Este cuadro de Zurbarán, "Defensa de Cádiz", ilustra perfectamente el objetivo y prioridad de nuestra asociación.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

¿Quién es quién?

Sabéis quienes son Lucas Papademos (actual dirigente Griego tras la dimisión de Papandreu) y Mariano Monti (ahora al frente del gobierno italiano)?
¿Sabéis quien es Mario Draghi (actual presidente del Banco Central Europeo)?
¿Sabéis lo que es Goldman Sachs?

Goldman Sachs: es uno de los mayores bancos de inversión mundial y co-responsable directo, junto otras entidades como la agencia de calificación Moody's, de la crisis actual, y uno de sus mayores benficiarios. Sólo a modo de pincelada, en 2007 ganaron 4 mil millones de dólares en operaciones que desembocaron en el desastre actual.
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Papademos: Actual primer ministro griego, tras la dimisión Papandreu. No elegido por el pueblo.
- ex-gobernador del Banco de la Reserva Federal de Boston entre 1993 y 1994.
- vicepresidente del Banco Central Europeo de 2002 a 2010.
- Miembro de la Comisión Trilateral desde 1998, fundada por Rockefeller, lobby neo-liberal (se dedican a comprar políticos a cambio de sobornarles)
- ex-Gobernador del Banco de Central Grecia entre 1994 y 2002. Falseó las cuentas de déficit público del país con la ayuda activa de Goldman Sachs, lo que condujo en gran parte e la actual crisis que sufre el país.

Mariano Monti: Actual primer ministro de Italia tras la dimisión de Berlusconi. No elegido por el pueblo.
- ex director europeo de la Comisión Trilateral antes mencionada.
- ex-miembro del equipo directivo del grupo Bilderberg.
- asesor de Goldman Sachs durante el periodo en que ésta ayudó a ocultar el déficit del gobierno griego.

Mario Draghi: Actual presidente del Banco Central Europeo en sustitución de Jean-Claude Trichet.
- Ex-director ejecutivo de del Banco Munidal entre 1985 y 1990.
- Vicepresidente por Europa de Goldman Sachs entre 2002 y 2006, periodo en que se realizó el falseo antes mencionado.

Hay que ver la cantidad de gente que trabajaba para Goldman Sachs....

Bien, qué casualidad, todos de la mano de Goldman Sachs. Los que crearon la crisis se presentan ahora como la única opción viable para salir de la misma, en lo que la prensa estadounidense está empezando a llamar "El gobierno de Goldman Sachs en Europa".

¿Como lo hicieron? Os lo explico:

Animaron a los inversores a invertir en productos sub-prime que sabían que era productos basura, y al mismo tiempo se dedicaron a "apostar" en bolsa por el fracaso de los mismos. Eso es solo la punta del iceberg, y está muy documentado, podéis investigarlo. Mientras leéis este e-mail se están forrando a base de especulación sobre las deudas soberanas.

Se tiende a querer hacernos pensar que la crisis ha sido una especie de resbalón, pero la realidad apunta a que detrás de ella hay una voluntad perfectamente orquestada de hacerse con el poder directo en nuestro continente, en una maniobra sin precedentes en la Europa del siglo XXI.

La estrategia de los grandes bancos de inversión y agencias de calificación es una variante de otras llevadas a cabo anteriormente en otros continentes, se viene desarrollando desde el inicio de la crisis y está desde mi punto de vista está siendo la siguiente:

1. Hundimos a los países mediante la especulación en bolsa/mercado. Los volvemos locos de miedo a lo que dirán los mercados, que nosotros controlamos, cada día.
2. Los obligamos a recurrir a préstamos para mantenerlos en Status Quo, o "salvarlos". Estos préstamos están estrictamente calculados para que los países no los puedan pagar, como es el caso de Grecia que no podría haber cubierto su deuda ni aunque su gobierno vendiera el país entero, y no es ninguna metáfora, es matemática.
3. Exigimos recortes sociales y privatizaciones en detrimento de los ciudadanos, bajo la amenaza de que si los gobiernos no los llevan a cabo, los inversores se retirarán por miedo a no poder recuperar el dinero invertido en la deuda de esos países y demás inversiones.
4. Se crea un altísimo nivel de descontento social, propicio para que el pueblo, ya sonado, acepte cualquier cosa con tal de salir de la situación.
5. Colocamos a nuestros hombres donde mejor convenga.

Si os parece ciencia ficción, informaos: este tipo de estrategias están perfectamente documentadas y se han venido utilizando con distintas variantes a lo largo el siglo XX y XXI en otros países, notablemente en latinoamérica por parte de los EEUU cuando se dedicaban, y se siguen dedicando en la medida que pueden, a asfixiar económicamente mediante la deuda exterior por ejemplo a países de América Central, para crear descontento social y aprovecharlo para colocar a dirigentes afines a sus intereses.

Ahora esto está pasando en Europa, y ya no es que lo haga EEUU, sino que lo hace la industria financiera internacional. Y lo que está ocurriendo bajo la mirada impotente y/o cómplice de nuestros gobiernos es el mayor robo jamás realizado en la historia de la humanidad y a escala planetaria, son golpes de estado, y violaciones flagrantes de la soberanía de los estados y sus pueblos.

Es muy fácil informaros en internet.
Decídselo a vuestros amigos, pasad el e-mail a cualquiera que pueda estar interesado, yo que sé.
Se nos están comiendo vivos... La gente tiene que saberlo.

Vértigo europeo

Editorial El País (29/11/2011)
El eje franco-alemán, en el que parecen incluidos los países del área de influencia alemana (Países Bajos, Austria, Finlandia) está preparando un cambio en la eurozona. La información conocida hasta ahora, a la espera de que las propuestas se difundan en la cumbre del 9 de diciembre, sugiere que Merkel y Sarkozy consideran que los cambios en los tratados podrán aprobarse mediante acuerdos bilaterales entre países, sin necesidad de recurrir a engorrosos referendos y pretenden formar un núcleo duro en el euro con criterios imprecisos por el momento, pero que dejarían fuera de la primera línea de la moneda a los países que no se comprometan a estabilizar déficit y deuda. Aquí es donde se suscita el auténtico debate sobre el euro.

Cabe recordar que Alemania ha incumplido más veces las condiciones de estabilidad que países como España, por más que hoy la economía española se encuentre en el apuro de una deuda castigada con una prima de riesgo elevada. Y ya entrando en materia, hay que tener bien claro cuál sería el criterio para llevar a un país a la primera velocidad o condenarlo a la segunda. ¿El déficit público, el volumen de deuda o la prima de riesgo? La maniobra de Merkel y Sarkozy parece orientada a exigir fidelidad sin restricciones mentales a los principios de control del déficit. A través de los acuerdos bilaterales se puede establecer una Santa Alianza de la estabilidad, con una supervisión de los presupuestos nacionales para garantizarla. Quizá sea eso lo que llama Merkel "más unión fiscal".

