Por Antonio Casado
Publicado en El Confidencial (29/09/2011)
Parece un reflejo fiel de la realidad que las ganas de echar a los socialistas barren por diez a uno a las dudas que suscita Mariano Rajoy como gobernante. A partir de ese intangible se ha instalado la sensación de que todo el pescado está vendido. Solo al Alcoyano se le ocurriría pedir prórroga después de ir perdiendo por diez a uno.
Sobre ese telón de fondo vimos ayer una mala comedia, falsa, aburrida y poco creíble. Me refiero al cruce de acusaciones, pliegos de cargo y cintas de vídeo sobre el manejo de la guadaña en los servicios públicos que se dedicaron entre el PSOE y el PP. Y no digo entre sus primeros actores, Rubalcaba y Rajoy, por incomparecencia del segundo, que sigue a la espera de que el tiempo pase sin que pase nada.
Así que el candidato socialista, que había planteado el reto al grito de ¡que viene el PP con la motosierra!, volvió a dar la patada al aire en su intento de hacerse el encontradizo con Rajoy y tuvo que conformarse con meritorios encabezados por González Pons. Al portavoz oficial del PP le tocó salir al paso de las declaraciones en las que Rubalcaba aseguró que su eventual plan de recortes no afectaría en ningún caso a la Educación ni a la Sanidad. Y que el PP, en su muestrario autonómico, ya ha empezado a mover los dos pilares del llamado Estado del Bienestar. Pons, la lengua más afilada del partido de Rajoy, habló de la “cara dura” del candidato socialista por denunciar los recortes sociales de otros después de haber respaldado “el mayor hachazo social de la democracia”.
Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y hay que ponerse al día. Volver al tanto tengo tanto gasto. Vale. Es justo y necesario. Pero el quid de la cuestión es dónde dar el corte. Y ahí entra la política
Y así es como el ruido de la motosierra ha entrado en la campaña electoral. Lógico, por otra parte. Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y hay que ponerse al día. Volver al tanto tengo tanto gasto. Vale. Es justo y necesario. Pero el quid de la cuestión es dónde dar el corte. Y ahí entra la política, que consiste en jerarquizar y decidir. No todos los partidos jerarquizan del mismo modo, según sus respectivos idearios. Se aplica la motosierra según un orden de prioridades.
El tronco del árbol es el Estado del Bienestar, en una concepción socialdemócrata. Básicamente, Sanidad y Educación. Dos tareas propias del Estado como ente gestor del bien común. Pero eso es discutible y discutido en partidos que se tienen por liberales, como el PP o los nacionalistas de CiU. Sin ir más lejos, el ex presidente del Gobierno, José María Aznar, acaba de defender la necesidad de reducir el Estado a la mínima expresión. Y eso confiere sentido a los ajustes que están decidiendo los gobernantes autonómicos del PP en materia de Educación o los de CiU en materia de Sanidad.
Bajo esa luz se entenderá mejor que Esperanza Aguirre se ponga brava defendiendo la necesidad de prescindir de profesores interinos, en nombre de la austeridad sin decir ni media palabra sobre la deuda millonaria de Telemadrid. Se entenderá igualmente que Artur Mas defienda con tanta convicción los recortes en Sanidad mientras guarda silencio sobre los costes millonarios de la inversión lingüística, los doblajes al catalán o las sedes “diplomáticas” de Cataluña en el extranjero
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