Este cuadro de Zurbarán, "Defensa de Cádiz", ilustra perfectamente el objetivo y prioridad de nuestra asociación.

jueves, 1 de julio de 2010

19 de marzo de 2010

Discurso del Presidente del Ateneo, Ignacio Moreno Aparicio, ante el monumento a las Cortes el 19 de marzo de 2010.

Con la Venia Sra. Alcaldesa.
Excmas. e Ilmas. autoridades, señoras y señores,

Un año más nos encontramos en la conmemoración de la promulgación de la Constitución de 1812.

Nuevamente, la Nación, España, se encuentra perpleja ante nuevos enemigos del siglo XXI: la crisis económica, la insolidaridad territorial y la duda de la esencia del propio ser. Si establecemos un paralelismo entre 1812 y 2010 podremos honrar el talento que emanaba del período doceañista aplicando las mismas respuestas a problemas que no necesitan de más revisión que la de aprender de nuestra propia historia.

Por partes, el concepto de Nación, España, era en 1812 una idea generosa y abierta, sin exclusiones, con una idea clara que la “unión hace la fuerza frente a la dificultad”. Ayer era un ejército invasor, hoy es una dura crisis y el egoísmo o la falta de conocimiento de nuestro propio pasado nuestra sombra y pesadilla. En aquellas fechas, las diferencias de las Españas de los dos hemisferios se derrumbaron ante la conciencia de ser iguales ante el texto constitucional. Las manos hispanoamericanas y peninsulares se dieron en un plano de igualdad entre los diputados doceañistas. Nacer en una provincia o en una región no era una causa de confrontación, era un aporte de ideas y energías encaminadas al bien común. En 2010 no parece que recordemos aquella sabia lección: que la unión hace la fuerza. Es más, ¿cuántos de los diputados doceañistas gaditanos eran realmente nacidos en Cádiz? Esta fecha es propicia para recordar nuevamente que la ciudad y la provincia de Cádiz es una tierra abierta, generosa y que nunca valoró el lugar de nacimiento más que la voluntad de la adhesión a la causa del bien común gaditano. La provincia de Cádiz necesita de un área metropolitana solidaria, unida e identificada sin mayores problemas que los que la gestión debe ir solucionando. No es posible que las ideas políticas de cada partido sirvan para dividir poblaciones o entorpecer proyectos que son necesarios para todos. Decía la Constitución de 1812 que “El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen”. Y esta premisa debería estar escrita en el acta de cada cargo electivo para no olvidar que el bien común de la Nación –añadiría, “Nación española”- es el fin supremo al que está dirigido su ejercicio. Y cuando hablamos de gobierno, deberíamos entender todas las formas de gobierno: local, regional, nacional, europeo o internacional.

Hemos recordado, pues, dos cuestiones de partida: que la Nación no puede ser un arma arrojadiza entre integrantes de los diferentes territorios del Estado y que la obligación del buen gobierno es la superación de las dificultades para el bienestar del ciudadano por encima de intereses partidistas.

No quiero finalizar sin una breve referencia a la propia celebración del Bicentenario de la Constitución de 1812. Nuestra añeja institución ya fue testigo del primer centenario y puede recordar algunas lecciones. La primera, que nuestro deber es recordar el talento de aquella obra y emplear todas nuestras energías en esa dirección. De 1912 quedó el monumento ante el que nos encontramos (y que se inauguró en 1929… ¿casualidad?), el museo de la calle Santa Inés y los desvelos de nuestro recordado presidente don Cayetano del Toro para volver a situar a Cádiz en el lugar histórico que le correspondía. De aquellas fechas hemos visto correspondencia que demuestra que no es nueva la tensión entre administraciones para protagonizar los fastos. El insigne alcalde Del Toro tuvo que sufrir lo indecible para sortear las dificultades de todo tipo que se le planteaban desde el Gobierno Central, intereses locales, etc. que ponían en peligro el sentido de la celebración. Que no se vuelva a repetir aquel error porque el tiempo que se pierde en las disputas se pierde en propagar el fin de la conmemoración. En 2012 vamos a celebrar que Cádiz fue la cuna de la primera democracia moderna de la Nación española, que fue la cuna de todos los españoles de todos los territorios de cualquier clase y condición, que se daba un paso firme hacia la modernidad a través de la igualdad, la responsabilidad y la solidaridad.

Hoy, Cádiz y aquella España ilustrada, reformadora, moderna, nos exige que seamos leales con aquel texto y sus principios, con el talento que supo sintetizar en esa Constitución. Y esa lealtad nos compele a recordar a los gaditanos, andaluces, españoles y europeos que hubo un momento en que fuimos capaces de superar las más duras condiciones de vida y asedio a través de la lealtad, la confianza en el diferente, la unión y la generosidad para la facilidad común. No les defraudemos. Cada uno desde sus posibilidades, cada cual revolviendo su propia conciencia y la de los más cercanos: para lograr un fin es necesario creer que es posible y desde el ATENEO pensamos que es posible un Cádiz, Andalucía, España y Europa en que los principios de lealtad, solidaridad, responsabilidad y compromiso sean una realidad. Pero para ello no podemos acomodarnos en que la solución vendrá de la mano del otro. Cada ciudadano está obligado a aportar su mejor saber hacer en pro del bien común y la felicidad colectiva. No es fácil asumir responsabilidades pero decía la vieja máxima que la heroicidad es cosa de un día, el valor es cosa diaria. Seamos valerosos en propagar el talento de la obra de 1812. Porque el carácter gaditano, además de abierto y acogedor, necesita un nuevo impulso frente a los nuevos enemigos, un nuevo modo de entender el bien común.
Muchas Gracias,

Ignacio Moreno Aparicio
Presidente del Ateneo de Cádiz.
19 de Marzo de 2010.

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