Pero en el caso de que, de una u otra manera, se produzca una separación de las economías europeas en primera y segunda división (una solución idónea para Francia, que recuperaría la credibilidad que ha perdido su deuda), gracias a la coartada de más unión fiscal, quedarían en pie tres obstáculos. El primero es que cualquier avance en la "unión fiscal" es a medio plazo; en el ínterin, el BCE ha de comprar deuda para estabilizar los diferenciales. El segundo es más bien una aclaración: Alemania debe estar sujeta a los mismos controles de calidad presupuestaria que el resto de los países de la zona. El tercero se parece a una advertencia. Los países que queden relegados a la segunda velocidad harán bien en calcular si les conviene permanecer en una zona monetaria en la que están obligados a políticas de austeridad sin obtener a cambio los beneficios de una prima de riesgo reducida.

Para España este es un momento crucial. Las nuevas condiciones de la moneda única se están gestando en un periodo peligroso de transición política. El Gobierno en funciones y el equipo de Rajoy están obligados a presionar cuanto sea necesario para, en todo caso, figurar en la primera línea del euro. Sobre todo porque la economía española, con una recesión en ciernes (como confirmó ayer la OCDE) y tasas crecientes de paro, no puede seguir pagando intereses del 7%. Ni su tejido empresarial asumir las condiciones derivadas de esa situación sin enfilar rápidamente hacia el abismo.

martes, 22 de noviembre de 2011

Victoria propia por debacle ajena: la estrategia de Rajoy

Por Jose Antonio Zarzalejos
Publicado en El Confidencial (21/11/11)
La victoria ayer del PP se fundamentó: 1) en la férrea fidelidad de voto de los electores conservadores que respaldaron herméticamente a Rajoy; 2) en la debacle absoluta del PSOE que perdió nada menos que cuatro millones y medio de votos y 3) en un muy limitado trasvase de sufragios de los socialistas a los populares: apenas cuatrocientos mil.

Estos tres factores demuestran que la estrategia de Mariano Rajoy era la acertada ante quienes le pedían otras formas de conducirse, la explicitación de compromisos y la elevación de su perfil ideológico. Si hubiese hecho caso a quienes le reclamaban otra estrategia, quizá hoy no estaríamos ante la victoria histórica del PP lograda, paciente y certeramente, por el extremo desgaste del adversario socialista, al que el presidente del PP ha dejado que cometiese error tras error, que consumase todos y cada uno de sus despropósitos -de planteamiento social y de gestión de la crisis-, evitando entrar a las trampas que le tendía Rubalcaba y persistiendo robóticamente en un discurso centrado, de moderación y que convocaba a la sociedad española en su conjunto.

La izquierda -y Rajoy lo sabía- no se iba a pasar a las filas del PP. Y ayer no lo hizo: la izquierda ayer se suicidó al dejarse en el empeño cuatro millones de sufragios que en parte nutrieron a Izquierda Unida (pasa de 2 a 11 diputados) y a UPyD (pasa de 1 a 5 escaños). Otros se quedaron en la abstención y algunos migraron a los partidos nacionalistas. Rajoy, con su aire de espectador despistado, aceleró el deterioro del PSOE a cuyos dirigentes llegó a desquiciar. El gallego sólo esperaba, como el moro, ver pasar el cadáver de su enemigo sentado en la puerta de su casa. El resultado -una mayoría absoluta de 186- beneficia al PP tanto como destroza al PSOE, que obtuvo los peores registros de su historia. Rajoy había advertido que él siempre prefirió a Rubalcaba de contrincante antes que a cualquier otro dirigente socialista, fuese quien fuese. Porque el presidente del PP tenía tomada la medida al cántabro, al PSOE y, lo que resultaba esencial, a su propio partido.

La falta de aceptación generalizada de su liderazgo en el PP aconsejó a Rajoy una táctica y una estrategia -a corto plazo, la primera, a medio, la segunda- según la cual la única manera de vencer era por debacle o bancarrota del contrario, cohesión propia y un pequeño suministro de votos ajenos. El pragmatismo llevado a su máximo extremo; la eficiencia en su expresión más acabada; el dominio de los tiempos con pulso firme. He ahí al hombre perdedor que lleva ganando batallas desde hace tres años y que ayer -sin carisma, con el puro en la boca, con su ritmo caribeño y demás tópicos descalificatorios- llevó a su partido al mejor resultado de su historia; contempló el hundimiento del PSOE; liquidó al zapaterismo y a los restos del felipismo y se dispone ahora a gobernar con un discurso estadista como fue el que pronunció ayer al obtener la victoria.

Casi todo le salió bien a Rajoy salvo el frenazo del PP en el País Vasco con una preocupante emergencia de Amaiur y un repunte -sólo tres escaños más- en Cataluña que se pretendió más ambicioso, pero que acreditan que al frente de una derecha ganadora sólo puede estar un líder reformista, moderado y que, si no afección, no genere rechazo. El ejercicio del poder blando por Rajoy ha sido la clave. Y su generosidad: sin olvido, pero sin rencor. Ayer Aguirre saludaba desde el balcón de la calle Génova, cuando hace apenas tres años y medio -marzo de 2008- se embozó tras las cortinas de la sede popular dispuesta a un asalto a la dirección del PP para librarle de “maricomplejines”. Ya ha demostrado que no lo era, que no lo es, y apunta maneras para asegurar que no lo será.

Nadie logró como él que Alfredo Pérez Rubalcaba (“¡merecemos un Gobierno que no nos mienta!”, marzo de 2004) haya tocado el fondo del infierno político. En el arrasamiento del adversario, sin más ayuda que sus votos ligeramente incrementados, Rajoy alcanzó ayer la mayor victoria de la derecha democrática española desde que la Constitución de 1978 estableció el sistema de libertades y sólo seis meses después (22-M) de haber batido al PSOE de cualquier parcela significativa de poder municipal y autonómico. Algunos estarán pensando en la sabiduría del refranero español que asegura que en boca cerrada no entran moscas.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Un coste insoportable

Editorial de El País (18/11/2011)

La economía española se aproxima rápidamente al diferencial de deuda por encima del cual la financiación pública y privada se ve abocada a una reestructuración o quita. Ayer, la prima de riesgo se disparó hasta los 499 puntos básicos y solo la intervención decidida del Banco Central Europeo (BCE) consiguió reducirla a 458. Pero, mientras tanto, los costes financieros que debe pagar España crecen sin tasa ni medida. El Tesoro tuvo que ofrecer ayer el 7,088% para la colocación de 3.563 millones en bonos a 10 años. Es una situación insostenible; la economía no puede permitirse ese coste de financiación durante mucho tiempo. E Italia se encuentra en un escenario similar de asfixia financiera. Hoy ya no es impensable que, si no se enfría de forma permanente la temperatura de la especulación contra las deudas periféricas, España e Italia tengan que recurrir a una quita de sus deudas.

