Este cuadro de Zurbarán, "Defensa de Cádiz", ilustra perfectamente el objetivo y prioridad de nuestra asociación.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Mi visión del mundo, de Albert Einstein

El rincón de los libros recomendados

Por Ignacio Moreno Aparicio

“MI VISION DEL MUNDO” de Albert Einstein.
Fabula Tusquets Editores. 2009. 233 Págs.

Famoso por su Teoría de la relatividad, que vino a trastornar todas las concepciones previas sobre la gravitación, el cosmos, le geometría y, en general, toda la ciencia moderna, Albert Einstein fue, además de genio científico, un gran humanista; partidario de la convivencia pacífica entre los pueblos, observador atento y lúcido de la vida social y política de su tiempo y gran defensor de la libertad individual y del progreso, pero de un progreso que no fuera utilizado por los estados en contra de los individuos.

La primera parte de “Mi visión del mundo” recoge, casi a modo de diario, todos los escritos de Einstein en los que no sólo reflexiona sobre su propia vida, sino también sobre la sociedad, la religión, la política y la economía. En la segunda parte, el lector encontrará los textos en que Einstein expone en términos muy sencillos y al alcance de todo el mundo, como nadie mejor que él mismo podría exponer, como nació y que es la teoría de la relatividad.
Comienza el maestro diciendo, “Curiosa es nuestra situación de hijos de la Tierra. Estamos por una breve visita y no sabemos con qué fin, aunque a veces creemos presentirlo. Ante la vida cotidiana no es necesario reflexionar demasiado; estamos para los demás. Ante todo para aquellos de cuya sonrisa y bienestar depende nuestra felicidad; pero también para tantos desconocidos a cuyo destino nos vincula una simpatía.”
Pienso mil veces al día que mi vida externa e interna se basa en el trabajo de otros hombres, vivos o muertos. Siento que debo esforzarme por dar en la misma medida en que he recibido y sigo recibiendo. Me siento inclinado a la sobriedad, oprimido muchas veces por la impresión de necesitar del trabajo de los otros. Pues no me parece que las diferencias de clase puedan justificarse; en última instancia reposan en la fuerza. Y creo que una vida exterior modesta y sin pretensiones es buena para todos en cuerpo y alma”.

“No creo en absoluto en la libertad del hombre en un sentido filosófico. Actuamos bajo presiones externas y por necesidades internas. La frase de Schopenhauer; “Un hombre puede hacer lo que quiere, pero no puede querer lo que quiere”, me bastó desde la juventud. Me ha servido de consuelo, tanto al ver como al sufrir las durezas de la vida, y ha sido para mi una fuente inagotable de tolerancia. Ha aliviado ese sentido de responsabilidad que tantas veces puede volverse una traba, y me ayudó a no tomarme demasiado en serio, ni a mi mismo ni a los demás. Así pues, veo la vida con humor”.

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