Por Jose Antoni Zarzalejos
Publicado en El Confidencial (07/03/2012)
En el Partido Socialista cunde el desaliento. Fin de semana horribilis según se comenta en Ferraz: Tomás Gómez bate a la rubalcabista Pilar Sánchez-Acera en el congreso regional del PSM (y ya van dos veces en las que invictus moja la oreja al ahora secretario general del PSOE), y el diario El País -alineado con Rubalcaba frente a Chacón- publica una encuesta según la cual el PP ganaría con más holgura hoy que el 20-N, y Rubalcaba no sólo es desaprobado por el 52% de los consultados, sino que, además, nada menos que el 75% dice tener poca o ninguna confianza en el dirigente socialista, registros peores que los del presidente del Gobierno. Y no recuperado el secretario general socialista de estos dos reveses, el lunes aparecen en varios medios los presuntos manejos corruptos (concesiones irregulares de créditos) en la andaluza Invercaria que complican más la vida al PSOE de Andalucía porque se añaden al escándalo de los ERE. Y ayer, para que nada falte, la probidad de José Blanco -gran aliado de Rubalcaba- quedó en cuestión por el conocimiento de parte de las diligencias judiciales que apuntan al ex ministro como un conseguidor en el llamado caso Campeón en presunto beneficio propio o del partido.
Durante los días anteriores, las noticias no fueron mejores para ex vicepresidente del Gobierno. Según el Euskobarómetro -el método demoscópico más acreditado en el País Vasco, dirigido por el catedrático Francisco Llera, publicado el pasado sábado- el Partido Socialista de Euskadi pasaría en unas elecciones autonómicas (se celebrarán en menos de un año) del 30,70% de 2009 a una estimación de voto de sólo el 18,3% en 2013, reduciendo su representación de 25 escaños a 16, lo que, de suceder, resultaría una auténtica debacle. Esta evolución negativa del PSE es especialmente peligrosa para Rubalcaba porque el secretario general del PSOE tuvo la pésima idea de encomendar a Patxi López, ahora lendakari, la secretaría ejecutiva de relaciones políticas. Si el año que viene López se desploma como auguran las encuestas, el delfín de Rubalcaba -y el propio secretario general- quedarían en evidencia.
En estas circunstancias, los peones de Carme Chacón plantearían de nuevo y anticipadamente la batalla de una gestora primero y un congreso extraordinario después para sustituir a Rubalcaba
Tampoco en Cataluña las cosas pintan mejor. Según la encuesta del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat, publicada el pasado sábado, el PSC perdería dos puntos de voto y cedería así tres escaños, pasando de 28 a 25 en el Parlamento catalán, mientras CiU y PP mantendrían sus apoyos con ligeros incrementos, avanzando posiciones tanto Ciudadanos como ERC. La federación nacionalista sopesa la posibilidad de adelantar las catalanas para absorber la ventaja que registra en la actualidad y mejorar posiciones para plantear el pacto fiscal catalán. Si a este panorama en Cataluña se une la enorme división del PSOE en la comunidad valenciana en donde su actual secretario general -Jorge Alarte, también rubalcabista- podría ser barrido por el sector crítico, se llega a la sencilla conclusión de que la victoria de Rubalcaba en el 38º Congreso del PSOE celebrado en Sevilla fue auténticamente pírrica.
Por otra parte, la opción del actual secretario general del PSOE de unir su suerte a la de las Centrales Sindicales que acarician la convocatoria de una huelga general, es igualmente perdedora. Según El País, nada menos que el 67% de los consultados en su encuesta publicada el pasado domingo considera que “la protesta empeoraría aún más la situación económica”. Los socialistas, sin embargo, secundarán la movilización del 11-M (tratan de agitar el imaginario colectivo que esa fecha representa en la sociedad española en su vertiente de agitación contra el PP), aún a riesgo de confundirse de manera rotunda.
Una derrota -muy probable, aunque no plenamente segura- en Andalucía, con mayoría absoluta de los populares, y un mal resultado en Asturias -por detrás del PP que fue la primera fuerza política el pasado 20-N- dejarían al PSOE en la situación más postergada de su historia en democracia. Y la disidencia a la actual dirección -en Galicia está también fraguándose- se generalizaría. Caído así el PSOE, su secretario general no aguantaría, le faltaría el oxígeno, especialmente si, como es de prever, Mariano Rajoy saca adelante los Presupuestos Generales del Estado sin objeción seria de la UE, después de que el presidente del Gobierno le haya arrebatado al propio Rubalcaba su discurso sobre flexibilización del déficit, la dación en pago, el recorte de sueldos de gestores financieros y en empresas públicas y el sistema paliativo contra la morosidad en las Administraciones públicas. Josep Borrell y José Bono se han encargado de zaherir a Zapatero -y a Rubalcaba- por no haber adoptado esas medidas mientras gobernaron.
En estas circunstancias, los peones de Carme Chacón -que serían más numerosos que en Sevilla porque en varias comunidades autónomas los chaconistas estarían al frente del partido- plantearían de nuevo y anticipadamente la batalla de una gestora primero y un congreso extraordinario después para sustituir a Rubalcaba. Cuyas opciones para ser el candidato socialista a la presidencia del Gobierno en 2015 -con primarias de por medio- comienzan a resultar tan inverosímiles como las de Patxi López. El próximo día 25 no sólo será la hora de Andalucía y de Asturias. También la de comprobar si la caída del PSOE quiebra el soporte de su secretario general, lo cual parece más que probable en los propios análisis de la dirección del partido. Rubalcaba -quién lo iba a decir- presenta ya el perfil no de un perdedor, sino de un derrotado.
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