Si esa hipótesis se convirtiera en real, las consecuencias para la zona euro serían desastrosas. Para empezar, hundiría a varios bancos (españoles e italianos, por supuesto, pero también algún banco alemán), arrastraría a países del núcleo duro del euro (Francia sufría ayer un diferencial de 202 puntos), situaría a los países afectados en una depresión económica duradera y, por supuesto, rompería el euro por la mera incapacidad de resolver el problema. El caso para España se complica porque durante varias semanas, a partir de las elecciones del domingo, se encontrará en una fase de transición política, con su capacidad de respuesta reducida. Con el agravante, además, de que como la deuda española es más reducida que la italiana, permitiría una intervención más rápida de las instituciones internacionales.

La amenaza es grave. Tanto que ya ha pasado el tiempo en el que podía conjurarse con la aceptación de los eurobonos europeos y la creación de un Tesoro para la eurozona. Aunque Angela Merkel se desdijera de su empecinamiento ortodoxo (ayer mismo rechazó de nuevo la idea de que el BCE se convierta en último garante de la deuda y volvió a insistir en que el único camino es la austeridad y las reformas estructurales), del que Francia empieza a apartarse, y aceptara los eurobonos, sería necesario que, mientras se articulan legal e institucionalmente el Banco Central Europeo, siga haciendo lo que Alemania dice que no puede hacer. Hay que insistir en que, en estos momentos, solo la intervención del BCE comprando deuda española e italiana -y, además, haciéndolo saber- separa al euro de su desmantelamiento efectivo.

En el caso de España, hay que contar con que el cambio de Gobierno no mejorará per se la situación. Solo desde el propagandismo obtuso puede sostenerse que la mera llegada de un nuevo presidente a La Moncloa reducirá el riesgo de impago de la deuda. Es más, el cambio puede ser contraproducente si el nuevo Ejecutivo no explica con rapidez de dónde sacará los 41.000 millones necesarios para cumplir con el objetivo de déficit en 2013.

jueves, 17 de noviembre de 2011

El déficit es político

Editorial El País (16/11/2011)

Otra grave convulsión financiera está castigando las economías de Italia y España y amenaza con afectar gravemente a la francesa. A pesar del despido de Berlusconi, de la inmediata formación de un Gobierno de Monti en Italia, del cambio de primer ministro en Grecia y de las persistentes declaraciones, como lluvia fina, de destacados representantes económicos europeos sobre el tesón con que España se está aplicando en su política de ajustes, la prima de riesgo italiana volvió a rebasar ayer los 500 puntos básicos durante la jornada y la española se disparó hasta los 455 puntos. El diferencial de Francia saltó hasta los 183 puntos, un nivel que ratifica que ningún país está a salvo de la inestabilidad de los mercados. Angela Merkel pecó de incurable optimismo cuando, al finalizar la cumbre de jefes de Gobierno de octubre, anunció que los responsables políticos de Europa habían dado cumplida respuesta a los problemas de la eurozona.

Hay que descartar que la formación de nuevos Gobiernos en Italia y Grecia constituyan per se la solución para el caos financiero del euro. No es un problema de conocimiento o de saberes económicos y técnicos lo que eleva de forma imparable los costes de financiación de Italia, Francia o España, por más que esté claro que Berlusconi y buena parte de sus apoyos partidarios no llegaron a entender que la magnitud del cataclismo económico que se cernía sobre el país invalidaba los trucos políticos, el recurso a los retrasos y las mañas del regateador. De hecho, el problema de la eurozona no es técnico, sino político; es decir, exige iniciativa política antes que sabiduría económica especializada.

Porque todos los diagnósticos están hechos y definidos los tratamientos. Solo es necesario aplicarlos. Los inversores o los mercados, a los que tanto apelan los defensores de Gobiernos fuertes y técnicos, necesitan saber cuál es el marco institucional de las finanzas europeas. Igual que conocen la estabilidad institucional de Estados Unidos, el área de la libra, Japón o Brasil. La única solución política y económica que hará desaparecer la presión sobre Europa es la creación de un Tesoro del euro, como el dólar dispone de la Reserva Federal. Un Tesoro europeo facultado para responder en última instancia de los impagos regionales (al igual que la Fed se hace cargo de absorber la quiebra californiana), con competencias para emitir bonos del euro.

Pero Alemania y los países de su órbita (Austria, Finlandia, Países Bajos) no aceptan esa solución definitiva. Implicaría un coste para sus respectivas deudas. Los inversores no saben, en el caso de Europa, cuál será su arquitectura financiera definitiva y en qué plazo estará construida. Cualquier reestructuración económica o financiera tiene beneficios y costes. Merkel no acepta los costes; no se atreve a llevar la unión europea hasta el final lógico. A cambio, ofrece distracciones vistosas, como el billón para el Fondo de Rescate Europeo o quitas para Grecia. Son remiendos que no resisten una mínima presión especulativa. Después, se lanzan mensajes contradictorios que confunden a los inversores sobre la emisión y compra de bonos, y las tensiones de la deuda nunca acaban de calmarse.

El coste de la indecisión política es inaceptable. España está pagando unos 100 millones de euros diarios por intereses de deuda, debido a una prima de riesgo que no se corresponde con su voluntad de ajuste. El coste de financiación estrangula las disponibilidades presupuestarias. En consecuencia, limita la capacidad de inversión en una etapa en la que es necesaria una reactivación de la economía y, además, obliga a congelar las prestaciones sociales. La ortodoxia férrea de Alemania no es inocua. Cuesta muy cara a España, Italia y los países rescatados. Quizá también afecte a Francia. ¿Será ese el límite, la frontera a partir de la cual Alemania acepte constituir una Reserva Federal europea?

domingo, 13 de noviembre de 2011

La Corona, el PSOE y el yerno del Rey.

Por Jose Antonio Zarzalejos

Publicado en El Confidencial (12/11/2011)
En las monarquías parlamentarias, los Gobiernos de turno tienen la obligación de proteger al titular de la Corona y a su familia de sus propias torpezas e insuficiencias y ofrecer a la Jefatura del Estado un espacio institucional que la haga positivamente visible ante la opinión pública. Tony Blair salvó a la familia Windsor de su peor crisis cuando logró convencer a la Reina Isabel II de que debía enlutarse por su ex nuera, Diana Spencer, y homenajearla públicamente, porque el pueblo británico, en aquel verano de 1997, la consideraba la “princesa del pueblo” frente a la altiva familia real que permanecía atrincherada en su residencia veraniega de Balmoral tras el terrible accidente que costó la vida a ex esposa del Príncipe de Gales en el parisino puente de Alma.

Hace dos semanas, el premier conservador, David Cameron, sacó adelante una reforma radical de la Corona británica al conseguir que los 16 países de la Commonwealth que tienen a la Reina Isabel II como jefa de sus Estados -el total de la mancomunidad británica de naciones engloba a 54 países- suprimiesen la prevalencia del varón sobre la mujer en la sucesión al trono y la prohibición de que el titular de la Corona matrimonie con persona de fe católica. En pocas semanas, el Gobierno tory ha logrado revertir 300 años de tradición normativa en la Monarquía sin mayores polémicas.

