Por S. McCoy
Publicado en Cotizalia (10/02/2012)
El doce de octubre de 2010, día festivo en nuestro país, servidor se hacía eco en este mismo Valor Añadido de un escándalo que copaba las portadas de la prensa generalista estadounidense: el Foreclosure-Gate. Decíamos entonces:
En resumen se trataría de lo siguiente: en la tramitación documental -por parte de la banca- de las ejecuciones de hipotecas morosas se habrían producido errores que irían desde la falta del visto bueno judicial en aquellos estados donde es imprescindible, a la excepcional inclusión en el pack de morosos a deudores al corriente de sus pagos o sin hipoteca que se habrían encontrado así, sin comerlo ni beberlo, compuestos y sin casa. Una buena síntesis de la cuestión la encuentran en el enlace anterior.
El impulsor de la denuncia era Freddie Mac, agencia semiestatal que, junto a Fannie Mae, actuaba y actúa como respaldo de buena parte del mercado hipotecario de Estados Unidos. No se trataba, por tanto, del viaje a ninguna parte de un desesperado sino de una auténtica class action cuyo enorme alcance era fácil de intuir. No en vano, afirmábamos en aquel momento:
Para que se hagan ustedes una idea de la dimensión del asunto, desde 2006 el volumen de viviendas que han pasado a manos de las instituciones financieras a consecuencia del –ahora- “presunto” impago de sus propietarios ha sido de 6,4 millones de unidades. A cierre de agosto se encontraban otros 4,4 millones sujetas a trámites de ejecución. Once millones de casas, que se dice pronto. Es precisamente el ingente traspaso de propiedades de financiados a financiadores el que lleva a los culpables del caos a justificar la negligencia en sus actuaciones. ¿Puede un solo empleado firmar 10.000 documentos en un mes cumpliendo con los mínimos estándares de calidad? Difícil.
(…) El caos que trae bajo el brazo afecta, junto a adjudicatarios y “expropiados”, a los compradores de los bienes adjudicados –la mayor parte de los casos a través de procesos públicos de subasta-; a compañías de seguros incapaces de identificar quién es responsable del abono de las primas vinculadas al continente; a los propios ayuntamientos, cuyos ingresos viven el mismo dilema de cobro de los tributos asociados con sus finanzas bajo mínimos; o –por el mismo argumento- a las emisiones financieras que incluyen estos inmuebles como subyacente. Nuevo argumento para la parálisis total salvo para aquellos que disfruten de un título legítimo e indiscutible, cuyo valor se multiplica automáticamente.
Pues bien, ayer, mientras España ponía los ojos en Baltasar Garzón y Europa en Grecia, en Estados Unidos se cerraba, tras más de un año de negociaciones, un acuerdo entre las autoridades federales, 49 de los Estados de la Unión –solo queda fuera Oklahoma- y cinco de los grandes bancos estadounidenses para dejar zanjado el tema a cambio de un desembolso, por parte de estos últimos, de más de 26.000 millones de dólares, esto es: 20.000 millones de euros al cambio actual, tres billones y pico de las antiguas pesetas destinados a compensar en tres años al millón de afectados, en forma de reducción del principal de lo debido, facilidades de refinanciación o asistencia pública.
En contra de lo que pudiera parecer por los importes manejados, el pacto ha generado una enorme discrepancia por parte de los analistas especializados que critican que el castigo real a la banca se limite a los 5.000 millones de dólares de pago en efectivo que ha que realizar, sin que haya consecuencias penales para quienes actuaron indebidamente ni una exigencia de mejores medios y/o procedimientos para que estas situaciones no se vuelvan a repetir en el futuro. La más beligerante ha sido Yves Smith con sus Doce Razones por las que has de odiar este Acuerdo.
Su post nos recuerda cómo Bank of America, J.P. Morgan Chase, Citigroup, Wells Fargo y la antigua GMAC, ahora Ally Financial, tienen provisionada el resto de la contingencia en su balance por lo que el impacto en sus cuentas apenas será apreciable. Y acertadamente apunta que, al final, cuando alguien paga una cuantía como ésta a condición de no ser investigado, qué no ocultará. Algún caso reciente hemos vivido en España con ilustres banqueros que hacen honor a su apellido. Cuando tal diligencia debería ser la pista que sirviera para tirar definitivamente de la manta, ocurre justo lo contrario. En todas partes cuecen habas.
Me quedo, en cualquier caso, y después de desearles un buen fin de semana, con la conclusión de la bloguera, editora del reputado Naked Capitalism:
Este acuerdo es otra demostración palpable de quién manda en Estados Unidos, que no somos ni usted ni yo. Es patético ver cómo el desenlace de estos casos es siempre tan predecible y vergonzoso. Y supone añadir insulto a la herida el ver cómo algunos lo venden como una victoria de los sufridos y machacados propietarios que han perdido sus casas.
Difícil no estar de acuerdo, ¿no? Pues eso...
No hay comentarios:
Publicar un comentario