Este cuadro de Zurbarán, "Defensa de Cádiz", ilustra perfectamente el objetivo y prioridad de nuestra asociación.

lunes, 17 de octubre de 2011

Regeneracionismo ¡¡ya!! No al realismo político puro y duro

Publicado en El Confidencial (15/10/2011)

¿Presente? ¿Esperanza? ¿Futuro? Anda el personal, a través de la escritura con la 'Inoxcrom del Siglo XXI', entre concienzudos (o desde la simple y libre opinión) análisis y propuestas, enzarzado en interminables debates entre lo divino y lo humano, en busca del 'fierabrás', que cure nuestros males.

La gran mayoría se decanta entre la teorización, lo filosófico, lo retórico. Se hacen loas desde el optimismo, el idealismo, lo utópico. ¡Lo que se tenga a mano con tal de encontrar una salida a tan largo y tenebroso túnel! ¿Y por qué no? Pues también tienen razón.

Luego están (no se crean que tantos) los que consideran (estoy apuntado) que sí, que vale, que todo eso no está mal, pero como que “para tiempos de paz”. Estaríamos desde los supuestos y situaciones del: “Hoy paz, y mañana gloria”.

Por desgracia para nosotros, lo que tenemos es algo que requiere mucho más. Algo más contundente, definitivo, rompedor. Algo que no se nos quede en el “pan para hoy, hambre para mañana”.

Lo que tenemos instalado, para colmo de nuestras desgracias, y no sólo a nivel nacional sino en el 'mundo mundial', es lo que se ha venido en denominar pragmatismo. Es decir, el realismo político puro y duro, que por supuesto nada tiene que ver con la utilización del mismo en aras a conseguir un bienestar común.

¡Tranquilos! ¡Tranquilos! No les voy a traer a colación los seis principios de Morgenthau sobre la materia. Ni el tan seguido e influyente realismo cristiano de Reinhold Niebuhr, ni cualquier otra teoría. Lo decía al principio: son malos tiempos para la lírica.

Permítanme sólo este apunte que hago como aportación para mejor conocimiento del término. “El realismo político no requiere de ideales políticos o principios morales y exige una nítida diferenciación entre lo deseable y lo posible. Como lo deseable no siempre es posible sin hacer cambios en el sistema, el realismo político mantiene el control de los cambios y por ende del desarrollo social”.

La solución a nuestros males se supone que, al ser comunes, debería conllevar otras prácticas distintas a las de ese realismo vigente. Pero no es así. Y de ahí ese "sálvese quien pueda". Individual, nunca colectivo (la supervivencia nacional). El concepto de interés nacional, tanto en la toma de decisiones de política interna como externa, es lo que define su razón de ser y de ostentar el poder. Lo estamos comprobando en nuestra cotidianidad. EEUU y sus protectores aranceles en su día, Alemania y Francia decidiendo por 27 países, porque sus intereses nacionales están más que en peligro.

Dejemos ese bosquejo internacional, que aunque nos atañe está lejos de ser “nuestra guerra”. Entre otras poderosas razones porque ni se nos tiene en cuenta a la hora de cualquier decisión ni somos país soberano en materia económica, y sí en cambio somos quienes aportamos una gran losa económico-laboral que aporta mucho de lo negativo de la actual crisis de la UE. ¡Ríanse del “problemilla” griego!

El 20N nos jugamos mucho, muchísimo. Me atrevería a decir que todo. Hasta el punto de considerar esas elecciones generales como las elecciones más importantes habidas en España desde aquel lejano 1977. Nos estamos jugando, simplemente, nuestro futuro.

¿Les suena “el fin justifica los medios? ¿Les suena eso de lo perverso y lo astuto en política? ¿Les suena?: “El control de una parte de la sociedad por otra, es la esencia de la política?" ¿Les suena?: “Los hombres son tan simples y de tal manera obedecen a las necesidades del momento, que aquel que engaña encontrará siempre quien se deje engañar?"

Eso que han leído son algunas de las esencias en las que se basa tan “idílica y democrática” manera de ejercer “eso” de la política. Es el maquiavélico realismo político en su estado natural. Esencias que hemos visto aplicadas en nuestro entorno nacional. Por exponer dos ejemplos más que significativos:

“Dirás y harás muchas más cosas que me helarán la sangre”.

