Manuel de la Hera Pacheco, 12 de JUlio de 2013
Es muy duro ver a gente que no tiene trabajo, a pesar de su interés por tenerlo. He tenido amigos en esa situación a lo largo de mi vida y cada uno de ellos ha sido una persona herida moralmente y que ha tardado mucho tiempo en recuperarse después de haber conseguido un trabajo, incluso importante e interesante. La falta de trabajo causa daño al ser humano, incluso en aquellos que cuentan con una posición en la que el dinero no es el problema. En realidad, la falta de trabajo para cualquier persona es un daño moral que sufre, además de la carencia de recursos económicos. Eso es más que sabido, pero a pesar de ello cada vez hay más escasez de trabajo; más personas sufriendo por ello.
Voltaire (1694 - 1778) escribió algo sobre esta cuestión y a pesar del tiempo transcurrido y ser muy distintas las condiciones de vida en el mundo, creo que es interesante pensar sobre ello. Voltaire dejó dicho que : " El trabajo aleja tres grandes males: el aburrimiento, el vicio y la necesidad ". No andaba descaminado, ni mucho menos, ese personaje que ha dejado huella profunda en la Historia y en el Pensamiento. Cuando una persona no trabaja - aunque tenga un empleo interesante y bien remunerado - se pasa el tiempo sin tener la satisfacción del deber cumplido, de haber hecho todo cuanto su mente era y es capaz de acometer. Hoy día se dan bastantes casos, por todas partes, de falta de ilusión por hacer algo útil. El aburrimiento personal y el que transmite es sumamente perjudicial.
No quiero tratar los temas del vicio y de la necesidad; ya habrá ocasión en otro momento. Sí quiero insistir en la cuestión de la persona aburrida, de la que es incapaz de sentir el atractivo de tantas y tantas cuestiones que demandan atención y solución. Estas personas se encuentran en todos los niveles y, naturalmente, hacen tanto más daño cuanto más alto sea el puesto que ocupen en la sociedad. No debe ocuoar un puesto de responsabilidad alguien a quien eso de trabajar no le va. Hay quienes creen que tienen perfecto derecho a ese puesto por razones de amistad y hasta de lealtad a determinados principios o personas, pero que no le hablen de trabajo, pues no le gusta trabajar.
Ese tipo de personas hace daño a la sociedad, pues se aburren, no tienen capacidad para plantear cuestiones concretas después de haberlas estudiado detenidamente. Se aburren pero están a gusto con ese mal que padecen y que se transmite a la sociedad. Hoy día hay que estar muy enterado de la misión que debe cumplirse y eso lleva muchas horas de trabajo; toda la vida en el empeño de encontrar la mejor solución a la gran variedad de problemas que se plantean, Siempre hay una Comisión que examina y que pone de manifiesto el poco y mal trabajo realizado por esa persona aburrida. ¿Por qué no se espabila y trabaja a fondo, si es que sabe hacerlo?
No dudo de la existencia de personas de buena voluntad y de amor al trabajo; las :admiro de corazón y me sirven de ejemplo para continuar cada día con algo para hacer, para algo que proporcione salida a la presión del alma, del deseo de ser útil a otros, de iniciar en su ánimo una idea que pueda satisfacer al espíritu de concordia y de trabajo útil para los demás. Gracias a esas personas y a su buen espíritu se mantiene el deseo de trabajar y se trabaja por amor a la función que a toda persona corresponde: la del trabajo bien hecho con amor. Al menos intentarlo de verdad.
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