Almirante Ángel Tafalla, publicado en LA RAZÓN.
Últimamente la política exterior del presidente Obama está
sufriendo toda suerte de graves reveses. Especialmente en Oriente Medio donde ni
la clase política norteamericana –ni nadie en general- está comprendiendo exactamente
lo que trata de hacer allí y el papel que a Irán se le pretende asignar en toda
esta dramática situación. El intentar explorar cual pudiera ser el objetivo
final de tan opaco presidente -en sus años finales de mandato- es la ambiciosa
finalidad de estas líneas.
El presidente Obama ha tenido que soportar que el Sr.
Netanyahu haya explicado al Congreso norteamericano su versión de porque está
totalmente equivocado en sus negociaciones con Irán para controlar su
producción de uranio militar. Y encima que esta presencia de un iluminado jefe
de gobierno israelí –obsesionado con ganar elecciones a cualquier precio- lo
haya sido por invitación del presidente republicano de la Cámara baja. Una
semana después de aquello pudo leer
–posiblemente con asombro e indignación- como 47 senadores de la oposición
publicaban una carta abierta dirigida teóricamente a los líderes iraníes
explicándoles que era inútil negociar con Obama sin su aprobación porque ellos
–que van a permanecer en el poder- y un nuevo presidente convertirán en papel
mojado cualquier acuerdo alcanzado. Todo esto va más allá del juego político
habitual y pudiera indicar que ni la oposición interna ni mucho menos el
gobierno israelí comprenden lo que Obama trata de conseguir en un clima de desconfianza
y animadversión general. En cierto modo ello nos puede retrotraer a los
españoles a los últimos tiempos del presidente Aznar cuando nuestra opinión pública
no entendió la finalidad de apoyar entonces a los norteamericanos en Irak; lo que con tanto éxito y falta de escrúpulos fue
explotado por la oposición socialista. Incomprensiones –en ambos casos-
originadas por la falta de explicaciones a los futuros votantes.
El modelo de estabilidad estratégica que Occidente -primero
el Reino Unido y tras su agotamiento los EEUU- ha tratado de imponer en Oriente
Medio se ha basado en una presencia militar y naval avanzada pero apoyándose en
una única potencia local hegemónica a nivel regional. Inicialmente esta última
fue el Irán del Shah, pero tras la revolución de los ayatolas, Arabia Saudí
heredo este informal título.
Arabia Saudí desempeñaba además otros dos papeles, esta vez a
nivel mundial: el de custodio de los lugares más sagrados para los musulmanes y
el de árbitro de los precios internacionales del crudo -de la energía- que
todos necesitamos. Por todo ello se le “perdono”, o al menos se trató de
soslayar su apoyo a un integrismo islamista antioccidental wahabista ejecutado
con notable cinismo. Pero con las nuevas técnicas de extracción de crudo y gas,
la llave de los precios de la energía ya no está en las manos de Arabia Saudí,
no al menos en el grado absoluto del pasado.
Quizás –y es tan solo una hipótesis- lo que la administración
Obama esté intentando –ciertamente sin la debida pedagogía en la líneas propias
y aliadas- sea sustituir el agotado papel de un único hegemon local, por un
equilibrio de al menos dos potencias regionales rivales –Irán y Arabia Saudí-
con aportaciones estratégicas complementarias de Turquía y Egipto. Equilibrio
antagónico, llegando incluso a ocasionales enfrentamientos armados, como los
actuales en Yemen. Pero equilibrio el de ahora, sin ningún garante occidental, pues
ya que no es imprescindible al no estar en la región la llave del
precio de la energía.
Turquía se debate en una polémica interna acerca del papel de
los kurdos –de los “suyos” y los otros- a la vez que el recuerdo del Imperio
otomano empaña sus iniciativas con los árabes. Egipto gasta gran parte de sus
energías en combatir sus demonios internos lo que le resta proyección externa.
Quizás sea este equilibrio lo que trata de conseguir antes de
que suene la campana, un presidente norteamericano que siempre ha rehuido los
enfrentamientos militares directos mientras practicaba con ciberataques, drones
u operaciones especiales todas sus opciones de fuerza. Especialista en
retiradas.
Pero para que Iran pueda desempeñar el papel de contrapeso en
esta hipotética balanza estratégica del Oriente Medio le hace falta despojarse
de la percepción desde el otro platillo de que está tratando de dotarse de
armas nucleares. Sin esto el equilibrio no es posible; el nuevo paradigma no
funcionara. Por eso las actuales negociaciones con Irán son vitales para tratar
de posibilitar una tercera y final retirada norteamericana y atentados como el
de Túnez –pese a su relevancia mediática- influyen menos que los de Yemen o el reciente deterioro de
las expectativas en Palestina.
¿Sera esta la finalidad estratégica de un hermético presidente
que ve como se agotan sus últimos años con un Congreso en manos de una
oposición que usa sus fuertes prerrogativas
constitucionales para plantearle crecientes y graves problemas de credibilidad
en su política exterior? Solo caben especulaciones ante un presidente que usa
unas admirables dotes retoricas para ocultar unos fines ciertamente opacos.
En la política exterior –como en la guerra-el que no te
entiendan los de enfrente puede llegar a ser bueno. Pero el que no te comprendan
los tuyos suele dar peores resultados. Sobre todo si luego van y votan y
después, encima, escriben la Historia.
Solo hay una posición para liderar, Presidente Obama, delante, desde donde te puedan
ver y entender los amigos.
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