Por Jaime Rocha.
“Españolito que vienes al mundo/ te guarde Dios/ una de las dos Españas/ ha de helarte el corazón.“ recitaba Antonio Machado en “Campos de Castilla”.
Parece que el tiempo, y sobre todo, las amargas experiencias sufridas por millones de españoles, no han pasado. Está claro que no aprendemos de las tristes lecciones recibidas. Desde que Antonio Machado escribiera esos verso en 1912 o la premonitoria obra, junto con su hermano Manuel, “El hombre que murió en la guerra”, terminada en 1935, según testimonio de Antonio, pero no estrenada en Madrid hasta 1941.
La relación entre los dos hermanos Machado es fiel reflejo de esta idea. Antonio, muerto en el exilio en Francia en 1939, comprometidamente republicano, y su hermano mayor, Manuel, declaradamente franquista. Ambos compartieron aficiones, experiencias, viajes, incluso una extensa obra común, hasta el estallido de la guerra civil, cuando pasaron a encarnar esas dos Españas a las que se refirió Antonio.
La II República, la Guerra Civil y los primeros años del franquismo, supusieron dolorosas experiencias para millones de españoles, pagadas en demasiados casos con la propia vida. Millones de españoles que, como Manuel y Antonio, no tenían nada el uno contra el otro, mas bien al contrario, eran familiares, amigos, personas pacificas y en cuyas vidas la política, no era mas que una cuestión muy secundaria.
De repente todo empezó a cambiar, los profesionales de la política de uno y otro signo se radicalizan en sus discursos, las distancias se hacen mayores, se etiquetan mutuamente con los más despreciables calificativos, se amenazan de muerte públicamente, incluso en el propio Parlamento, y… buscan descaradamente la división y el enfrentamiento de la sociedad española.
La situación económica se deteriora, sobre todo en medios rurales, al paralizarse la reforma agraria, las revueltas y huelgas generales revolucionarias se suceden, dando paso a trágicos episodios como la “Revolución de Asturias” de 1934, duramente reprimida por el Gobierno, Casas Viejas, la proclamación del Estado Catalán, el escándalo del estraperlo y, en definitiva, mas de mil trescientos muertos.
Esa radicalización de las posiciones políticas, que simultáneamente se produce en Europa con la aparición de los fascismos y nacionalismos en contraposición al comunismo y anarquismo, consiguen dividir a los españoles en dos bandos irreconciliables, arrastrados por los agitadores profesionales de todo signo. La consecuencia inmediata, que todos lamentamos y algunos, aun hoy, setenta años mas tarde, sufren y recuerdan, fue la Guerra Civil, triste y paradójica forma de llamar al enfrentamiento entre hermanos. Nadie puede considerarse vencedor de una contienda tan brutal y salvaje, nadie debería jamás remover las cenizas de una tragedia que costó la vida a tantos seres inocentes.
Muchos creímos superado para siempre ese lamentable capitulo de nuestra historia, muchos, como esos millones de compatriotas que hemos personificado en Manuel y Antonio Machado en 1936, éramos ajenos a la política y a los políticos, vivíamos nuestras vidas sin sospechar que estábamos siendo adoctrinados, manipulados, motivados por esa clase política que ya figura, tras la crisis económica y los casi cinco millones de españoles sin trabajo, como la mayor preocupación de la sociedad española.
Han despertado a la bestia con leyes que dividen a los ciudadanos, leyes que se sabía previamente y con absoluta certeza que iban a producir el enfrentamiento, que no se consensúan, se imponen, de una mitad a la otra, sin tener en cuenta el daño que producen y por si faltaba algo, se trata de restaurar los daños causados por la contienda a uno de los bandos, ignorando la Ley de Amnistía de 1977, reclamada insistentemente al grito de “AMNISTIA y LIBERTAD” por quienes ahora pretenden obviarla. Una ley tan general y amplia que puso en la calle a numerosos asesinos de ETA.
Situación económica lamentable, índices de pobreza desconocidos en nuestro país en treinta años, comedores sociales y albergues saturados, unos índices de educación y formación a la cola de los países europeos, y unos medios de comunicación abiertamente posicionados, son un caldo de cultivo ideal para que esos agitadores profesionales hagan su trabajo y consigan, una vez mas, la aparición de las dos Españas. No nos dejemos arrastrar, esta vez NO.
Lo mas triste es que gracias a la labor, nada discreta por cierto, de algunos politicos actuales, las diferencias que parecian superadas han vuelto a reverdecer. ¿Seran esos los brotes verdes? No nos dejemos arrastrar, "esta vez No", como dice el autor.
ResponderEliminarVerguenza le tiene que dar a la clase política española que los herederos del genocidio franquista continúen insultando a las víctimas del franquismo, la Corte Penal Internacional tomará medidas.
ResponderEliminar¿Los herederos del genocidio franquista? Es decir los hijos y nietos de los que lucharon con Franco y luego siguieron viviendo del regimen, ¿no? ¿Son esos a los que se refiere fran cobos? Pues menuda sorpresa se va a llevar cuando se entere de quienes son los nietos de esa gente y los cargos que ocuopan en la actualidad.
ResponderEliminar