(Rafael Román, publicado en el Diario de Cádiz el 28.11.2012)
Los ríos de tinta de la de antes -la que te deja rastro en los dedos- y la más moderna de los medios digitales -que sólo te lo dejan huella en el corazón- no cesan de fluir con lo que sucederá en Cataluña. Un comentarista notable como Enric Juliana, autor del libro Modesta España y subdirector de La Vanguardia resumía lo pasado con un titular sorprendente: Gana España. Luego, se extendía diciendo que el actual statu quo español ha ganado las elecciones por un largo, larguísimo periodo histórico y añadía que nada verdaderamente inquietante para el orden vigente va a suceder en Cataluña en los próximos años.
Esas elecciones han sido un despropósito, por innecesarias, por oportunistas y porque lo urgente y necesario es tratar de conseguir una salida de la crisis que es lo que precisa la población, porque el paro galopante y las facturas no pagadas no esperan. Otra visión la da Joan Ridao, de Esquerra Republicana, sostenía que puede ser reduccionista y un autoengaño juzgar la impronta soberanista por el retroceso de Convergencia y Unión, aunque no será un proceso clásico, con partido y líder único, pero que se llevará adelante. Sólo varía la correlación de fuerzas entre ellos. Para que no nos hagamos ilusiones el resto de los españoles.
No me quedo ni con una ni con otra.. La verdad es nadie puede saber cual va a ser la deriva de todo este embrollo político, típico de cuando la política se olvida de los ciudadanos de carne y hueso para establecer marcos de actuación que conviene a una ciudadanía teórica a la que previamente se le ha mostrado el señuelo de un mundo nuevo, sin España, en el que todo va bien sin la madrastra explotadora y depredadora, aunque Antoni Zabala, antiguo Secretario de Estado de Hacienda ha demostrado la falacia de las balanzas fiscales presentadas por los nacionalistas.
No va a ser fácil salir de esto. La reforma de la Constitución la ha planteado ya la exministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, con la adopción de una acabada estructura federal y la ha sostenido también Diego López Garrido en Cádiz en su entrada en el Ateneo Gaditano. Sostenía que ya dos tercios de los españoles de hoy no la votaron y los problemas sociales obligan a constitucionalizar pensiones, seguridad social, vivienda y sanidad. La reforma del sistema electoral para darles más poder a los ciudadanos sobre los partidos y arreglar la financiación autonómica y el encaje de Cataluña entre otras asignaturas pendientes.
La crisis ha puesto sobre el tapete problemas que parecían olvidados en España. Y han llegado para quedarse bastantes años, mal que nos duela reconocerlo, porque el ajuste que vivimos se está haciendo bajando salarios y disminuyendo plantillas. Mucho sufrimiento por delante por tanto. Fue Rosa Luxemburgo la que escribió Reforma o Revolución en 1899 para posicionarse sobre el gradualismo o no en el cambio político, desde el marxismo. Ha transcurrido mucho tiempo, pero el inmovilismo no nos salvará de la situación en la que nos encontramos.
Esas elecciones han sido un despropósito, por innecesarias, por oportunistas y porque lo urgente y necesario es tratar de conseguir una salida de la crisis que es lo que precisa la población, porque el paro galopante y las facturas no pagadas no esperan. Otra visión la da Joan Ridao, de Esquerra Republicana, sostenía que puede ser reduccionista y un autoengaño juzgar la impronta soberanista por el retroceso de Convergencia y Unión, aunque no será un proceso clásico, con partido y líder único, pero que se llevará adelante. Sólo varía la correlación de fuerzas entre ellos. Para que no nos hagamos ilusiones el resto de los españoles.
No me quedo ni con una ni con otra.. La verdad es nadie puede saber cual va a ser la deriva de todo este embrollo político, típico de cuando la política se olvida de los ciudadanos de carne y hueso para establecer marcos de actuación que conviene a una ciudadanía teórica a la que previamente se le ha mostrado el señuelo de un mundo nuevo, sin España, en el que todo va bien sin la madrastra explotadora y depredadora, aunque Antoni Zabala, antiguo Secretario de Estado de Hacienda ha demostrado la falacia de las balanzas fiscales presentadas por los nacionalistas.
No va a ser fácil salir de esto. La reforma de la Constitución la ha planteado ya la exministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, con la adopción de una acabada estructura federal y la ha sostenido también Diego López Garrido en Cádiz en su entrada en el Ateneo Gaditano. Sostenía que ya dos tercios de los españoles de hoy no la votaron y los problemas sociales obligan a constitucionalizar pensiones, seguridad social, vivienda y sanidad. La reforma del sistema electoral para darles más poder a los ciudadanos sobre los partidos y arreglar la financiación autonómica y el encaje de Cataluña entre otras asignaturas pendientes.
La crisis ha puesto sobre el tapete problemas que parecían olvidados en España. Y han llegado para quedarse bastantes años, mal que nos duela reconocerlo, porque el ajuste que vivimos se está haciendo bajando salarios y disminuyendo plantillas. Mucho sufrimiento por delante por tanto. Fue Rosa Luxemburgo la que escribió Reforma o Revolución en 1899 para posicionarse sobre el gradualismo o no en el cambio político, desde el marxismo. Ha transcurrido mucho tiempo, pero el inmovilismo no nos salvará de la situación en la que nos encontramos.
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