“La justicia hay que aplicarla, según la jugada”.


O aquel axioma que algún partido político lleva en el frontispicio de su devenir político y que utiliza como hoja de ruta: “No importa que el gato sea blanco o sea negro, lo que importa es que cace ratones”.

Efectivamente. Así es. Y en eso es en lo que estamos instalados. Dinamitados los idealismos, lo ético, lo digno, lo honrado, el interés colectivo, la filosofía humanista en nuestras vidas, nos hemos visto abocados (por la fuerza del 'poder maquiavélico', nunca por la fuerza de la razón democrática) a que nuestro presente y nuestro futuro estén al albur de lo pragmático y del realismo político en su más pura y dura esencia.

¿Pero alguna opción nos quedará? Sí, la que demostramos cada día y que se queda en el eterno, sosegado, sumiso y claudicante lamento. ¿No hay nada más? Pues me temo que no. Las rebeliones y foros cívicos han sido maquiavélicamente aniquilados. Se torpedean y boicotean los emergentes, y los que siguen al 'pie del cañón' se debaten entre la voz que clama en el desierto y el hacemos cuanto podemos pero no llegamos. El pragmático realismo político 'nacional-canovista' se ha adueñado de todo. Hoy por ti, mañana por mí.

“Los fierabrás, las pócimas, los mejunjes” existentes se ha comprobado por activa y por pasiva, que no son curativos. El afianzamiento, el asentamiento de nuestros males, es de tal calibre que se duda haya remedio que erradique sus devastadores resultados. Estamos abocados, por nuestra inanidad, sumisión y claudicación a que el mal acabe necrótico. ¿Por qué ese dejar hacer? ¿Por qué mirar hacia el otro lado? Quizás, porque nuestra cultura democrática es inexistente. No estamos acostumbrados a exigir nuestros derechos y libertades. Siempre hubo quien resolvió por nuestra cuenta. Lo nuestro es esconder nuestras cobardías y miserias entre la multitud. Lo nuestro es el: ¡que nos lo arreglen ellos!

Se nos condena al 'mal menor' o al “es lo que mejor que tenemos a mano”. Y eso me temo va a quedar siendo nuestro sino. La resignación cristiana (los laicos la llevan en vena) como única salida ¡Pues qué bien! Y lo entiendo. ¿Eso es todo a lo que podemos aspirar? Claro que 'en la otra trinchera', en todo un detalle (¿sabrían que iba a escribir sobre la materia?), recogen en el documento marco de la Conferencia Política que han celebrado estos días, toda una tesis doctoral en la que poder comprobar eso del realismo político. ¿Maquiavelo a su lado? Un becario.

Mira que si en vez de esta actitud nos da por sacar la dignidad personal y ciudadana a pasear, y acabamos por decir que no estamos dispuestos al 'vuelva Vd. mañana', a servir de coartada de golfos y vividores. Mira que si nos da por decirles a quienes nos quieren vender su mercancía que sí que puede que se la compremos, pero que como que preferimos nos muestren los contenidos, toda vez que los envases que los envuelven, tienen pinta de estar caducados. Que puede que les compremos cuanto nos ofrecen, pero que de pago por adelantado como que no.

Se dice que el PP gobernará España a partir del 2012. Se juegan, nos jugamos mucho. Nos jugamos disipar el futuro tenebroso, lúgubre y de imprevisibles consecuencias, que se atisba en el horizonte. Nos lo jugamos todo. ¿Recordarán este espíritu?:

“Cuando hemos dado batallas las hemos ganado, cuando no hemos dado la batalla, nos han ocupado el terreno. Cuando hemos salido a ganar el partido lo hemos ganado, y cuando hemos salido a heredarlo, nos quedamos sin nada.”
Y dicen que quien hizo este discurso ejerció desde lo moral, lo ético, la ideología desde el bien común. Mucho de razonamiento y sentido de Estado, con casi nada de 'maquiavélico realismo político'. ¡Eran otros tiempos! Eran tiempos en que se estaba por lo democrático, por lo digno. Lo deseable.

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