persona herida moralmente y que ha tardado mucho tiempo en recuperarse después de haber conseguido un trabajo, incluso importante e interesante. La falta de trabajo causa daño al ser humano, incluso en aquellos que cuentan con una posición en la que el dinero no es el problema. En realidad, la falta de trabajo para cualquier persona es un daño moral que sufre, además de la carencia de recursos económicos. Eso es más que sabido, pero a pesar de ello cada vez hay más escasez de trabajo; más personas sufriendo por ello.
Voltaire (1694 - 1778) escribió algo sobre esta cuestión y a pesar del tiempo transcurrido y ser muy distintas las condiciones de vida en el mundo, creo que es interesante pensar sobre ello. Voltaire dejó dicho que : " El trabajo aleja tres grandes males: el aburrimiento, el vicio y la necesidad ". No andaba descaminado, ni mucho menos, ese personaje que ha dejado huella profunda en la Historia y en el Pensamiento. Cuando una persona no trabaja - aunque tenga un empleo interesante y bien remunerado - se pasa el tiempo sin tener la satisfacción del deber cumplido, de haber hecho todo cuanto su mente era y es capaz de acometer. Hoy día se dan bastantes casos, por todas partes, de falta de ilusión por hacer algo útil. El aburrimiento personal y el que transmite es sumamente perjudicial.
No quiero tratar los temas del vicio y de la necesidad; ya habrá ocasión en otro momento. Sí quiero insistir en la cuestión de la persona aburrida, de la que es incapaz de sentir el atractivo de tantas y tantas cuestiones que demandan atención y solución. Estas personas se encuentran en todos los niveles y, naturalmente, hacen tanto más daño cuanto más alto sea el puesto que ocupen en la sociedad. No debe ocuoar un puesto de responsabilidad alguien a quien eso de trabajar no le va. Hay quienes creen que tienen perfecto derecho a ese puesto por razones de amistad y hasta de lealtad a determinados principios o personas, pero que no le hablen de trabajo, pues no le gusta trabajar.
Ese tipo de personas hace daño a la sociedad, pues se aburren, no tienen capacidad para plantear cuestiones concretas después de haberlas estudiado detenidamente. Se aburren pero están a gusto con ese mal que padecen y que se transmite a la sociedad. Hoy día hay que estar muy enterado de la misión que debe cumplirse y eso lleva muchas horas de trabajo; toda la vida en el empeño de encontrar la mejor solución a la gran variedad de problemas que se plantean, Siempre hay una Comisión que examina y que pone de manifiesto el poco y mal trabajo realizado por esa persona aburrida. ¿Por qué no se espabila y trabaja a fondo, si es que sabe hacerlo?
No dudo de la existencia de personas de buena voluntad y de amor al trabajo; las :admiro de corazón y me sirven de ejemplo para continuar cada día con algo para hacer, para algo que proporcione salida a la presión del alma, del deseo de ser útil a otros, de iniciar en su ánimo una idea que pueda satisfacer al espíritu de concordia y de trabajo útil para los demás. Gracias a esas personas y a su buen espíritu se mantiene el deseo de trabajar y se trabaja por amor a la función que a toda persona corresponde: la del trabajo bien hecho con amor. Al menos intentarlo de verdad.

 

