Por Carlos Fonseca
Publicado en El Confidencial (22/06/2011)
El PSOE lleva semanas culpando a IU de permitir que la derecha gobierne en algunos ayuntamientos por no haber votado a sus candidatos ni lo vaya a hacer, y esta es la gorda, en la Junta de Extremadura. Los militantes de la coalición han acordado que sus tres diputados se abstengan en el pleno de investidura, lo que convertirá al popular José Antonio Monago en el nuevo presidente gracias a sus 32 escaños, dos más que los socialistas. Monago gobernará porque ha sido el candidato más votado, y el PSOE haría mejor en buscar las causas de su derrumbe que en criticar a IU por no plegarse a sus intereses. Que pregunte a sus votantes por qué han dejado de serlo.
Marcelino Iglesias, secretario de Organización del PSOE, calificó el lunes de “lamentable” la decisión de IU, a la que ha recordado que “forzar políticas más progresistas, políticas más a la izquierda, no es fácilmente conciliable con apoyar a candidatos de la derecha”. A mí me parece que la decisión de IU de Extremadura es coherente, porque por encima de las siglas están los hechos, y no es de recibo que el PSOE reivindique ahora políticas de izquierda cuando lleva toda la legislatura haciendo políticas de derechas. ¿Por qué tendría IU que apoyarlo?, ¿porque lleva el término “socialista” en sus siglas? Su política económica ha sido neoliberal y no hay razones que justifiquen el respaldo de la coalición.
Los socialistas van a apoyar a UPN en Navarra para que Yolanda Barcina sea la nueva presidenta del gobierno foral, y en Canarias a Paulino Rivero (CC) para que siga al frente del Ejecutivo canario. No se van a abstener, como hará IU en Extremadura, van a votar a dos candidatos de la derecha y, además, van a formar parte de sus gobiernos. Sería clarificador que la Ejecutiva explicara si han adoptado estas decisiones por la coincidencia de programas o para repartirse las canonjías del poder. Y en el País Vasco, junto a Andalucía sus únicos reductos autonómicos, Patxi López es lehendakari gracias al apoyo del PP, pese a haber obtenido 5 escaños menos que el PNV en las autonómicas de 2009.
El presidente Rodríguez Zapatero lleva ocho años gobernando en minoría gracias a su “geometría variable” de pactos, en los que dos partidos de derechas, CiU y PNV, han sido sus aliados preferentes. El PSOE ha ignorado al bloque de izquierdas (IU, ERC y BNG) para negociar, por ejemplo, la reforma laboral o la de las pensiones, y se ha negado a una reforma de la Ley Electoral para que IU, por ejemplo, tenga la representación parlamentaria que le corresponde como tercera fuerza política nacional en número de votos. De eso nada, pero el PSOE reclama sin rubor el apoyo de aquellos a quienes ha ninguneado y despreciado.
El hundimiento electoral del 22 de mayo le ha llevado a convocar una Conferencia Política de la que saldrá su programa para las generales del próximo año. Los barones que dijeron “amen” a las recetas económicas del Gobierno reclaman un giro a la izquierda para recuperar votos, pero callan cuando el presidente Zapatero insiste en seguir con sus reformas neoliberales que han supuesto el desmantelamiento del Estado del Bienestar y el mayor recorte de derechos de los trabajadores de toda la democracia. ¿Dónde está el giro a la izquierda que defienden? ¿en el futuro programa electoral? Para recuperar el crédito ciudadano hacen falta hechos, no solo promesas.
Mención aparte merece la posición de la dirección federal de IU. Su coordinador general, Cayo Lara, ha amenazado con sanciones a sus compañeros extremeños por negarse a votar al candidato socialista, pese a que él lleva todo la legislatura criticando la política del Gobierno. El líder de IU propone pasar por encima de una decisión que no ha tomado la dirección regional, sino las bases, que, como le ha recordado el coordinador regional, Pedro Escobar, no están solo para pegar carteles y pagar las cuotas.
Si la izquierda sigue defendiendo una política de mínimos, la del mal menor, la de que gobierne el PSOE mejor que el PP, está condenada a desaparecer. Nadie vota a una fuerza subalterna de otra, y esa es la imagen que IU está dando. La izquierda real tiene su espacio en el hartazgo ciudadano hacia una forma de hacer política que fomenta el bipartidismo y reduce su participación a votar cada cuatro años. El Movimiento 15M es un ejemplo de lo que digo.
El único político socialista sensato en este sainete ha sido Guillermo Fernández Vara, el presidente extremeño en funciones, que ha pedido “respeto” para IU porque no es justo cargar en ellos el fracaso propio. Fernández Vara tiene claro que las causas de la derrota hay que buscarlas dentro del partido y no fuera. Lo demás son excusas.
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