Von Stefanie Claudia
Müller und Roberto Centeno*
Hoy, 6 de septiembre, se encuentran en Madrid los gobiernos de Alemania y
España, acompañados de un nutrido grupo de empresarios, y donde seguro
hablarán sobre las condiciones para poder otorgar más ayudas financieras a
España o a su sistema bancario. En los dos lados se ha elevado el tono en los
últimos meses y es con gran expectación que España espera ahora la decisión
que va a tomar el Tribunal Constitucional alemán, que esa sí es crucial, el
día 12, sobre la conformidad o no del rescate europeo y las obligaciones
derivadas para los alemanes.
En Alemania crece la critica contra la supuesta "mentalidad de
fiesta" de los españoles; en España los medios cada vez son más
negativos con la supuesta dureza de la canciller Merkel. Pensamos que la
situación es mucho más compleja de lo que presentan ambos gobiernos y la
mayoría de los medios. España no es Grecia, pero España puede ser un paciente
crónico si Alemania, junto con Europa, no contribuye a solucionar sus
verdaderos problemas.
España no debería recibir más dinero sin que se cambie a fondo el sistema
político y económico, hoy en manos de una oligarquía política aliada con la
oligarquía económica y financiera, y sin que se aumente la participación
ciudadana real en las decisiones políticas. Para no perpetuar la crisis y
endeudar a los españoles durante generaciones, el Gobierno español debe
reformar a fondo la administración de las comunidades autónomas y los
ayuntamientos, en su mayoría en bancarrota y completamente fuera de control,
sometiendo a referéndum el modelo de Estado.
Este tema es la clave del futuro de España, porque las regiones,
ayuntamientos y diputaciones son los responsables de los dos tercios del
gasto público -234.000 millones frente a 118.000 el Estado en 2011-,
excluyendo la Seguridad Social -23.000 millones-, y este gasto se realiza en
condiciones de descontrol, despilfarro y corrupción totalmente inaceptables.
Las razones verdaderas de la crisis del país, en consonancia con lo dicho,
nada tienen que ver con salarios demasiado altos -un 60 % de la población
ocupada gana menos de 1.000 euros/mes-, pensiones demasiado altas -la pensión
media es de 785 euros, el 63% de la media de la UE-15- o pocas horas de
trabajo, como se ha trasmitido a veces desde Alemania. A España tampoco le
falta talento, ni capacidad empresarial ni creatividad. Tiene grandes
pensadores, creativos, ingenieros, médicos excelentes y gestores de primer
nivel.
La razón de la enfermedad de España es un modelo de Estado inviable, fuente
de todo nepotismo y de toda corrupción, impuesto por una oligarquía de
partidos en connivencia con las oligarquías financiera y económica, y con el
poder judicial y los organismos de control a su servicio. En España no existe
separación de poderes, ni independencia del poder judicial, ni los diputados
representan a los ciudadanos, solo a los partidos que los ponen en una lista.
Todo esto lleva también a una economía sumergida que llega al 20% del PIB y
que frena la competencia, la eficacia y el desarrollo del país. Además,
detrae recursos con los que podrían financiarse educación y sanidad.
Las ayudas para España, igual que para otros posibles candidatos de rescates,
no deben ir a bancos ya casi en bancarrota y fuertemente politizados. En la
CAM, el Gobierno ha comprometido 16.000 millones de dinero público en lugar
de cerrarla; en Bankia, 23.000, y el Ejecutivo acaba de darle 5.000 millones
urgentemente para cubrir pérdidas en vez de cerrarla, y además de forma tan
extraña que despierta todo tipo de recelos. ¿Por qué se ha utilizado el dinero
de los españoles (FROB) en vez de esperar los fondos de la UE? Es lícito
suponer que la razón es la siguiente: los bancos no quieren que la UE
investigue sus cuentas.
Control estricto y duras condiciones. Ya el caso de Grecia ha demostrado que
las ayudas europeas tienen que estar vinculadas a un control estricto y
condiciones duras. Esas condiciones no pueden solamente representar recortes
sociales o subidas brutales de impuestos, como hace ahora el Gobierno de
Mariano Rajoy con la excusa de Europa . Se tiene que cambiar más en España
que cortar gasto social, que de todos modos es mucho más bajo que en
Alemania, y hay otros gastos infinitamente más relevantes que se pueden
eliminar. Además, los casos de corrupción resultan tan escandalosos, incluso
en el propio Gobierno, que uno solo puede llegar a una conclusión: el dinero
de Europa no puede ser manejado por personas tan increíblemente venales.