martes, 9 de julio de 2013

LA ENSEÑANZA DEL DOLOR

Manuel de la Hera Pacheco, 8 de Julio de 2013
 
¿Quién no ha sufrido algo en su vida, aunque ésta sea una vida joven, casi incipiente? Desde el nacimiento sufre algo el ser humano por mucha que sea la atención que con él se tenga. ¿Han leído ustedes esa barbaridad llevada a cabo por una madre que lanzó a un sumidero al hijo al que acababa de dar a luz?. Causa verdadero horror el conocimiento de ese hecho; horror y conmiseración porque esa madre ya no podrá olvidar lo que hizo en un momento en que todo su ser estaba dominado por el miedo a la vida. Siempre tendrá en su alma ese momento en el que perdió la sensibilidad materna, abriéndose en aquella una página a la que le dará miedo asomarse, pero que siempre estará abierta.
Cualquier persona que haya leído esa triste noticia habrá recibido, también, una enseñanza acerca de lo que es posible que ocurra en la vida humana; lo que le ocurra a los demás y también, ¿por qué no?, a uno mismo. La asignatura del dolor es la propia vida humana: está escrita y se sigue escribiendo, día a día, con la aportación de todos los seres humanos de todos los tiempos. Con cualquier persona con la que entables conversación se hablará del dolor en alguna de sus innumerables versiones y también de la forma de evitar que ese dolor concreto deje de asolar a la humanidad, aunque sea por un espacio de tiempo que nunca será ilimitado ¿Que ocurre ahora en Egipto y antes en Libia?
Se habla de lo que ocurre en todas partes y que los medios de comunicación nos han puesto al día, pero hay algo que es personal, algo que es la enseñanza del dolor del mundo; tanto de lugares a miles de kilómetros de distancia como de algo muy próximo a lo que se une lo que personalmente se puede sufrir, aunque sea muy pequeño en comparación a esas otras grandes tragedias humanas que cada día son noticia de algo duro y lamentable. Se aprende a sufrir, sufriendo todos esos horrores, más o menos lejanos, y se procura no llegar a caer en los mismos errores que motivaron esas desgracias colectivas. Se aprende a ser personas más responsables con la sociedad nacional e internacional.
Esa es la enseñanza que se nos ofrece minuto a minuto de cada día y desgraciadamente no se suele asimilar como sería de desear. Parece que no interesa lo que les pasa a los otros; si acaso queda como una imagen más o menos llamativa pero no llega a lo hondo del corazón y tampoco la inteligencia se toma la molestia de hacer un análisis de ello y calibrar las posibles consecuencias que para uno mismo pueda llegar a tener. Se toma, más bien, como una serie de misceláneas diarias, de pequeñas cosas que suceden en el ancho mundo y que no merecen atención especial. Nos engañamos a nosotros mismos, pues en lo más hondo de nuestro ser se habrá depositado un algo de ese dolor que sufre la humanidad. Aprendemos así aunque no sea esa la forma adecuada.
Un pensador alemán dejó dicho que: " El dolor es el gran maestro de los hombres (seres humanos), bajo su soplo crecen las almas." Así es la realidad, aunque la sociedad se preocupe de otras cosas que distraigan a las almas por medio de concentraciones masivas con las que se pretende la distracción de las gentes. Pero el ser humano tiene su tiempo de intimidad en el que el dolor se presenta tal cual es. Se le podrá atender adecuadamente o no, pero el dolor nos ofrece su enseñanza y nos hace más sensibles al sufrimiento de los demás y, en definitiva, nos hace verdaderamente humanos cuando ayudamos a los demás en su dolor.
 

domingo, 7 de julio de 2013

LOS FRUTOS DE UN PONTIFICADO

Rafael Sánchez Saus, publicado en el Diario de Cádiz el jueves 04 de Julio de 2013


Acien días escasos de la elección del papa Francisco, ha aparecido en las librerías una de las obras más interesantes que se hayan editado en España sobre el sentido profundo del pontificado de su antecesor, Benedicto XVI. Coordinado por Francisco José Contreras e Ignacio Sánchez Cámara, Hablando con el Papa recoge las reflexiones de cincuenta personalidades públicas españolas sobre otros tantos breves textos de Benedicto XVI. Lo más notable, a mi juicio, no es que gente tan variopinta y destacada como Gabriel Albiac, Jon Juaristi, José María Aznar, Francisco Vázquez, Cristina Losada, Manuel Pizarro, Inma Shara, Juan Miguel Villar Mir, Rafael Nadal, Mercedes Aroz, Alejandro Macarrón, Gádor Joya, Francisco Soler Gil, Xavi Hernández o José Antonio Ortega Lara, entre tantos otros -creyentes o agnósticos-, se hayan prestado a este ensayo, sino que todos y cada uno hayan podido encontrar en el magisterio del Papa algo que directamente les reclama y estimula. En el fondo, esta es la condición propia no sólo del Pontífice, también del intelectual. Tal vez la principal característica de Benedicto XVI, como señalan los coordinadores en la introducción del libro, ha sido la de "entablar un diálogo fecundo con la cultura increyente sobre las grandes cuestiones de nuestro tiempo" y, desde su gran sabiduría humana y espiritual, interpelar "a un Occidente en vías de rápida secularización con desafíos y preguntas que nos conciernen a todos, cualesquiera que sean nuestras creencias, pues atañen al sentido de la existencia humana".

