Por Leopoldo Abadía
Publicado en Cotizalia (20/05/2011)
Cuando pasa algo, al principio no me entero. Luego, con la repetición de noticias, me voy fijando y profundizo un poco, sin exagerar.
Ahora estamos de elecciones. El sábado nos dedicaremos a reflexionar y el domingo votaremos.
Yo ya he empezado a reflexionar a ver a quién elijo entre esta maraña de señores y señoras que van diciendo cosas que no me interesan en absoluto. Leo lo que dicen, oigo lo que gritan, veo cómo se aplauden (a sí mismos), con qué cariño se abrazan y se besuquean y pienso, con frecuencia: “¡Lo que hay que hacer para poder llevar el cocido a casa!”
Dicen que estas elecciones son importantes. ¡Qué van a decir, claro! Dicen que son importantes en sí mismas (Ayuntamientos y Comunidades Autónomas) y fuera de sí mismas, porque las elecciones generales vendrán enseguida, con lo que conseguiremos, una vez más, que todos estos señores y todas estas señoras tengan el jugueteo garantizado, y cobrado, durante un tiempo, más o menos largo, en función de que las generales se anticipen o no.
Cuando estoy en pleno período de reflexión, me encuentro con las acampadas. Y como soy bastante inocentón, lo primero que pienso es que ya estamos como en Túnez o como en Egipto.
No quiero pensar que ya estamos como en Libia, o como en Bahrein, o como en Siria, porque allí andan a bofetada limpia y eso no me gusta.
Estos chicos de las acampadas eligen plazas. En Túnez fue una plaza y en El Cairo, otra. Parece que las acampadas se hacen mejor en las plazas. Yo, en Barcelona, también prefiero que vayan a la plaza Cataluña, porque si lo hacen en mi calle, que no es muy ancha, se organizaría un lío de tráfico y no podría llegar el taxi que, con tanta frecuencia, me lleva a la estación de Sants, a coger el AVE.
Es posible que alguno tenga curiosidad por saber a dónde me lleva la reflexión que estoy haciendo, y en qué punto del proceso reflexivo estoy. Digo que es posible, porque supongo que a la mayoría le importan tres pitos mis reflexiones y mis procesos.
Pienso que la revolución civil que mi amigo de San Quirico en tantos artículos, conferencias, entrevistas, etc. había reclamado y que en mis libros había anunciado, parece que hace acto de presencia con las manifestaciones de estos días. Lo llaman el movimiento “15M”, lo lían más con “Democracia Real Ya” y le intentan dar glamour internacional con el “Spanish Revolution”. Como dice Quim Monzó en La Vanguardia, eso da que pensar, porque parece que sea iniciativa de unos cuantos buenrollistas de esos que le llaman “noodles” a los fideos porque es más moderno.
Doy un aviso, para que no quede duda: a mí, todo lo que sirva para que en este país nadie se apoltrone ni se quede en casa acurrucado quejándose de la crisis, me parece fenomenal. Toda agitación pacífica y civilizada que aporte la decencia y la dignidad a las personas me parece fundamental.
Y así, viendo desde le barrera los acontecimientos se me van ocurriendo cosas, alguna de ellas malpensantes y otras bienpensantes. No porque no considere que hay una protesta real, sino porque el jaleo ideológico que se va acumulando entre los acampados promete, y mucho.
Por lo que parece, unos dicen que la izquierda progresista, ante la tan anunciada debacle que se le viene encima, ha decidido movilizar a las bases más descontentas con el fin de desviar la atención, centrar el mensaje en la maldad del “sistema” y aconsejar la dispersión del voto. Por otro lado, la derecha más a la derecha considera que es una maniobra comunista – ya hasta el lenguaje parece de otro siglo -, y alarman de golpes de estado y otras historias.
Pero a mí, como a todos, hay cosas que me gustan y otras que me disgustan. Y me pregunto: si somos capaces de identificar lo malo de uno y nos quedamos con lo bueno del otro, tal vez, quizá, no sé, suena la flauta y DE VERDAD conseguimos cambiar las cosas.
Me gusta:
- Ser consciente de la posibilidad de ver hecha realidad la revolución civil pacífica que os comentaba.
- Que llevan carteles tales como:
o “Por una democracia real”. (Totalmente de acuerdo.)
o “No les votes”. (Prácticamente de acuerdo.)
o “¡Decidnos la verdad!” (Más que totalmente de acuerdo.)
