Editorial El País (02/08/2011)
El acuerdo in extremis en Estados Unidos entre demócratas y republicanos para elevar el techo de la deuda, pendiente de la aprobación la pasada madrugada por las Cámaras, salva el normal funcionamiento de la economía estadounidense hasta 2013, durante la legislatura de Barack Obama, pero transmite el mensaje de que la política radical que propone el núcleo del partido republicano, el Tea Party, será un obstáculo para la gestión anticrisis de Washington. El acuerdo salva el presente, puesto que evita la suspensión de pagos del país, pero compromete el futuro.
Obama ha perdido contra los republicanos. Él mismo lo admite cuando proclama que "este no es el acuerdo que hubiera preferido". El techo de deuda se amplía en unos dos billones de dólares; pero la condición republicana es que el recorte del déficit presupuestario ha de ser superior al margen de endeudamiento. Por añadidura, los republicanos (más exactamente, el Tea Party, su núcleo más activo en esta negociación) se niegan a que la contención del déficit incluya un aumento de impuestos a las rentas más altas. El pacto evita el impago hasta 2013, pero compromete la política económica del presidente.
Porque las condiciones impuestas por los republicanos debilitan gravemente los fundamentos del país para iniciar una recuperación fuerte y sostenida. Las restricciones fiscales evitarán la reactivación económica y ralentizarán el crecimiento (la previsión para 2011 es apenas del 2,5%) y el empleo (la tasa de paro difícilmente bajará del 9%). Si la expansión monetaria de Ben Bernanke ya había sido puesta en entredicho por el Fondo Monetario Internacional (FMI), las horcas caudinas por las que se ha visto obligado a pasar Barack Obama bajo la mirada triunfal de los republicanos acabarán por arruinar la efectividad de la política fiscal.
Los mercados percibieron esta contradicción. Si bien al empezar la jornada reaccionaron con una cierta euforia al anuncio del acuerdo, después advirtieron que la economía estadounidense no reacciona y que las drásticas limitaciones presupuestarias que implica el pacto de la deuda lastrarán el crecimiento (por tanto, la capacidad para devolver la deuda), y enfriaron el entusiasmo. En los puntos más débiles del sistema financiero las pérdidas fueron importantes. En España, el Ibex se hundió el 3,24% y la prima de riesgo alcanzó los 370 puntos básicos.
Estados Unidos se encuentra en estos momentos dentro de la misma trampa básica que el Viejo Continente. Como en tantos países europeos, para evitar la suspensión de pagos, es necesario aplicar ajustes fiscales (en este caso producto de un pacto político interno) cuya consecuencia es limitar el crecimiento. Estados Unidos no es Europa, por supuesto. Su estructura financiera interior y exterior le permite un margen de maniobra mayor. Pero el acuerdo compromete su crecimiento y su empleo. Está fundado, pues, el temor a que las agencias de calificación degraden la deuda norteamericana.
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