Cae la popularidad de la Monarquía
En 1997 el laborista Blair y en 2011 el conservador Cameron supieron gestionar la Monarquía cuando los que la encarnan ni eran entonces ni son ahora un dechado de ejemplaridad. La desestructurada familia real británica -repleta de matrimonios rotos, algunos con trayectorias poco transparentes, con demasiados privilegios, fortunas y excesiva holganza- sobrevive a sus propia mediocridad gracias a la solvencia de la Reina y al fuerte sentido institucional de los gobiernos de turno que, además de gestionar las funciones de la Jefatura del Estado con buena mano, han fortalecido en torno a la figura de la Reina los lazos de la comunidad de naciones que en su momento constituyó el Imperio Británico.

En España, el Gobierno de Rodríguez Zapatero -a diferencia del de Felipe González y el de José María Aznar- ha descuidado el amparo y la gestión de la función de la Corona. El que fuera presidente del PP -se dice- no tuvo unas magníficas relaciones con don Juan Carlos, pero jamás desatendió el prestigio de la Corona, incluso desde la discrepancia con el titular o con miembros de su entorno familiar. No es que tengamos tampoco nosotros una familia real estructurada y sin mácula. Por el contrario, en no pocas ocasiones -sea por unos o por otros y siempre por motivos diversos- el Rey y su familia no parecen atravesar por los mejores momentos de cohesión y ejemplaridad. La pituitaria popular es muy sensible a esta situación y por eso en el último barómetro de CIS, publicado en los medios el pasado 27 de octubre, la Monarquía “registra el primer suspenso”. Efectivamente, la Corona obtenía en el aprecio popular nada más que un 4,89, calificación sin precedentes.

El fracaso iberoamericano
La XXI cumbre Iberoamericana celebrada los días 27,28 y 29 de Octubre en Asunción (Paraguay) fue un completo fracaso: de los 22 Estados de pleno derecho, sólo 11 enviaron a sus jefes de Estado o de Gobierno, desairando al Rey que ejerce en estas reuniones anuales de auténtica referencia de los países de habla española y portuguesa, tanto por razones históricas y encomienda constitucional como por la posición geoestratégica de España como puerta de entrada a la Unión Europea. El Gobierno -por error o por incompetencia- no logró insuflar nuevas energías a un foro que se concibió estratégicamente. Desde que en Santiago de Chile en 2007, el Rey tuviera que salir en defensa de Zapatero frente a Chávez (“¿Por qué no te callas”?), nuestra particular Commonwealth, agoniza. Quizás pueda pensarse que no es importante que lo haga. En absoluto. Mantener fuertes lazos con los países hispanos es bueno para la economía, el idioma y la cultura españoles, la posición internacional de nuestro país y la preservación de un espacio de protagonismo internacional del Rey de España.

El fracaso de la XXI Cumbre Iberoamericana es coherente con otros anteriores que impactan sobre la Corona. La agenda estadista del Rey ha sido reducida en los últimos cuatro años; las visitas de Estado a Madrid se han limitado extraordinariamente; las actividades del Jefe del Estado han perdido relevancia y resultan rutinarias. Otro tanto ocurre con el Príncipe de Asturias, más activo por los problemas de salud de su padre al que ha sustituido con éxito por su rigor y entrega, pero al que se debe complementar con actividades de su consorte que trasciendan a su agotadora presencia en las revistas ‘del corazón’, en las que se destaca banalmente sus encantos personales y la exhibición de su variada indumentaria.

El caso Urdangarín
Si a esas circunstancias añadimos las últimas informaciones, nada edificantes, que afectan al marido de la duquesa de Palma, Iñaki Urdangarín, al que el fiscal acusa con su socio de “apoderamiento de fondos públicos”, lo que constituye una imputación material aunque no formal, llegaríamos fácilmente a la conclusión de que es necesario alertar sobre el deterioro que ha sufrido la reputación de la Monarquía en España, hasta el punto de que don Juan Carlos, desde la eclosión del asunto, no ha hecho aparición pública, ausencia justificada en una recaída de su dolencia en el talón de Aquiles.

Parte de este desgaste hay que atribuirlo al Gobierno, que no ha sabido gestionar la institución en los ámbitos que le son propios, ni detener actividades que podrían comprometer la transparencia de entorno del Jefe del Estado. El Ejecutivo y la Casa del Rey debieron propiciar que el consorte de la Infanta Cristina se dedicase a un trabajo transparente, pero no a hacer negocios. Cuando se le apartó de ellos -a través de Telefónica que lo empaquetó a la capital de EE UU- ya fue tarde.
La irresponsabilidad del yerno del Rey es de un calibre sólo comparable a la falta de eficacia de los controles que debieran estar permanentemente activados para que casos así no sucedieran. El golpe que ha dado a la institución Iñaki Urdangarín es de mayor envergadura y alcance que el divorcio de la Infanta Elena de Jaime Marichalar, e, incluso, superior al riesgo con el que el Príncipe de Asturias, contraviniendo la tradición dinástica, se desposó con persona de no contrastada adecuación a los deberes que debe afrontar como Princesa de Asturias y futura reina. Es hora de que en la Zarzuela se haga una seria autocrítica.

Libros sobre el Rey
Van a salir en breve, y hay ya textos en preparación, nuevos libros sobre el Rey y su familia. Alguno/s no serán demasiados complacientes. El paradigma de la comunicación ha cambiado y los pactos de responsable silencio son superados por el tiempo y las nuevas tecnologías de la información. La Monarquía es un artefacto institucional delicado, sólo protegido por el afecto de la opinión pública y la sensibilidad del Gobierno. Para España, la Corona ha sido una bendición desde 1975 y en otros períodos de la historia. Pero ni la Monarquía ni cualquier otra institución pueden vivir de las rentas.
Hemos de advertirlo quienes, en una larga militancia monárquica, de profunda convicción democrática, deseamos larga vida al Rey y la perpetuación de la Monarquía parlamentaria como forma de Estado para España. Cuando en nuestro país ha estado ausente la Corona se han desatado los demonios familiares, y vencido las dictaduras. Monarquía y democracia han venido siendo conceptos políticos equivalentes. Todos sin excepción han de estar al servicio de esa identificación entre la institución vértice del Estado y el sistema de libertades: desde El Rey y su familia a los Gobiernos de turno. El nuevo Ejecutivo debe poner en su lista de tareas, la rehabilitación social y política de la Jefatura del Estado aprovechando la energía del cambio que implica y la renovación desde septiembre pasado en la Jefatura de la Casa del Rey en la persona del diplomático -hombre de probada valía y lealtad- Rafael Spottorno Díaz-Caro.

martes, 8 de noviembre de 2011

Friedman 6- Keynes 1, o el triunfo por goleada del monetarismo

Publicado en Cotizalia (08/11/2011)
Las medidas tomadas por las autoridades europeas para solucionar la crisis pasan por la austeridad y los recortes públicos. En España, el actual gobierno las tomó y el próximo tendrá que hacerlo. Pero, desde el punto de la “Ciencia" Económica, ¿son la respuesta a la crisis? ¿Ayudarán a salir de ella?

