Un buen amigo, votante de izquierdas de toda la vida, aunque creo que no milita en ningún partido político, me llama por teléfono para vernos, y me advierte: “No he cambiado nada mis ideas”.
La advertencia viene a cuento porque algunos amigos mayores que él, le advertíamos amistosamente de que, cumplidos los cuarenta, pasaría de las utopías de la izquierda al realismo de la derecha.
Seguimos hablando y me comenta: “Gracias al equipo de futbol, que ha quedado campeón del mundo, los españoles hemos recuperado nuestra bandera”.
“Querido amigo, le respondo, te recuerdo que el Sábado Santo Rojo, aquel de 9 de abril de 1977, en que fue legalizado el Partido Comunista de España, sus militantes salieron por Madrid en coches enarbolando la bandera española y haciendo sonar el claxon”
Quiero decir con esto, que esa bandera “recuperada” ha sido y es la bandera que nos representa a todos los españoles, aprobada, incluido el escudo, el 5 de octubre de 1981 y sus colores, contemplado en el articulado de la Constitución de diciembre de 1978.
Pero voy mas lejos, la rojigualda, ha sido nuestra enseña nacional, nada menos que desde 1785, solo interrumpido durante la II República, esto es de 1931 a 1936 (o 1939 considerando la vigencia de la Republica en media España). Incluso mantuvo sus dos colores durante los dos años 1873 – 74, es decir en la I Republica.
Decir que gracias al equipo de futbol, los españoles hemos recuperado nuestra bandera, me parece, cuando menos, una autentica frivolidad. Nunca la hemos perdido, desde 1785, con excepción de la II República, la rojigualda ha sido y es nuestra bandera. Quien considere que la ha perdido y ahora recuperado, que se analice a si mismo y sinceramente vea cual ha sido su actitud respecto a la bandera.
Desde hace algún tiempo, no demasiado, en las manifestaciones sindicales y aquellas en las que los partidos de izquierdas son los convocantes, es difícil ver una bandera española y si abundancia de banderas del sindicato, de la comunidad autónoma o incluso alguna perteneciente a la II República, pero, ya digo, la que nos representa a todos los españoles brilla por su ausencia.
Nadie, que yo sepa, ha prohibido a estos manifestantes el uso de su bandera, sin embargo, ellos sabrán por qué, han decidido prescindir de lo que les es propio y legitimo y sustituirlo por otros símbolos, igualmente propios y legítimos (con excepciones puntuales en cuanto a la legalidad), pero cuya representatividad es mucho mas limitada.
Ocurre el felicísimo acontecimiento del Campeonato del Mundo de futbol y el entusiasmo popular se desborda llegando a cotas nunca vistas y, curiosamente, las celebraciones son, de forma casi absoluta, enarbolando la bandera nacional, incluidas zonas geográficas españolas donde, habitualmente solo ondean las banderas españolas en edificios oficiales y no sin dificultades.
Jóvenes, mayores, niños, toda España se pinta los colores, se viste la camiseta y pasea la bandera. El entusiasmo por nuestros colores representativos se contagia con enorme fluidez y los que por absurdos prejuicios no se atrevían, pierden sus temores y se recuperan lo que nunca nadie les había quitado y ha seguido y sigue siendo suyo.
Brindemos por el regreso a la normalidad. ¡ Enhorabuena España !.
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