Este cuadro de Zurbarán, "Defensa de Cádiz", ilustra perfectamente el objetivo y prioridad de nuestra asociación.

viernes, 15 de octubre de 2010

El Cádiz romántico, de Alberto González Troyano

Por Ignacio Moreno Aparicio

“El Cádiz romántico”.

Autor: Alberto González Troyano

Editorial: Ciudades Andaluzas en la Historia. Fundación José Manuel Lara. Andalucía Abierta. 155 Págs. Año 2004

Más allá de la simple colección de anécdotas y estampas variopintas, “El Cádiz romántico” pretende ser, ante todo, una interpretación de los orígenes del romanticismo español. Ensayo hondo y cuidadosamente escrito, en sus páginas se despliegan con destreza los argumentos que colocan a la capital gaditana en el epicentro de unos cambios profundos y decisivos que, a la larga, acabarán disolviendo el Antiguo Régimen en España.

Consciente de que a toda transformación política o artística de envergadura precede otra, aún más importante, de las mentalidades, el Catedrático de Literatura Alberto González Troyano hace especial hincapié en el análisis de los modos y costumbres de la nueva clase emergente; la burguesía. Ahora bien, si Cádiz fue el origen del liberalismo social, político y económico español, también lo fue su respuesta; el movimiento estético-ideológico que será conocido con el nombre de “majismo”. Este tenso diálogo entre cosmopolitismo y casticismo desarrollado en la convulsa frontera entre los siglos XVIII y XIX, tuvo como escenario una bullente ciudad que vivía del comercio de ultramar y daba solar a la primera constitución española; una ciudad repleta de cafés, librerías, tabernas y teatros a la que Blanco White calificó de “nueva Babilonia”, y que, desde entonces, quedará fijada en la mitología nacional como la cuna de las libertades.

Como bien dice el Prof. González Troyano, “Cádiz en el último tercio del siglo XVIII y en el primer tercio del XIX, fue un espacio geográfico en el que convivieron mundos muy diversos. La ciudad, al ser un marco social posesivo, tiende siempre a aglutinar cuanto sucede entre sus murallas; y, por tanto, presta un cierto sentido unitario a una serie de acontecimientos que tenían muy dispar raíz y muy distinta proyección histórica. Y así, la Carrera de Indias, el establecimiento de la casa de Contratación, la vida mercantíl y las controversias sobre el librecambio, las nuevas costumbres culturales de la burguesía de negocios, el porte y el gusto castizo proclamado por las capas populares, la vitalidad de la prensa, los nuevos espacios de sociabilidad, los gabinetes de lectura, el liberalismo político, el sitio de las fuerzas napoleónicas, las vivencias de las Cortes constitucionales y las polémicas y difusión del movimiento romántico, han pasado a convertirse en eslabones engastados de un mismo proceso continuo y orgánico, en el que unos acontecimientos pasaban a ser consecuencia o precedentes de los otros, según la cronología o la dependencia que quería conjugarse”

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