Conforme se van leyendo textos y comentarios, muchos de ellos de extraordinaria calidad, emerge una y otra vez el que parece principal mensaje de Joseph Ratzinger y del catolicismo actual a quienes deseen escuchar: que la razón humana es digna de confianza porque el hombre es imagen de un Dios que es razón, Logos. Y que, por tanto, la razón permite el acceso al bien, la verdad y la belleza objetivas. Este mensaje de radical humanismo, de libertad y esperanza, de modernidad, en tiempos de eclosión de fes irracionales, de rechazo instintivo de los fundamentos que han hecho posible el despliegue de nuestra civilización, de oscuras amenazas sobre el futuro del hombre y de aparente triunfo de lo absurdo de la existencia, es el legado inapreciable de un Papa sabio y humilde que no debemos olvidar.

viernes, 5 de julio de 2013

LA BELLEZA ES POSIBLE, NO TODO ESTÁ PERDIDO

Manuel de la Hera Pacheco, 5 de Julio de 2013 
Vivimos una larga temporada de desencanto, de temor y de horror ante lo que viene sucediendo en el mundo. Es cierto que aún en esas condiciones el ser humano puede sobreponerse a esas tristes y lamentables crisis que afectan tanto a la vida material como a la del espíritu, pero ha de ser con una entrega firme a lo más noble que hay en su alma, trabajando en ocasiones contra corriente y poniendo en juego toda su capacidad. El ser humano es sensible, por naturaleza y va educándose a lo largo de su vida con todo cuanto llega a su conocimiento y su mente lo considera de acuerdo con los principios del amor, de la justicia, de la verdad en definitiva, pasando a constituir la calidad de su análisis.
Últimamente ha sido Egipto la nación que ha vivido un profunda crisis y todo hacía pensar que iba a terminar mal, pues los ánimos estaban muy tensos y con la gente en la calle. De momento se ha llegado a una solución, por medio de la intervención del Ejército, aunque la tensión parece que se mantiene, aunque de forma menos violenta. Situaciones como esa causan inquietud en el mundo pues se sabe la ligazón que existe entre grupos importantes de diversos países que están dispuestos, en principio, a luchar con las armas para que sus principios se impongan en grandes áreas, bastante pobladas, que, en cierta medida afectan a nuestra seguridad nacional y a las ideas de muchas personas.
En contraste con ese estado de cosas y otros que hablan de corrupción y falta de sentido justo de la forma de proceder, he tenido ocasión de ver - por medio de internet - una colección de cuadros pintados por Isabel Guerra, que es una monja de clausura en el Monasterio Cisterciense Santa Lucía, radicado en Zaragoza. A pesar de que conocía su obra desde bastantes años atrás, ésta nueva colección me ha hecho ver que la belleza es posible en este mundo en el que vemos tantas cosas trágicas y desagradables. Dura es la vida de mucha gente y se dan casos que son verdaderas tragedias, pero hay que mostrar la belleza, como lo hace la monja de clausura, como una aspiración del alma.
Es mucho lo que se sufre en nuestro país por la falta de trabajo y con un horizonte verdaderamente duro y comprendo que muchas personas están inmersas en el sufrimiento, por lo que parece un sarcasmo hablar de que la belleza es posible. Sin embargo es una realidad la existencia de la belleza aún en el dolor. Belleza es ver cómo se ayuda la gente a pesar de las necesidades que están padeciendo- Lo es, también, ver cómo un padre que pide a la puerta de algún templo se ocupa de sus cinco hijos, uno de ellos discapacitado. y de su mujer para que, por lo menos no pasen hambre. Es dura y triste esa imagen pero tiene la luz espléndida de la entrega de ese hombre.
Es la misma luz que embellece de forma serena las pinturas de la monja de clausura; es la luz de la esperanza y del amor a la gente que sufre y que está inmersa en situaciones difíciles. Hasta la Naturaleza presta su apoyo a esa necesidad de la belleza en el curso de la vida humana. La belleza existe y se la puede encontrar. La necesitamos sentir en nuestra alma para que nuestra actitud ante la vida sea justa y serena.

