Editorial de El País (21/12/2011)
Mariano Rajoy fue elegido ayer presidente del Gobierno con los votos de su partido y el único refuerzo de los diputados de UPN y el Foro Asturias, hasta sumar 187. Votaron en contra, además de los socialistas, IU y UPyD, todos los partidos nacionalistas menos el PNV, Amaiur y Coalición Canaria, que se abstuvieron.
El rechazo más llamativo fue el de CiU (16 escaños), partido que tiene acuerdos con el PP en decenas de municipios y en la Diputación de Barcelona, dio vía libre con su abstención a los Presupuestos de la Generalitat de 2011 y está negociando su respaldo a los de 2012, que se presentaron ayer. La sintonía entre Duran y Rajoy respecto a las medidas económicas hacía prever al menos una abstención nacionalista; sin embargo, la falta de receptividad de Rajoy a las principales demandas de CiU en financiación (pacto fiscal y pago de cantidades pendientes) inclinó el voto hacia el no.
Puede ser un signo de la diferencia entre tener o no mayoría absoluta. Rajoy desea, y tal vez necesite políticamente, legitimar sus medidas de ajuste con el respaldo de otras formaciones; CiU era el candidato más obvio a prestar ese servicio, pero Rajoy no está agobiado por el temor a quedar en minoría y además cuenta con la negativa percepción por la opinión pública española de los acuerdos con los nacionalistas en las dos últimas legislaturas. Pero un síntoma de la crisis política actual es precisamente la distinta percepción de ciertas cuestiones en Cataluña (y en Euskadi) y en el conjunto de España.
El portavoz del PNV invocó esa diferente visión para reclamar la implicación del PP en el proceso de fin definitivo del terrorismo, cuyos rescoldos persisten, dijo, en forma de intimidación en las pequeñas localidades. Erkoreka obtuvo el compromiso de Rajoy de considerar al PNV interlocutor permanente sobre esa cuestión. Algo que no consiguió Amaiur pese a su abstención (explicada por uno de sus diputados como desinterés).
Su portavoz, Iñaki Antigüedad, habló del "conflicto político", sin citar a ETA, y Rajoy le respondió recordando los asesinatos de la banda en víspera de las anteriores elecciones; y frente a la afirmación de Rajoy de que toda idea es defendible si se hace por medios democráticos, el portavoz recordó que la secretaría general del PP había excluido de la ronda de contactos previos a la investidura a Amaiur por defender "proyectos que no caben en la Constitución". Fue un intercambio en tono grave pero sin estridencias. Antigüedad dijo a la salida que su formación defiende que el cambio de marco solo será planteado si hay una mayoría clara a favor, lo que excluye la imposición. Pero no respondió al emplazamiento sobre la disolución de ETA.
Una conclusión del debate de ayer fue que la mayor representación de los partidos nacionalistas (y otros minoritarios) no aumenta su influencia política en situaciones de mayoría absoluta. La experiencia también dice que esa mayoría es a veces un blindaje que impide percibir lo que ocurre fuera del Parlamento.
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