Este cuadro de Zurbarán, "Defensa de Cádiz", ilustra perfectamente el objetivo y prioridad de nuestra asociación.

martes, 23 de agosto de 2011

EL TIEMPO DE LA IGLESIA

HABLANDO EN EL DESIERTO

Francisco Bejarano | Publicado el 23.08.2011 en el Diario de Cádiz




ES inútil combatir el catolicismo contándonos su historia temporal. La visita del Papa ha sacado a relucir todos los excesos y oscuridades de sus dos mil años de existencia, como si no hubiera institución con muchos menos siglos que no los tuviera, o como si aún viviéramos en el sáeculum obscúrum con Marozia gobernando la Iglesia a través de un papa niño, hijo suyo, lo que dio pie a la leyenda de la papisa Juana, o se exhumara a otro papa para ser juzgado y depuesto como se hizo con Formoso, gran escándalo incluso en una Cristiandad semibárbara. No se ha hablado de estas interesantes adaptaciones de la Iglesia a su tiempo, y tampoco mucho de Galileo. Hace unos años, con motivo de algún aniversario galileano, no faltaron historiadores que salieran al paso de la leyenda del martirio del astrónomo, inventado por los antipapistas anglicanos en el siglo XVIII y divulgado en España por los ilustrados librepensadores.


Como era de esperar, laicistas y anticlericales, dinosaurios sobrevivientes, han hablado mucho de las Cruzadas y de la Inquisición, al par que se contradecían pidiendo que la Iglesia se adapte a estos tiempos. Los errores de la Historia no son exactamente errores porque la Historia no los puede cometer. Las Cruzadas y la Inquisición fueron adaptaciones a su tiempo de la Iglesia, una tentación que, por lo general y con altibajos, ha resistido bien siempre. Las Cruzadas fueron muy populares. La Iglesia y los príncipes cristianos quisieron adular al pueblo proponiéndole rescatar los Santos Lugares de la infiel morisma que nos los había arrebatado. El análisis marxista que se hace de las Cruzadas está torcido: es verdad que fueron caballeros de fortuna buscando tierras, pero también hubo mucho de idealismo y espiritualidad en las empresas. Contrastar la información que hallamos en los libros es un ejercicio inteligente.


La Inquisición fue otro tributo al tiempo. La Iglesia venció la resistencia de los poderosos, que no querían un tribunal exento, para halagar una vez más el antisemitismo y el odio a los herejes del pueblo y del bajo clero. Los príncipes estaban en la creación del Estado moderno, la unión de reinos dependía en gran parte de la unidad religiosa y se disponían a conseguirla como fuera. La Iglesia creó un tribunal más benévolo que los civiles de la época para garantizar que la disidencia religiosa, que entonces era disidencia política, tuviera garantías procesales. (La tortura se aplicaba en todos los tribunales y no la cuestionaba nadie.) Tanto fue así que delincuentes comunes se declaraban herejes para ser trasladados a las cárceles de la Inquisición. El precio que pagó la Iglesia por adaptarse a su tiempo aún colea. Eso es lo que piden sus enemigos, que se adapte a estos tiempos, a la decadencia y al suicidio de Occidente, y que pierda su función espiritual para el hombre de todos los tiempos, que es de lo que se trata.

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