miércoles, 3 de julio de 2013

ESCENAS TRISTES EN LA VIDA

Manuel de la Hera Pacheco, escrito el lunes 1 de Julio de 2013
La calle, cualquier calle de cualquier Ciudad. nos muestra aspectos de la vida que merecen atención; nos enseñan la realidad del sufrimiento, la despreocupación de muchos con esa vida que algunos ( muchos también ) se ven obligados a adoptar y la separación de unos y otros, como si de castas diferentes se tratara, como si hubiera algunos genes que marcaran la desgracia, la infelicidad, la separación de clases humanas, la negación hasta de pequeños detalles de satisfacción personal, de esos que hacen desaparecer del rostro el rictus de la amargura. La calle está pidiendo que la observes con atención y, sobre todo, con el alma abierta de par en par para acoger, con cariño y gran respeto. todo ese conjunto de risas y de sufrimientos que en ella se dan más o menos simultáneamente.
El último día del mes de Junio, la calle estaba menos concurrida, a esa hora temprana de la mañana en la que se celebra la primera Misa del Domingo. A esa hora, en la que la gente suele ir deprisa porque va con el tiempo justo. ya había un hombre de raza negra en una de las puertas de acceso a una Cafetería. En la mano derecha sostenía un gorro como signo de petición de alguna moneda para poder satisfacer su hambre de la mañana. A veces se nos olvida que la gente pasa hambre y que tiene necesidad de comer algo que no es necesariamente un festín. Esta persona a la que me refiero procede de un país lejano y se ha acercado hasta nosotros - pasando un sin fin de calamidades y hasta riesgo de muerte - para que le ayudemos a vivir dignamente, como un ser humano, como usted o como cualquiera de los que pasan a su lado.
¿Cual es nuestra reacción? No me refiero a la de ese momento que pasas al lado de ese hombre que tiene hambre y te pide algo para comer, sino a nuestra forma de actuar en la política de relación con otras naciones. ¿Cómo se piensa solucionar ese grave problema de las emigraciones? ¿Cómo nos "ajustamos" en el mundo para que cualquier persona pueda vivir dignamente en su país? ¿Cómo los debemos acoger en su caso?. Ya sé que se piensa y se trabaja en ello, ¿pero a qué ritmo y con qué espíritu de solución eficaz? La gran mayoría de las personas solemos pensar primordialmente en nuestro problema personal y después en esos otros de carácter general; pero si pensamos con mucho cuidado y cariño en los nuestros no ha de ser menos en los de los demás. Es un deber de solidaridad.
Para completar el panorama, ésta misma mañana aunque algo más tarde que ayer, fui a solucionar unos asuntos, en mi misma calle, en la de la Cafetería que antes he citado, y pude observar cómo una mujer, bastante joven, removía con una varilla metálica larga las basuras existentes en un contenedor, y sacó de éste tres bolsas cerradas cuyo contenido pasó a examinar minuciosamente y seleccionando para sí misma lo que creyó conveniente que traspasó a un pequeño carrito que tenía a su lado. Un poco más allá cuatro o cinco chicas jóvenes charlaban alrededor de una mesa alta situada en la puerta de un Bar. El contraste no podía ser mayor. Ante el contenedor una mujer joven buscaba algo que pudiera serle de utilidad: era su trabajo. Al lado unas chicas jóvenes trataban de programar su día de veraneo.
Escenas tristes de la vida, esas dos que he relatado, que deben remover nuestras conciencias y hacernos más generosos - mujeres y hombres - en nuestra entrega a solucionar los problemas que existen en el mundo, aunque empecemos por los que vemos que hay en la calle que vivimos o que frecuentamos. Después el mundo espera algo más de la sensatez humana, a la que algo o mucho podemos y debemos contribuir. A todos nos esperan.