Este artículo fue publicado en el Diario de Cádiz en diciembre de 2009, pero consideramos que no ha perdido vigencia, sigue siendo actual. Por esa razón lo reproducimos hoy y esperamos aportaciones de nuestros lectores.
EN los últimos días he tenido algunas experiencias personales que me han obligado a posponer cualquier otro tema para un artículo y darle prioridad al que me ocupa. Sintetizo los hechos que, aunque aislados, se enlazan perfectamente y tienen como centro a la mujer:
-Un vídeo, de los que circulan por la red, con el título de "La Invasión Silenciosa", da alarmantes cifras del crecimiento demográfico en el mundo occidental, con tasas de nacimiento rondando el 1,8 en los mejores casos, cuando se estima en 2,1 el mínimo imprescindible para, llamémosle, la conservación de una cultura. Con las tasas del 1,9, calcula una supervivencia de esa cultura de 80 a 100 años y con las actuales, no pasaran de 40/50 años. Es decir, en plazos relativamente próximos nuestra cultura occidental sería reemplazada por otras cuyas tasas de crecimiento son muy superiores.
-En una charla entre amigos y comentando la última encíclica de Benedicto XVI, Caritas in Veritate, sobre "el desarrollo humano integral", y cuando habla de "los problemas relacionados con el crecimiento demográfico", surge el tema de la realización integral de la mujer y su derecho a ocupar en la sociedad los puestos que su capacitación y formación le permitan, y como la maternidad condiciona en muchísimos casos el logro de esos objetivos.
- Veo y oigo en televisión a la actriz/activista Emma Thompson hablando de la trata de blancas y la prostitución femenina como uno de los negocios más lucrativos del mundo, "superior incluso a la droga o el trafico de armas", y añade: "El mundo es muy peligroso para las mujeres". No se puede decir más con menos palabras.
-Un sacerdote católico amigo comentaba hace unos días, lógicamente sin referencias que los hicieran identificables, casos de malos tratos domésticos, tanto de maridos como de hijos, a esposas y madres, algunos, sobre todo en el segundo caso, por causa de la crisis económica, que ha propiciado que chicos que han abandonado los estudios y no tienen trabajo, exijan a sus padres la satisfacción de caprichos a los que económicamente no pueden hacer frente.
¿Para qué seguir? Estamos hablando del Occidente "civilizado" y, se supone, con unas profundas y centenarias raíces humanísticas. Y, lo peor de todo, es que estos y otros ejemplos similares, cuando observamos su evolución, no hacen sino empeorar día a día. Las cifras negativas se disparan a cada nueva estadística conocida.Sin ningún género de duda, estamos viviendo una etapa de recesión de los valores que llevaron a esta civilización nuestra, la que hunde sus raíces en el judeo-cristianismo, hasta las más altas cotas del "desarrollo integral del ser humano", a pesar de los muchísimos errores cometidos.
Quienes están propiciando la desaparición de esos valores no se ocupan de sustituirlos, simplemente queda el vacío más atroz, con muy malas consecuencias, una de las cuales, es la postergación y el menosprecio del ser humano mujer, a quien, por ejemplo, se dice proteger, convirtiéndola en única responsable de los embarazos no deseados, ofreciéndole, no una ayuda, sino la única salida del traumático aborto.
El nacimiento de los movimientos feministas apenas ha logrado nada y por lo que estamos viendo, nada lograrán siguiendo por el mismo camino. Su error de base, su gravísimo error de base, ha sido y es, el enfrentamiento, la confrontación, la lucha por ocupar el lugar que el hombre ha venido monopolizando durante siglos.No es ese el camino.
Dice el segundo Principio de Abraham Lincoln: "No se puede fortalecer al débil, debilitando al fuerte" o en el cuarto: "No se puede ayudar al pobre, destruyendo al rico". En una palabra, se trata de elevar la dignidad de la mujer hasta exactamente la misma cota del hombre, no aspirando a debilitarlo, sino al contrario, igualando en el máximo alcanzable ambas dignidades.
La lucha, de mujeres y hombres juntos, no por separado, ni en contra unos de otros, es lograr que en la sociedad, en las familias, las empresas, las administraciones públicas, las universidades, las fuerzas armadas y en fin, en todos los estamentos sociales, se arbitren los mecanismos legales y administrativos que hagan posible la recuperación de la dignidad perdida (en muchos casos), o deteriorada en quienes así lo sientan.
La naturaleza nos ha hecho distintos y ha depositado en la mujer la fundamental misión de la procreación, y no debe, bajo ningún concepto, renunciar a ella, si así lo decide libremente, incluso optando por encontrar su realización plena a través del duro y gratificante trabajo de llevar adelante una familia.
Pero, si no es así, si decide desarrollar una profesión, tienen derecho a exigir la compatibilización de la maternidad con su desarrollo profesional, la reincorporación al puesto de trabajo reservado, las sustituciones que no dañen la eficacia de la empresa o el organismo afectado, las compensaciones económicas dignas en cantidad y duración, la promoción interna respetada e incluso compensatoria…
Hay mucho por hacer, juntos hombres y mujeres en la misma dirección, por erradicar esas situaciones que denuncia Emma Thompson y otras que tienen siempre como víctima a la mujer.
respecto al tema laboral yo ti disí mi verdá. contratar mujeres para puestos importantes es complicao por dos razones.
ResponderEliminar1) las mujeres se quedan embarazadas y eso cuesta dinero y
2) las mujeres suelen tener un recorrido profesional mas corto y eso cuesta muchisimo dinero.
a uno le podra gustar mas o menos esos dos hechos pero eso es asin.