Para contestar a estas preguntas, hay que entender primero que existen dos versiones en la “Ciencia” Económica sobre un tema mayor, el papel del Estado en la economía, del cual deriva la mayor o menor “bondad” de este tipo de propuestas.

La versión “clásica” apoya el ajuste: el Estado no debe intervenir en la economía, el “Mercado” asigna mejor los recursos y el deseo empresarial individual es la mejor forma de organizar la economía. El gasto público en el “Estado de Bienestar” implica menor crecimiento económico. La política monetaria y los recortes públicos son “LA” solución que hay que usar en las crisis.

Esta idea viene de lejos, desde el siglo XIX con David Ricardo que propugnaba que el déficit público no tenía efectos sobre la demanda. El gasto del Estado no recupera la demanda ni ayuda a salir de las crisis. En el siglo XX, Robert Barro continuó esta idea con su “Equivalencia Ricardiana”: ningún déficit público (ni el financiado por impuestos ni por deuda) estimula a la economía, ya que el ciudadano ahorrará porque el dinero que el gobierno gasta hoy lo tendrá que pagar mañana con más impuestos.

¿Es cierto? No hay claridad sobre si Barro tenia razón o no. Las evidencias empíricas no son claras.

Milton Friedman fue más allá al apoyar la práctica eliminación del papel del Estado. En “Capitalismo y Libertad”, escribía que la razón que justificaba el gasto público era “la necesidad del gobierno de eliminar el desempleo”, cosa que no había conseguido. Por tanto el gasto público sobraba.

En 1990, Giavazzi y Pagano dijeron que los recortes expandían la economía: la reducción del déficit público aumentaba la confianza de las familias y las empresas al pensar que un ajuste ahora impediría un ajuste mayor en el futuro y la reducción de los tipos de interés favorecía el consumo familiar y la inversión empresarial.

¿Es cierto? La evidencia empírica sugiere que la reducción del déficit solo aumenta la confianza en periodos de elevada inflación y tipos de interés altos, lo que no es el caso hoy.

Durante la crisis actual, tanto el BCE, el Banco Internacional de Pagos, el Tesoro británico y la OCDE sugieren que la reducción del déficit permiten la salida de la crisis. Algunos estudios cuantifican que un incremento en 10 puntos porcentuales del ratio deuda/PIB provoca una reducción del PIB del 0.2% anual por el aumento de interés, impuestos, inflación y por mayor incertidumbre empresarial.

Reinhart y Rogoff cifran cuanto es “demasiada” deuda pública. A partir del 90% de deuda sobre el PIB la economía decrece 1% y una vez que el país entre en la vorágine de endeudamiento público, la quiebra es segura.

¿Es cierto? La evidencia no es concluyente y es difícil determinar si ese 90% tiene evidencia empírica para según que tipos de cambios (fijos, flexibles…).

La otra versión, la “keynesiana”, apoya no hacer recortes: el Estado debe intervenir en la economía, el “Mercado” no asigna eficientemente los recursos y la voluntad individual puede llevar al egoísmo. El gasto público en el “Estado de Bienestar” no tiene impacto negativo en la economía. La política fiscal es “LA” que hay que usar en las crisis.

El principal defensor de esta versión es Keynes (Nota: Keynes no propuso el déficit público ni el gasto excesivo. Keynes nunca fue Keynesiano. El Gobierno era responsable de las crisis por permitir el descontrol del sector financiero y no debía intervenir en la economía, salvo en una crisis para evitar desempleo excesivo, descontento social, huelgas, el fin del capitalismo, de la democracia y el advenimiento del Socialismo, al que temía).

Keynes introdujo el “multiplicador del gasto”. Si el gobierno gasta (gasto como inversión no como Plan E), aumentará la producción y el consumo en una proporción mayor al gasto original. Si el gobierno gasta €100, el efecto en la economía será más de €100.

¿Es cierto? Existe múltiples debates, pero en general, existe consenso que el “multiplicador” existe y varía entre el 1’7 y el 2’5 según el tipo de gasto. Es decir, que €100 de gasto provocan un efecto añadido de entre €70 y €150 en la economía.

Paul Krugman es hoy el mayor seguidor de la idea de la política fiscal expansiva y de evitar recortes públicos como solución a la crisis. Es necesario controlar al “Mercado” y regular el Capitalismo. El “Mercado” no actúa ni más ni menos eficientemente que los gobiernos. El sector privado no es siempre la solución.

Otros como Ball, Leigh y Loungani argumentan que un recorte fiscal del 1% del PIB aumenta el desempleo en un 0.5%, cifra que Romer y Romer fijan en el 0.3%. Bruce Bartlett, sugiere que las medidas de recorte llevarán a una recesión, parecido a lo sucedido en 1937 cuando el gobierno implementó medidas de ajuste fiscal.

Para estos economistas, durante una recesión, el presupuesto público entra en déficit por el efecto de los “estabilizadores”. Primero aparece la crisis, que lleva a que el gasto público aumente, no al revés. La crisis provoca el déficit público, no al contrario.

EEUU e España son ejemplos de este mecanismo. La deuda pública en los EEUU era solo del 36% del PIB antes de la crisis y aumentó hasta el 52% en el 2009 por el pago de “estabilizadores” (desempleo). El déficit actual es, en gran parte, fruto de la ayuda al sector financiero. En el caso de España, el déficit público se mantuvo en positivo en el 2005, 2006 y el 2007, cuando la crisis ya se había incubado. Irlanda, es otro ejemplo de superávit público en el 2004, 2005, 2006, 2007…y no evitó su quiebra.

¿Cuál de las dos partes tiene razón?
La situación actual es parecida a una “deflación de deuda”. Cuando el nivel de deuda es tan elevado, los deudores pagan sus deudas y reducen su consumo. Ante la falta de demanda y la incertidumbre, las empresas usan sus beneficios para pagar sus deudas en lugar de contratar, lo cual reduce de nuevo el consumo familiar y la inversión empresarial…la espiral provoca una caída de precios que aumenta el valor real de las deudas. Cuanto más se paga, más se debe. El final es la Recesión.

La “Ciencia” Económica tiene las herramientas para solucionar la crisis y romper esa espiral. Familias, entidades financieras y empresas tienen que equilibrar sus balances. Las Balanzas Sectoriales explican que alguien tiene que endeudarse para que los otros sectores tengan un superávit. Es una cuestión de prioridad. ¿A quién se quiere salvar primero?

Usar solo la política monetaria reduciendo tipos de interés no soluciona la crisis pero permite el ajuste de las empresas. Usar solo la política fiscal tampoco sirve si existen límites al endeudamiento (3%) pero permite el saneamiento de las entidades financieras.

Solo la política monetaria o solo la fiscal no solucionarán el problema, pero una mezcla adecuada de las dos sí. Se puede (debe) aprender de crisis anteriores. Los ejemplos de Suecia 1992, Canadá 1990, Japón 1990 o EEUU 1933 enseñan algunas medidas a usar:

- Abrir las cuentas del sistema financiero, eliminar activos incobrables.

