Rafael Sánchez Saus, en el Diario de Cádiz el jueves 20 de Julio de 2014
VIENE al caso recordar que el PP solía tener a gala la preparación de sus dirigentes y candidatos, promesa de una buena administración. Así, el Gobierno de Rajoy fue presentado en su momento como un conjunto de brillantes profesionales, con los saberes necesarios para arreglar los desaguisados cometidos por la tropa de indocumentados que, con escasas excepciones, compusieron los de Zapatero. Parece que esto ya no rige tampoco en el nuevo PP que hemos ido descubriendo en estos últimos años, al menos en Andalucía.
Pero hay algo más preocupante. La irrupción de Moreno Bonilla en el juego político andaluz con su nulo equipaje académico y profesional, configura un trío de máximos dirigentes, depositarios del futuro de la región durante, al menos, la próxima década, que apenas serían de recibo en la disputa de una alcaldía de tercer nivel. Y es que el problema no reside sólo en que nuestros destinos van a estar, sin alternativa a la vista, en manos de una licenciada de las de sexta convocatoria, un repartidor de butano y un experto en nada, sino que, como sabemos bien, una regla de oro que nuestros políticos no dejan nunca de aplicar es la de rodearse siempre de gente que no puedan hacerles sombra.
Pero hay algo más preocupante. La irrupción de Moreno Bonilla en el juego político andaluz con su nulo equipaje académico y profesional, configura un trío de máximos dirigentes, depositarios del futuro de la región durante, al menos, la próxima década, que apenas serían de recibo en la disputa de una alcaldía de tercer nivel. Y es que el problema no reside sólo en que nuestros destinos van a estar, sin alternativa a la vista, en manos de una licenciada de las de sexta convocatoria, un repartidor de butano y un experto en nada, sino que, como sabemos bien, una regla de oro que nuestros políticos no dejan nunca de aplicar es la de rodearse siempre de gente que no puedan hacerles sombra.
El aterrizaje de Juanma es la consecuencia directa de un cálculo concretísimo basado la convicción de que sólo un candidato de perfil semejante al de Susana Díaz puede ser eficaz contra ésta. La dinámica perversa que eso crea, y que no dejará de extenderse por todo el cuerpo político andaluz, rebaja tras rebaja, es algo que pierde la categoría de simple anécdota para convertirse en un elemento que requiere sosegado análisis. Y es que la potencia y capacidad de la élite dirigente, siempre pero sobre todo en circunstancias de grave crisis, es un factor determinante en el posible éxito de una sociedad.
Nadie propugna ni querría una clase política compuesta de mandarines académicos, pero aquí se están traspasando límites que no sólo afectan al respeto que se debe a una ciudadanía a la que cada vez se exige más para simplemente ganarse el pan, sino a las posibilidades reales de que Andalucía cuente con un grupo dirigente a la altura de lo que los tiempos exigen. Los andaluces no podemos engañarnos: no podemos pedir peras al olmo ni nada bueno a este tridente de latón que nos garantiza, gane quien gane en las urnas, el fracaso colectivo.
Nadie propugna ni querría una clase política compuesta de mandarines académicos, pero aquí se están traspasando límites que no sólo afectan al respeto que se debe a una ciudadanía a la que cada vez se exige más para simplemente ganarse el pan, sino a las posibilidades reales de que Andalucía cuente con un grupo dirigente a la altura de lo que los tiempos exigen. Los andaluces no podemos engañarnos: no podemos pedir peras al olmo ni nada bueno a este tridente de latón que nos garantiza, gane quien gane en las urnas, el fracaso colectivo.
Una verdadera pena. Pero así son nuestros políticos. Nada o menos que nada
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