Una consecuencia directa, que sería positiva, de la agobiante crisis económica que padecemos en España, ha sido el acuerdo al que han llegado los dos partidos mayoritarios, PSOE y PP, de reducir a la mitad la duración de las Campañas Electorales.
Pero ese optimismo, en realidad, no tiene ninguna base real. La Campaña Oficial, si quieren, se puede hasta eliminar, y no pasaría nada, por la sencilla razón de que existe en nuestro país una cosa llamada “Precampaña” es decir un periodo de tiempo "inmediatamente" anterior a la Campaña oficial.
Dice la sabiduría popular española: “Hecha la Ley, hecha la trampa”, y, son precisamente los encargados de legislar y hacer cumplir lo legislado, los primeros en burlar lo que ellos mismos han decretado.
Las limitaciones, de cara a la galería (nosotros, los ciudadanos), impuestas a la campaña electoral, aun en el supuesto de que se cumplan, que esa es otra, quedan ampliamente superadas por la Precampaña.
La Precampaña, no tiene límite de tiempo, ni de gasto, ni de nada, en realidad, llamando a las cosas por su nombre, nuestros políticos están permanentemente en Campaña Electoral. No es que las elecciones que nuestras leyes contemplan, es decir, Generales, Autonómicas y Locales, se escalonen y distancien en el tiempo de forma que, prácticamente cada año tengamos una cita con las urnas, aun no hemos llegado a eso, aunque todo se andará.
Lo que ocurre, es que nuestros políticos, habitualmente y de forma exhaustiva, no hacen un gesto, ni una declaración, ni un acto político, cuyos dos únicos objetivos no sean: por una parte el desprestigio de la oposición política, y por otra el ensalzamiento propio.
Propongo al lector un sencillo ejercicio comprobatorio: Coja un periódico cualquiera de información general, de cualquier día de la semana, y con dos colores destaque, en uno, lo que suponga un ataque directo a otro partido y en otro, lo que suponga de autoalabanza, en las declaraciones que en ese día hayan realizado los políticos de uno y otro signo. Les garantizo que no se verán defraudados.
Pero hay más. Lean una crónica cualquiera de un pleno municipal, o las intervenciones parlamentarias de los miércoles, día establecido para que los partidos de la oposición hagan sus preguntas al Gobierno. Uno pregunta una cosa, sobre la materia que sea, y el otro responde algo que en nada se corresponde con la cuestión planteada. Y así el tema se eterniza y ninguno hace otra cosa que intentar la descalificación del oponente, recordándole sus errores pasados y tratando de ocultar los propios actuales.
Esa es la forma de hacer política de nuestros políticos y cuando se acerca la fecha electoral, se inaugura, aunque sea por tercera vez, una obra publica, incluso aunque su realización corresponda a otra administración (metro de Madrid o terminal T-4 de Barajas). A veces, a falta de algo que inaugurar, sirve una primera piedra de una obra largamente esperada y que, en el mejor de los casos, habrá que seguir esperando, porque la distancia en el tiempo entre la primera y la segunda piedra, no está establecida.
Todo esto, que para nada es exagerado, se corresponde con esa campaña electoral permanente en la que vivimos. Pero, por si acaso, y en vista de lo mal que pintan las encuestas, los grandes partidos se han apresurado a limitar, incluso en las cadenas de televisión privadas, los espacios disponibles para los pequeños partidos…no vaya a ser que tengamos alguna sorpresa.
Es obvio que la política vive en una continua campaña electoral. Cuando no son las generales, son las autonómicas y si no las locales. Se trata de gobernar mirando el calendario electoral. Gobernar pendiente siempre de los réditos electorales.
ResponderEliminarDificil solución.
El problema de la baja calidad (politica, moral y profesional) de nuestro políticos tiene dos caras: Por una parte, los que ya han alcanzado el sillón, son muy celosos de que nadie entre en ese coto cerrado y por otra parte, muchas personas, que lo harian muy bien, no dan el paso adelante, por exceso de responsabilidad, miedo a las trabas que les van a poner y temor a que la opinión publica les catalogue como a los que hoy nos gobiernan. De todas formas hay que animar a esas personas, a ver si logramos desalojar a tanto inutil.
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