Este cuadro de Zurbarán, "Defensa de Cádiz", ilustra perfectamente el objetivo y prioridad de nuestra asociación.

miércoles, 25 de junio de 2014

REPÚBLICA Y EJEMPLARIDAD

Rafael Sánchez Saus, publicado en el Diario de Cádiz el jueves 5 de Junio de 2014


ASUSTA a los bienpensantes el auge del republicanismo en España sin tener en cuenta el carácter adventicio y coyuntural del sentimiento. Hace sólo unos años la República era considerada por casi todos el trasto más inútil del desván de la historia, algo inevitablemente ligado a las verrugas de Azaña y los botines de Alcalá-Zamora, a utopías anarco-comunistas y soflamas de orates. Luego vino lo que vino, no tanto la reciente crisis económica como el alud de basura que ha sepultado a las instituciones y dejado al descubierto la mentira que desde hace décadas ha ido corroyendo desde dentro la vida del país. Y así, creciendo a la sombra de las frustraciones de una juventud educada en la nostalgia de una República inexistente, un ideal antañón y desprestigiado se ha podido convertir para ella en el bálsamo de Fierabrás de todos los desgarros sociales, remedio taumatúrgico de la pura llaga que ha vuelto a ser España. A la Monarquía, en ese relato tan pueril como el programa de Podemos, se le reserva el papel de chivo expiatorio de todos los males colectivos, algo previsible desde el estallido de la crisis. 

A pesar de tantos pesares, la segunda mitad del siglo XX ha sido para España la época del gran salto adelante, la que nos ha permitido codearnos en igualdad de condiciones con ese mundo desarrollado que hace sólo un siglo parecía ajeno y cerrado para siempre. El gran pecado colectivo de estos últimos tiempos ha sido olvidar los principios de unidad, solidaridad y sacrificio que han hecho posible el milagro; en concreto de nuestros dirigentes, del Rey abajo, abandonar como un traje pasado de moda la ejemplaridad que permite exigir a los demás el cumplimiento de sus deberes, desde el pago de una simple tasa municipal al respeto a la Constitución. 

La atropellada abdicación del Rey ha sido la consecuencia de una decadencia física innegable, del creciente desafecto popular y de su incapacidad para hacer frente a una situación gravísima de desprestigio de la Corona y de descomposición de la nación. El príncipe Felipe hereda una difícil tarea, imposible si desde el primer día no se impone como primer deber el de recuperar la confianza de los españoles. La revolución que hoy espera y necesita España no es un cambio de bandera sino de costumbres. Sólo puede venir de arriba y comienza con la restauración de la ejemplaridad

jueves, 19 de junio de 2014

LA ESPERANZA Y LA AUSENCIA

Rafael Sánchez Saus, publicado en el Diario de Cádiz el jueves 19 de Junio de 2014


EL vértigo de los grandes acontecimientos, todos lo experimentamos, está ligado a la condición esperanzada de los seres humanos. Esperamos, propiamente nos pasamos la vida esperando, pero muy de tarde en tarde esas esperanzas más o menos gaseosas encuentran una razón objetiva, sólida, veraz, compartida. La Historia, hoy sí con mayúscula, deja de ser ese baúl de recuerdos de cosas que les pasaron a otros, y se nos muestra con toda su certeza: esto está sucediendo ahora y yo estoy aquí. Hoy nadie tiene que decirnos que estamos en un día histórico para que lo sepamos desde el canto del primer gallo. 

Hemos conocido el reinado de Felipe VI. Eso, todavía no podemos saberlo -de ahí el vértigo-, no es bueno ni malo: es histórico. No somos mitómanos, coleccionistas de sucedidos ni nada semejante, pero sí muy conscientes de que cada reinado en la larga historia de un viejo país que no puede contar sus años por venir desde tan lejos, ha tenido su personalidad, su clima propio, sus grandes y peores momentos, su nudo y su desenlace. 

Cada uno puede, está en su derecho, imaginarse un futuro a la medida de sus deseos, de sus ideas y manías. Y algunos ya han dado un paso adelante en estos días previos a la coronación pretendiendo condicionar, desde el mismo huevo, un tiempo venidero que todavía hoy, quizá tan sólo hoy, aún es de todos. Le llueven al nuevo Rey, desde las altas torres donde moran los acostumbrados a ganar todas las batallas de opinión, los consejos no solicitados y hasta alguna amenaza apenas velada. San Isidoro no dudó en escribir: Rex eris si recte facies; si non facias, non eris (serás Rey si actúas rectamente; si no, no lo serás). 

El obrar rectamente es aquí y ahora, para mucho gerifalte, que den satisfacción a sus pasiones, desvíos o meras ocurrencias. No para otra cosa quieren un rey o una república, tanto da. Pero hoy, a su pesar, es un día para la Historia General de España, la historia en la que todos los españoles, incluso los que están deseando dejar de serlo, cabemos con nuestra esperanza. 

Anotación final: cuando se entendía de estas cosas, no los reyes, los reinados se deseaban felices. Los reyes, entonces, podían curar imponiendo sus manos y sanar al reino mediante la justicia, pero nadie les hubiera exigido la felicidad del pueblo. Eso sólo se pedía a Dios. Hoy, el Expulsado, el gran Ausente.