- Inyectar capital en las entidades financieras y castigar los excesos bancarios.

- Dejar que nuevas entidades “limpias” se creen.

- Estas entidades “limpias” darían créditos a proyectos empresariales viables.

- No aplicar medidas severas de austeridad hasta que la crisis termine.

- Endeudamiento público temporal para permitir el ahorro de familias.

- Necesidad de un sistema tributario serio.

- Evitar política monetaria contractiva.

- Estímulos fiscales pero no dispendios absurdos.

- Sector Exterior: recuperar la competitividad perdida.

Esta crisis no es nueva sino distinta. No es tanto una crisis económica, financiera, del euro o de deuda soberana (que también) como el fin del tipo de sociedad creada después de 1945. El paradigma imperante hasta hoy (entidades financieras, gobiernos, bancos centrales, Europa-EEUU centro del mundo y el sistema deuda-dinero en connivencia y descontrol) no funciona ya con estos niveles de deuda y con Asia enfrente.

Sin embargo, las autoridades no se plantean las soluciones anteriores. Para el Reino Unido, Irlanda, España, Portugal, Grecia e Italia, la solución es austeridad y ayudar al sistema financiero…y los resultados no son positivos ya que ninguno conseguirá alcanzar su objetivo de reducción del déficit (salvo Irlanda por su superávit exterior) ni salvar la quiebra de las entidades.

La excepción es Dinamarca, cuyo nuevo gobierno prefiere crear crecimiento, apoyar a las Pymes y no recortar el gasto. Salvo este caso, Friedman gana por goleada a Keynes. Recortes es lo que hay. Si lo quieren bien y si no también.

Pero quizás sea hora que ustedes tomen la responsabilidad de elegir que hacer. Seguir con este paradigma o aprender de crisis pasadas, tomar medidas adecuadas y compartir la carga de los errores entre todos. Depende de ustedes. ¿No creen?

viernes, 4 de noviembre de 2011

Corrección parcial

Editorial de El País
Si de sabios es rectificar, más aún es hacerlo rápidamente. El primer ministro griego, el socialista Yorgos Papandreu, canceló ayer su lamentable decisión de convocar un referéndum para someter a la aprobación ciudadana el segundo plan europeo de rescate de su país. Y a cambio, fraguó un principio de acuerdo con el principal partido de la oposición, la conservadora Nueva Democracia, para que ésta se sume a la aprobación del plan y se incorpore a un Gobierno de coalición.

La doble buena noticia hay que tomarla con cautelas. En la atribulada, fracturada y pasional política griega no se puede vender la piel del oso antes de hora. Los detalles del procedimiento a seguir, así como de una (lógica) desconvocatoria de la moción de confianza que debía celebrarse hoy, pueden torcer todavía el buen rumbo recuperado. Aunque el intenso dramatismo de las últimas horas presagia que la situación se estabilice.

A la desconvocatoria del referéndum ha contribuido una amalgama de factores: desde la oposición unánime de la opinión pública y de los gobernantes de la Unión Europea, hasta la amenaza de congelar la entrega de los 8.000 millones del sexto tramo del primer plan de rescate, pasando por elementos internos de Grecia. Entre ellos, la rebelión de parte del partido del Gobierno contra su líder y la inédita receptividad de la derecha a aprobar el rescate, tras meses de obstaculizar tanto el actual como el anterior, así como las reformas de ambos derivadas.

La retirada de la consulta y la formación de un nuevo Gobierno desbloquean el callejón sin salida en el que se había metido Grecia y con ella la UE. Habrá que ver su plasmación: el formato y mandato del nuevo Ejecutivo, si es de mera transición o alberga mayores ambiciones; su duración, minimalista para asegurar el rescate, o del resto de la legislatura para consolidar la economía en recesión; su presidencia, a cargo de un técnico o de un político; la presencia o ausencia en él de los principales líderes... Casi todo estaba anoche entre interrogantes; pero la respuesta a muchos de ellos quizá ofrezca un modo novedoso en la formalización de la dialéctica de las operaciones de salvamento. Lo esencial es que el súbito caos de la eurozona surgido el martes parece enderezado de momento.

Para un cierre menos agrio del desgraciado incidente, los líderes de la UE deberían ahora examinar la posibilidad de completar el paquete de rescate con nuevas medidas de estímulo a la economía griega, pues su salida de la recesión es lo único que garantizará el repago de la deuda y su normalización. El estreno de Mario Draghi en el BCE, rebajando por sorpresa un cuartillo el tipo de interés, debería marcar la tendencia: completar la firmeza con flexibilidad, imaginación y un mayor oído social. También deberían afinar el fondo de rescate puesto en pie, cuya debilidad es patente: si fue incapaz el miércoles de colocar bonos por 3.000 millones, ¿cómo adquirirá una potencia inversora de un billón de euros?

jueves, 3 de noviembre de 2011

De la discordia a la concordia

Por Jose Luis González Quirós
Publicado en El Confidencial (03/11/2011)

Enric Juliana ha escrito recientemente que lo que está en juego en las próximas elecciones es si el PSOE seguirá manteniendo el lugar privilegiado del que, hasta ahora, ha gozado en el sistema político de 1978. Las encuestas que se barajan estos días hablan de que el suelo electoral del PSOE está en el aire, y eso podría suponer una profunda modificación de su papel de partido dominante.

Si tal cosa sucediere, que está por ver, se abriría un panorama muy distinto al del bipartidismo imperfecto que ha dominado la política española desde las elecciones de 1977. Para evitar las conjeturas precipitadas, parece más interesante preguntarse por las causas de que tal cosa haya podido llegar a plantearse. Una primera respuesta sería la de índole económica. El PSOE habría labrado su ruina debido a la desastrosa gestión de la crisis que ha realizado el Gobierno de Rodríguez Zapatero, hipótesis a la que habría que añadir el matiz nada desdeñable de que los socialistas hayan debido reconocer, aunque tarde y con desgana, que sus supuestas soluciones de izquierda estaban siendo parte esencial del problema al aceptar las sugerencias neoliberales de reducción del gasto público y de ajustes sociales que le fueron impuestas al presidente por los poderes fácticos del mundo global, desde Obama a los chinos, pasando por la señora Merkel. Esta línea de conducta ha culminado con la constitucionalización del equilibrio presupuestario y ha dejado a las supuestas soluciones sociales de la izquierda en una posición francamente desairada.

No me parece que esta hipótesis económica tenga suficiente fuerza como para explicar por sí sola el descalabro socialista, si es que, en efecto, aconteciere tal cosa. Me parece que hay un análisis mejor de las causas de lo que podría ocurrir, una explicación más política que económica.