La pasada semana el ministro de Industria Soria -imputado también por
corrupción urbanística en Canarias- acusó al ministro de Hacienda en el
Consejo de Ministros de favorecer descaradamente a la empresa líder de
renovables, Abengoa, de la que había sido asesor, en la nueva regulación de
estas energías, que reciben más de 7.000 millones de euros de subvenciones
anualmente. Y Rajoy, al que entregó una carta probatoria, ni dijo ni hizo
absolutamente nada.
No puede permitirse por más tiempo este nivel de corrupción, y menos aún a 17
regiones funcionando como estados independientes, con todos los organismos
multiplicados por 17, desde 17 servicios meteorológicos a 17 defensores del
pueblo, con 200 embajadas, 50 canales de TV regionales en pérdida, 30.000
coches oficiales o 4.000 empresas públicas que emplean a 520.000 personas,
creadas específicamente para ocultar deuda y colocar a familiares y amigos
sin control ni fiscalización alguna. En conjunto, unos 120.000 millones,
equivalentes al 11,4% del PIB, se despilfarran anualmente en un sistema de
nepotismo, corrupción y falta de transparencia.
Y con esto se tiene que acabar, entre otras cosas, porque ya no hay dinero.
Los últimos datos de las cuentas públicas conocidos la pasada semana son
escalofriantes. El déficit del Estado a julio ascendió al 4,62% del PIB,
frente a un déficit del 3,5% comprometido con la UE para todo el año (del
6,3% incluyendo regiones y ayuntamientos). Pero lo realmente inaudito es que
España está gastando el doble de lo que ingresa. 101.000 millones de gasto a
julio frente a 52.000 millones de ingresos, y precisamente para poder
financiar el despilfarro de regiones y ayuntamientos, que no están en
absoluto comprometidos con la consolidación fiscal.
El tema del déficit público es algo que roza la ciencia ficción, y que
ilustra perfectamente la credibilidad de los dos últimos gobiernos de España.
En noviembre de 2011, el Gobierno dijo que el déficit público era del 6% del
PIB; a finales de diciembre, el nuevo Gobierno dijo que le habían engañado y
que el déficit era superior al 8%, y que se tomaba tres meses para calcularlo
con toda precisión. A finales de marzo, se dijo que definitivamente era del
8,5%, y ésta fue la cifra que se envió a Bruselas. Dos semanas después, la
Comunidad de Madrid dijo que sus cifras eran erróneas y el Ayuntamiento de la
capital igual… el déficit era ya del 8,7%.
Sin embargo, la semana pasada el INE dijo que el PIB de 2011 estaba
sobrevalorado y, con la nueva cifra, el déficit era del 9,1%; dos días
después, Valencia dijo que su déficit era de 3.000 millones más; o sea, que
estamos en el 9,4% y las otras 15 CCAA y 8.120 ayuntamientos aún no han
corregido sus cifras de 2011. Lo único que sabemos es que están todas
infravaloradas. El déficit real de 2011 puede estar por encima del 11%, y en
2012 se esta gastando el doble de lo que se ingresa. Como dice el Gobierno de
Rajoy, “estamos en la senda de convergencia”. Y es verdad… de convergencia
hacia Grecia.
Claramente, la joven democracia española tiene todavía muchos déficits de
representatividad y de democracia que deberían interesar a la canciller
Merkel y también a Europa, si queremos evitar una Grecia multiplicada por
cinco y salvar el euro. Esto es lo que ha hecho posible el despilfarro masivo
de las ayudas europeas, con una asignación disparatada de las mismas, a pesar
de que estas ayudas han supuesto una cifra mayor que la del Plan Marshall
para toda Europa.
Es frustrante que a causa de este sistema oligárquico nepotista y corrupto se
destroce talento y creatividad y que ahora muchos jóvenes se vean forzados a
trabajar fuera, muchos en Alemania. Esa situación nos ha llevado a una
distribución de riqueza que es de las más injustas de la OECD. La antaño
fuerte clase media española está siendo literalmente aniquilada.
Resumiendo: no es una falta de voluntad de trabajo, como se piensa tal vez en
algunos países del norte de Europa, lo que hace que España sufra la peor
crisis económica de su Historia. Es un sistema corrupto e ineficiente. La
crítica del Gobierno alemán y sus condiciones para un rescate de España se
deberían concentrar en la solución de esos problemas. En caso contrario, solo
conseguirán que una casta política incompetente y corrupta arruine a la
nación para varias generaciones.
*Stefanie Claudia Müller es corresponsal alemana en Madrid y economista;
Roberto Centeno es catedrático de Economía de la Universidad Politécnica
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