Por S. McCoy
Publicado en Cotizalia (19/09/2011)
Que 2011 es un año perdido es axioma de aceptación general. La pregunta que flota en el aire es qué nos deparará el olímpico 2012, si una tragedia económica aún mayor que la actual o, por el contrario, el principio de la recuperación. Se trata de una interpelación ligada en España a la figura de Mariano Rajoy y las políticas del PP, toda vez que una amplia mayoría da por descontado su aterrizaje y el de su partido en el poder. Las dudas alrededor de la capacidad del personaje no esconden una sensación general de última oportunidad. Ahora o nunca. Confianza y seguridad sirven de antídotos al temor colectivo. Escasa ha sido la contribución del gallego a ambas, de momento, estrategia timorata pero obligada de nadar y guardar la ropa. Sin embargo, el clavo ardiendo de su figura es el último asidero para muchos que han tenido o tienen la tentación de arrojar la toalla. Esperanza frente a desesperación. ¿Responderá a las expectativas?
No va a ser un camino fácil. Su discurso de puertas adentro está trufado de voluntarismo del tipo sé lo que tengo que hacer, estoy dispuesto a aceptar el coste social de mis decisiones, tengo las personas idóneas para ello y un control de las distintas capas de la administración que va a facilitar mi tarea. Pasar de las musas al teatro será cosa bien distinta toda vez que heredará un estado intervenido en el que las políticas y los objetivos estarán determinados de antemano. Ser capaz de dar la vuelta a esa tortilla y ser él quién lidere el proceso exigirá, primero, de estabilidad parlamentaria, resultado de una mayoría suficiente con un mandato específico de poner el país patas arriba para arreglar sus males de manera transversal, y, en segundo lugar, de un programa de actuaciones que simultanee la necesidad de ajuste de la economía y la sociedad españolas a su nueva realidad con sentar los principios para su reactivación futura. Ambas son condiciones necesarias para que “la ilusión se cumpla”.
Sin un resultado en las urnas que garantice una gobernabilidad no dependiente de las fuerzas minoritarias de corte nacionalista, cualquier deseo de cambio efectivo, especialmente en el modelo de estado, será una quimera de difícil materialización. Un programa tan centrado en el hoy que se olvide del mañana produciría el rechazo de una amplia masa de población, incluidos sus propios votantes. Hay conciencia y voluntad de sacrificio pero no de inmolación; los pasos atrás han de permitir con el tiempo avanzar más rápido. Lograr convencer a los agentes sociales y resistir los embates de la calle será el tercer reto al que se enfrentará el líder conservador. Se auguran dos primeros tercios de 2012 terribles. Los que permanecieron callados y complacientes durante ocho años están ya abonando el terreno para lo que está por venir. Las movilizaciones tendrán impacto en la confianza ciudadana, en la inversión empresarial o en el flujo de fondos hacia nuestro país. Ser enérgico y didáctico, alinear intereses comunes y resistir la presión interior y exterior serán fundamentales para el éxito de su legislatura. Dos años para perder, dos para recuperar. Extraña lógica electoral.
A ello se unirán factores ligados con los demonizados mercados. Las reformas perentorias y estructurales habrán de ser “definitivas”. Una de las palas con las que el gobierno socialista de José Luís Rodríguez Zapatero ha cavado su propia tumba ha sido la sucesión de medidas oportunistas y deslavazadas, propiciadas más por la mayor o menor presión de los inversores en nuestra deuda que por la convicción de estar haciendo lo idóneo para poner España en la órbita de los grandes. No hace falta que recordemos aquí cuáles han sido las consecuencias de unas políticas contingentes pero escasamente convincentes en el ámbito laboral, bancario o fiscal, por poner solo tres ejemplos. De la ley de sostenibilidad al Plan E pasando por las ayudas a fondo perdido. Ya no hay tiempo para más escaramuzas que distraigan a los “especuladores” de su objetivo principal. Es hora de sacar la artillería pesada y abordar los distintos frentes con determinación, de salir de las trincheras y pasar a la ofensiva. No hay minuto que perder. La elección de los profesionales que han de abordar esta tarea se antoja esencial, la piedra de toque que dará idea de la verdadera intención del futuro primer ejecutivo de España, S.A.
Mayoría suficiente, programa compensado, suficiencia del mismo y permanencia en el tiempo son condiciones todas para el éxito que dependerán exclusivamente de la capacidad para llegar al poder y ejercerlo de manera responsable de Mariano Rajoy. Hay, por el contrario, un doble elemento ajeno a su control que será esencial para el juicio que de su tarea se haga en el futuro. Por una parte, Europa. Es evidente que con riesgo de avalancha es mucho más difícil escalar una cima. A la responsabilidad y altura de miras individual se ha de unir la comunitaria. El colapso colectivo haría vano cualquier intento de despegue unitario. Por otra, una economía mundial expansiva en mayor o menor grado en la que encuentren acomodo los frutos de las iniciativas de productividad y competitividad planteadas por el nuevo gobierno. Una recesión global convertiría en opción la depresión nacional, con todo lo que eso implica. Si ambos factores exógenos dan tregua, y se cumplen el resto de los requisitos a los que hemos hecho referencia, el cuarto trimestre de 2012 será el momento en el que España comenzará a ver la luz. La estadística, con su favorable base comparativa, y la canalización de la actividad pública y privada hacia un objetivo definido contribuirán a que así sea. Ojalá.
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