LA vida está llena de felices casualidades, eso dicen, aunque muchos prefiramos ver en ello algo de mayor consistencia, pequeñas intervenciones de alguien que nos quiere bien. Cómo no pensarlo al encontrarme con que a uno de mis blogueros favoritos, Carlos López Díaz (Archipiélago Duda), le da por reseñar el libro que justamente estoy leyendo ahora. Este, Mitología materialista de la ciencia, es obra de Francisco J. Soler Gil, un filósofo tan agudo como brillante, capaz de estudiar y presentar las cuestiones más complejas con claridad y profundidad envidiables. López Díaz y Soler Gil, humanistas de amplísimo bagaje y formación, son, sin embargo, verdaderos outsiders de un sistema que reserva celosamente para los intelectuales bonitos todas las ventajas y galardones.
Mi felicidad no consistía sólo en ver súbitamente alumbrado por Carlos López el texto en que gozosamente me afano. Hay algo superior en estos hallazgos, un repentino sentirse miembro menor de una cofradía dispersa un poco por todas partes, cuyos encuentros más o menos fortuitos merecen siempre una celebración que haga justicia a la alegría que proporcionan. Dice Carlos del libro de Francisco José: "El volumen de Soler Gil es una impagable obra de caridad para todos aquellos que acostumbramos a clasificarnos "de letras", al ponernos al día sobre los debates más sofisticados en el terreno de la teoría de la evolución, de las neurociencias, la física cuántica y la cosmología, con pasmosa habilidad pedagógica". Pero la finalidad de la obra no es una simple actualización de conocimientos. La obra de caridad va más lejos, porque el autor se ha propuesto la audacia moral e intelectual de poner en cuestión "la tesis sencillamente falsa" de que los resultados de la ciencia actual abonan los presupuestos del viejo materialismo ateo, algo que dan por sentado las terminales de la cultura dominante que copan los medios de mayor influencia. Como demuestra Soler Gil, desde hace décadas más bien sucede lo contrario, que los nuevos argumentos ahondan la distancia entre los contenidos reales de las ciencias y la mitología materialista en la que estamos inmersos. Las pavorosas consecuencias para el hombre, su libertad y su destino, que conlleva esa imagen materialista del mundo nos hacen celebrar este libro como todo un acontecimiento liberador de las conciencias.
Mi felicidad no consistía sólo en ver súbitamente alumbrado por Carlos López el texto en que gozosamente me afano. Hay algo superior en estos hallazgos, un repentino sentirse miembro menor de una cofradía dispersa un poco por todas partes, cuyos encuentros más o menos fortuitos merecen siempre una celebración que haga justicia a la alegría que proporcionan. Dice Carlos del libro de Francisco José: "El volumen de Soler Gil es una impagable obra de caridad para todos aquellos que acostumbramos a clasificarnos "de letras", al ponernos al día sobre los debates más sofisticados en el terreno de la teoría de la evolución, de las neurociencias, la física cuántica y la cosmología, con pasmosa habilidad pedagógica". Pero la finalidad de la obra no es una simple actualización de conocimientos. La obra de caridad va más lejos, porque el autor se ha propuesto la audacia moral e intelectual de poner en cuestión "la tesis sencillamente falsa" de que los resultados de la ciencia actual abonan los presupuestos del viejo materialismo ateo, algo que dan por sentado las terminales de la cultura dominante que copan los medios de mayor influencia. Como demuestra Soler Gil, desde hace décadas más bien sucede lo contrario, que los nuevos argumentos ahondan la distancia entre los contenidos reales de las ciencias y la mitología materialista en la que estamos inmersos. Las pavorosas consecuencias para el hombre, su libertad y su destino, que conlleva esa imagen materialista del mundo nos hacen celebrar este libro como todo un acontecimiento liberador de las conciencias.
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