Por Carlos Fonseca
Publicado en El Confidencial (01/06/2011)
“Mañana me pongo a trabajar para recuperar España”. Lo dijo Mariano Rajoy la noche de la victoria electoral del PP, pero ya se sabe que a uno se le calienta la boca con la euforia, porque desde entonces, nada de nada. El líder de la oposición y previsible presidente del Gobierno tras las próximas generales ha llegado a la conclusión de que lo mejor para no equivocarse es no decir nada, pero a diez meses de los comicios ya no tiene excusas para seguir sin presentar su alternativa política y que los ciudadanos sepan qué propone y cómo se propone llevarlo a cabo. Ya está bien de enunciados genéricos, apelaciones mitineras al cambio y perogrulladas varias.
Despejada la duda del candidato socialista, ya sabe que tiene que tiene que enfrentarse a un contrincante que le gana de largo en el cara a cara. Alfredo Pérez Rubalcaba es un político brillante, excelente orador y con una enorme capacidad de respuesta inmediata, muy por encima de Rajoy, que no se distingue precisamente por su agilidad dialéctica ni por sus reflejos. Sus adláteres le disculpan con aquello de que lo importante no es la forma, sino el fondo, pero es que sus mensajes tampoco tienen contenido.
Es más que probable que el PP saque a pasear sus fantasmas contra el vicepresidente y ministro del Interior, empezando por lo de “portavoz de los GAL” (por aquello de hacer un relato cronológico de maldades), instigador del “pásalo” tras los atentados del 11M, espía de políticos populares o negociador con ETA con el objetivo de desprestigiar al que me parece el mejor candidato posible que los socialista podían elegir para que no se repita la debacle de las municipales, porque lo de remontar y ganar es puro ejercicio de voluntarismo
Rajoy tiene que definir su proyecto y aclarar, por ejemplo, si va a derogar la reforma laboral que tanto ha criticado por lo que supone de recorte de los derechos laborales. “La reforma del despido”, la llamó Soraya Sáenz de Santamaría en portavoz del que parece ser el Partido Popular de los Trabajadores por el empeño que están poniendo los émulos del liberalismo en defender a los asalariados, aunque con su abstención permitan que la reforma salga adelante en el Congreso.
Sería también de gran utilidad para los empleados públicos que el candidato a presidente dijera si les va a subir el sueldo un 5% para que vuelvan a recuperar el poder adquisitivo perdido con las medidas de ajuste de Zapatero a las que se opuso.
Tampoco estaría de más que aclare si va a modificar la ley de matrimonios homosexuales, y en qué situación quedarán quienes se han casado desde su aprobación. Y qué hará si el Tribunal Constitucional rechaza su recurso contra la ley del aborto. ¿La mantendrá tal y como fue aprobada en el Congreso? ¿La modificará?
Los ciudadanos le agradeceríamos igualmente si va a cumplir con su anunciada rebaja de impuestos, y cuáles, y si uno de ellos va a ser IVA, cuya subida del 16 al 18% tanto denostó. Y también me gustaría saber si para aumentar los ingresos del Estado va a incrementar la ridícula fiscalidad del 1% de las Sicav, donde buscan refugios las grandes fortunas, para aproximarse al 25% el impuesto de sociedades o al 18% que pagamos por los intereses de los ahorros que tenemos en el banco.
Quizá tiene previsto volver a abonar la prestación de 2.500 euros por nacimiento que el PSOE eliminó el 1 de enero de este año para ahorrar, y los 426 euros de ayuda a los parados de larga duración que han agotado su prestación por desempleo.
¿Y qué va a hacer con las pensiones? Los jubilados se pondrían muy contentos si entre sus planes está revalorizarlas con efecto retroactivo desde enero de 2011, fecha en que Zapatero las congeló, y si volveremos a la jubilación a los 65 años en lugar de los 67, porque la semana pasada el PP se abstuvo en la votación de las enmiendas a la totalidad de la reforma.
Esta es la política real, la que preocupa a los ciudadanos, y no la demagogia a la que nos tienen acostumbrados el PSOE y el PP. La indefinición de Rajoy y de su partido solo tiene dos explicaciones posibles: no saben lo que quieren, o si lo saben no quieren decírnoslo porque el recorte de derechos de Zapatero se les queda corto. Miedo me dan.
Hasta el próximo miércoles
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