Para introducirla me referiré al excelente ensayo que ha publicado recientemente Óscar Alzaga sobre el abandono del consenso y el escaso acierto para escoger una combinación adecuada de discrepancia y consenso, que es la causa del enrarecido clima político que hemos padecido. La dinámica del enfrentamiento ha alcanzado con el zapaterismo unos extremos antes desconocidos, se puso en riesgo el pacto constitucional, se negaron las virtudes de la Transición, se pretendió expulsar al PP del campo de juego político, se pretendió que los españoles dedicasen más atención a un pasado escasamente ejemplar que a un futuro prometedor y exento de exclusiones y maniqueísmos. En estos años se ha dado la sensación de que no es que los rivales políticos no alcancen a entenderse, sino que les ha parecido más rentable políticamente no hacerlo. Ha ocurrido eso, además, cuando un clamor social demandaba precisamente lo contrario, políticas de Estado, como aquí suelen llamarse, pactos, las soluciones de largo alcance que parece requerir una crisis tan honda y larga como la que estamos padeciendo.

No creo que el clima de discordia sea responsabilidad exclusiva de los socialistas, pero me parece que buena parte del electorado, también del que indebidamente se considera como propio, así lo ha entendido. Esa percepción se ha agravado, además, con los intentos de llevar a cabo una política territorial que exacerbaba las diferencias y, ahora mismo, con el insensato propósito de convertir a los etarras, los peores enemigos de la democracia española, en unos buenos chicos deseosos de reconocer los esfuerzos de Zapatero por resolver su situación. Es esta deriva radical y revisionista de nuestra democracia lo que le habría hecho perder al PSOE el lugar central que hasta ahora había venido ocupando en las preferencias electorales de los españoles. Independientemente de cuáles sean los resultados del próximo 20 de noviembre, y la distribución de los escaños en la Cámara, el PSOE deberá revisar su posición en el mapa político si no quiere verse amenazado por una decadencia que, aunque pudiera ser lenta, sería, finalmente, irremisible.

Si la hipótesis que propongo fuese correcta, el interés de todos, y muy en especial del PSOE, debería ser que la nueva legislatura se desarrollase en un clima político muy distinto del que ha presidido la última década. El libro de Alzaga recuerda una hermosa frase de Salustio, “la concordia hace crecer las cosas pequeñas, la discordia arruina las grandes”, y apuesta porque sepamos recuperar el diálogo y la capacidad de consenso que necesita cualquier sociedad civilizada y deseosa de bienestar y progreso. La mayor responsabilidad estará entonces en manos de Rajoy, que hay que suponer no se dejará llevar por las tendencias más radicales de su grupo, pero también en quien resulte ser el líder del PSOE tras las elecciones.

La política española ha sido, tradicionalmente, bastante previsible, pero el mundo está cambiando de manera espectacular, y aunque los españoles seamos básicamente conservadores, puesto que somos un país muy viejo, pudieran empezar a pasar cosas antes nunca vistas.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Atemorizados, pobres, parados, insomnes y desconfiados

Por Jose Antonio Zarzalejos

Publicado en El Confidencial(02/11/11)


¿Cómo estamos los españoles al borde del inicio de la campaña electoral? En una crisis brutal. Para empezar, no nos llega la camisa al cuello con el anuncio de Georges Papandreu. Si la peregrina y desleal idea del presidente del Gobierno heleno -¿es o no una decisión?— de someter a referéndum el segundo rescate a Grecia prospera, demos por desbaratada la zona euro y asumamos que las consecuencias serán de la peor factura para España. Caeremos en el pánico como ayer las Bolsas de toda Europa. El miedo genera angustia y por eso nos avisan los psiquiatras y psicólogos: sus consultas se llenan. Y los farmacéuticos constatan que venden tantos ansiolíticos como laxantes.

Además de atemorizados, somos pobres. Nada menos que el 21,8% de los hogares está por debajo del umbral del riesgo de pobreza según el INE. Este porcentaje ha crecido vertiginosamente porque en 2009 se situaba en el 19,5%. Además, un 36% de los españoles no pueden hacer frente a un gasto imprevisto y la desigualdad de ingresos entre los ciudadanos se ha disparado. Sólo Letonia, Rumania y Lituania nos preceden en ese ranking tan ominoso.

Obviamente, somos más pobres porque hay menos trabajo: si la EPA se desestacionaliza como nos explicaba en El Confidencial Carlos Sánchez la semana pasada, ya hemos superado los cinco millones de desempleados, el 20% cabezas de familia. El paro registrado de octubre –se conocerá mañana— no hará otra cosa que seguir la senda negativa de la Encuesta de Población Activa, autentico artefacto explosivo de carácter social que queda paliado por la urdimbre familiar, los ahorros –que merman—y un nivel de fraude no pequeño.

Pero es que los españoles, además, somos gente insomne, es decir, faltos de sueño porque no hemos hecho la revolución horaria que requieren nuestra productividad y nuestra salud. El puente que terminó ayer –y el que se presenta en diciembre con la concatenación del aniversario de la Constitución y la fiesta de la Inmaculada—rompe cualquier coherencia en el sostenimiento de la productividad. Aunque no somos el país con más días feriados (según la Dirección General de Trabajo, en 2012 habrá 9 fiestas nacionales, a las que hay que añadir las autonómicas y municipales hasta un total de 16) parecemos incapaces de unirlos para evitar los “puentes” o los “acueductos” como hacen nuestros vecinos europeos que pasan a lunes o viernes los festivos y no rompen la cadena laboral a mitad de semana.

La CEOE negocia con los sindicatos imponer el sistema europeo. Al tiempo, comienzan a percibirse un movimiento ya cierto para cambiar los horarios. Comemos –demasiado y durante excesivo tiempo— a primera hora de la tarde cuando las empresas del Continente están en plena producción; y alargamos el horario hasta horas intempestivas mientras nos espera en casa el prime time televisivo más atrasado de la vieja Europa. Con lo cual nuestra productividad es baja, nuestros horarios despilfarradores, la conciliación difícil y el sueño, escasísimo. De ahí que se explique la cada vez más perceptible irritabilidad y mala leche nacional.

Se busca terapeuta para un país enfermo
Además, somos tremendamente desconfiados. A veces esa es una cualidad; a veces un defecto. Es cualidad cuando no creemos las intenciones de los terroristas. Según una encuesta de El País publicada el 23 de octubre, la mayoría de los consultados, según preguntas formuladas de distinta forma, no creía que la declaración de ETA de “cese de la actividad armada” implicase el final del terrorismo de la banda. Parecidos –aunque más abultados— resultados obtuvo el diario El Mundo en la encuesta que publicó sobre el mismo tema el día 24 del mes pasado: el 69% de los consultados no creía en las “buenas” intenciones de la organización terrorista.

Un país con una población con una tasa de paro que más que duplica la de la Unión Europea; con un porcentaje de casi el 22% de hogares en el umbral de riesgo de pobreza; con horarios dislocados y descoordinados con los europeos –en estos somos una excepción total— y que no se cree lo que sus políticos y la mayoría de los medios de comunicación dicen que es una buena noticia (el fin del terrorismo), se encuentra en una disposición colectiva de naturaleza psicológica, verdaderamente preocupante. Necesitada, sin duda, de algún tipo de terapia. Más aún después de que Georges Papandreu nos haya pegado un susto que no lo mejora ni la más aterradora careta de Halloween.

martes, 1 de noviembre de 2011

Sobre las conmemoraciones ancestrales de los difuntos en la antigüedad

Por Isabel Caparrós Martínez

Hispanidad, lunes, 31 de octubre de 2011; sobre las conmemoraciones ancestrales de los difuntos en la antigüedad


Samhain significa en el irlandés antiguo “fin del verano” y se celebraba al final de la temporada de cosechas en la cultura celta. Era el “Año Nuevo Celta” que se iniciaba.

Los celtas de la antigüedad creían que se estrechaba la línea que une este mundo con el Otro Mundo con la llegada del Samhain, y que ello permitía a los espíritus, malos y buenos, traspasarla. Los celtas visitaban a sus espíritus familiares y los homenajeaban al tiempo que alejaban a los malos espíritus por medio de disfraces y máscaras y ello para confundir a aquellos y evitar que no les hiciesen daño.

Era el inicio de la estación oscura o Samhain que también se aprovechaba para hacer balance del suministro de alimentos y del ganado y prevenir su falta durante el invierno. En las chimeneas de las casas se hacían hogueras a las que lanzaban los huesos de los animales que se sacrificaban.

Pero fue en 1840 cuando Halloween fue llevada a Estados Unidos por los inmigrantes irlandeses durante la Gran Hambruna irlandesa, que también difundieron la costumbre de tallar los Jack-o'-la teru, inspirada en la leyenda de “Jack el Tacaño”, y que consistía en una calabaza gigante hueca y con una vela dentro. Comenzó a celebrarse masivamente en 1921 en que tuvo lugar el primer desfile de Halloween en Minnesota. En la actualidad, canadienses y norteamericanos consideran esta festividad como la más importante de su calendario festivo.

La celebración cristiana del 1 de noviembre tiene unos comienzos en la Iglesia Primitiva, un poco antes de Halloween. Aquélla celebraba el aniversario de la muerte de Paúl en el lugar donde sufrió el martirio. Los mártires morían por grupos, lo que dio lugar a una celebración común, sobre todo, a partir de la persecución de Diocleciano, en que el número de mártires que murieron era muy grande.

En un sermón de San Efrén el sirio, en el año 373, se menciona lo de un día en común. Al principio sólo a los mártires y San Juan Bautista se les honraba por un día especial y, gradualmente, se fueron asignando otros santos hasta que el proceso regular de canonización lo dejó establecido. Aún en 411 había una "Commemoratio Confessorum" para el viernes de los cristianos de Oriente en el Calendario Caldean y, en la Iglesia Occidental, el papa Bonifacio IV consagró entre 609 y 610 el Panteón en Roma, dándole así un aniversario a la Santísima Virgen y a todos los mártires.

Por su parte Gregorio III consagró una capilla en la Basílica de San Pedro a todos los santos y arregló el aniversario para el 1 de noviembre, y fue extendida esta celebración a toda la Iglesia a mediados del siglo IX por Gregorio IV.

En distintos países hispanos es tradición recibir a los muertos el día 1 de noviembre, al mediodía, con una mesa ceremonial en la que se recibe a sus difuntos con comida y bebida a que fueron de su gusto en vida. Se cree que los difuntos se quedan con nosotros desde el mediodía del 1 de noviembre al mediodía del día siguiente, el día 2, realizando visitas al cementerio durante esos dos días.

Siempre he creído que es bueno y enriquecedor para mi pobre cultura saber las costumbres de los demás humanos, y lo importante de la comunicación e interrelación, para un enriquecimiento mutuo que, sin duda ayuda a mejorar o perfeccionar nuestra convivencia y respetarnos mutuamente nuestras costumbres.

Mirad, en Cartagena de Indias (Colombia) se celebra el tuitililillo o evento en el que un grupo de chicos va de casa en casa y, a través de cánticos, piden alimentos para hacer una comida tradicional llamada el Sancocho.

La tradición en España consiste en visitar los lugares donde yacen los seres queridos, dejarles flores y rezar por ellos. Es interesante conocer, o recordar, cómo se manifiesta la celebración de Todos los Santos en distintos puntos de nuestra Patria: En Cádiz, el 31 de octubre se celebra los tosantos y lo hacen disfrazando a los puercos, gallinas y conejos de la ciudad, y haciendo muñecos con frutas, verduras y frutos secos que reflejan, con ese humor crítico gaditano, la realidad social del año. En Galicia se celebra el Magosto (castañas con leche); en Albacete las Migas de niño; en Ceuta es el Día de la Mochila y la gente se va al campo llevando una mochila con frutas y frutos secos para pasar el día; en Cataluña se celebra la Castañada en la que comen boniatos al horno y panellets; en Connutaina (Alicante) se celebra “la fora de tots sants” que es una licencia de mercado concedida por el rey de Aragón Pedro IV el Ceremonioso, que le convierte en una de las ferias de productos más antiguas e importantes de España.

En Los Pedroches, al norte de Córdoba, se encienden velas en las casas y se comen las tradicionales Gachas de leche; en Extremadura se va al campo a merendar la Chaquetica; en la dehesa de Guadix se comen pestiños y boniatos; en Jaén buñuelos y en el resto de España huesos de santo.

¡Cuánto tenemos en común los españoles! Cuántos siglos degustando por la festividad de Todos los Santos, todo lo enumerado. ¡Ah! se me olvidaba esa otra costumbre, costumbre e interesante de Jaén, concretamente de Baños de la Encina, se le dedica a esta festividad varios días y son las fiestas más importantes del año. Pues bien, se dice que antiguamente tocaban las campanas a muerto durante toda la noche y que los hombres se quitaban de en medio yéndose a la sierra mientras que las mujeres se quedaban rezando. Hoy ha mejorado este punto ya que nos y otras, separados en Peñas, se van al campo a casillas, a chambaos, o a donde pueden pasar esos 2 ó 3 días pues desde hace algunos años el 1º de ellos es fiesta local.

Sería bueno reflexionar sobre nuestras celebraciones, nuestras costumbres. La costumbre es muy importante para las culturas y la buena convivencia, hasta el punto de que, en circunstancias de que surjan conflictos de interés entre personas o entidades, incluso a nivel internacional, y no se cuenta con una norma o ley escrita para resolverlo, se recurre a la costumbre reiterada de emplear la mismo solución ante conflictos iguales.

La costumbre es sagrada, como solemos decir; nos identifica. No estaría mal caer en la cuenta de, puestos a asumir costumbres que, además son más nuevas y no son las de nuestros antepasados ni tan prolongadas en la Historia, asumir con todas nuestras ganas, el sentido de la democracia que tienen los norteamericanos y eso sí que es digno de admirar y, cómo no, también su sentido de patria, de Nación: verlos defender y reverenciar al unísono, con la mano en el corazón, a su Bandera, sí merece asumirlo. Halloween es conocido debido al despliegue propagandístico con fines puramente mercantilistas y, de nuevo, caemos en la manipulación.