- Ver que la consignas sobran y, a partir del día a día, se pueden construir los mensajes a lanzar. Pero el primer paso, el de llamar la atención, ya está hecho. Me parece correcto que no profieran gritos contra ningún partido político en particular.
- Que el objetivo sea dar un toque de atención serio a los políticos y también a los bancos. De esto último no tenemos mucha noticia aunque tiene que salir de alguna manera.
- Comprobar que participan personas de todas las edades, naturaleza, clase y creencia. Veo que la sociedad no está dormida – o no tanto como pensábamos que podía estar – y veo que el desafío es tremendo.
- Ver, en definitiva, que aquel proceso en el que se había instalado la crisis formado por sinvergüenzas - estúpidos - ingenuos, se puede convertir de forma real en un viaje a la inversa, fulminando nuestra ingenuidad por sensatez contra los estúpidos y los sinvergüenzas.
- Que el sistema se renueve pero no a cualquier precio.
No me gusta:
- Que se oigan cosas que van contra el sentido común. En la Plaza Cataluña, de Barcelona, hay una cacerolada, cosa que yo nunca he hecho y seguramente nunca haré por mi edad, pero que es de las cosas que me apetece más, porque eso de salir por la calle con una cacerola y un cucharón haciendo ruido debe ser una gozada. Los de la cacerolada dicen:
o “¿Por qué un piso tan pequeño y una hipoteca tan grande?”. Aquí ya no estoy tan de acuerdo. Porque el piso lo viste TÚ, la hipoteca la firmaste TÚ, y por tanto, el que tiene que contestar a esa pregunta eres TÚ.
- Que todo ocurra precisamente en época electoral. ¿Por qué no haberlo hecho hace dos meses? ¿Por qué no hacerlo más tarde? ¿Por qué esta urgencia?
- Que el Tribunal Constitucional, al que antes le tenía respeto y ahora le tengo menos, avala las manifestaciones en jornadas de reflexión. Así me da por pensar que esto ya no es la revolución civil. Que esto es otra cosa.
- Que los intelectuales y los periodistas que antes han posicionado su ideología se sumen como abanderados de la causa. No me gustan las visitas de algunos a Sol.
- Que no acampen ante los Ministerios de Economía, Trabajo, la Moncloa, etc. o ¿a nadie se le ha ocurrido?
- Que nadie haya promovido estas mismas protestas pacíficas contra bancos y cajas en las sedes de éstos.
- Que la izquierda mas de izquierda y progresista se alinee tan rápido y haga suya la protesta y la derecha más derechona la demonice inmediatamente.
- Que juguemos a confundir. El ex Presidente Zapatero, como ya no tiene nada que hacer, va a Cáceres y habla. Iba a decir “desbarra”, pero eso no sería una noticia, sino una constatación. Por algo le han echado.
o Pues echado y todo, se pone en mangas de camisa y dice que “esa mayoría crítica tiene que votar al PSOE” y que “el voto es la expresión para ser crítico y exigente”.
o En esa misma reunión, sale Juan Carlos Rodríguez Ibarra, y aclara las cosas: “Hay jóvenes por todas las plazas que está indignados, no con nosotros, sino porque la situación se ha vuelto bien complicada como consecuencia de la crisis económica”.
o Y, en pleno delirio, el señor Rodríguez (Ibarra), telonero del señor Rodríguez (Zapatero) suelta: “La pregunta es: ¿es razonable lo que piden?”
o Y ¿a que no sabéis lo que grita la concurrencia?
o Pues la concurrencia grita: ¡SÍ!
o Y el señor Rodríguez (I) resume: “Es el sistema el que está en contra de ellos, no al revés”·.
o Al llegar aquí, veo que el presidente Rubalcaba sigue callado. Como dicen que estos señores dominan el tempo, o sea, que hablan cuando creen que es conveniente (para ellos) hablar, supongo que está esperando.
Y cuando he llegado hasta aquí, uno de esos amigos que tengo en Twitter o en Facebook o por la calle, me pasa una nota que dice: “El 14 de Mayo, Zapatero dijo: ´A partir de mañana se pondrán nerviosos´. Y el 15 de Mayo empezaron las manifestaciones espontáneas por las plazas de España”.
Y uno piensa, torcidamente sin duda, que puede haber alguien al que le interese:
1. Echar a la gente a la calle, lo cual no me parece mal.
2. Echar a la gente contra los partidos, lo cual me parece muy bueno, porque, Dios mío, estos partidos que tenemos son para sacar entrada de primera fila.
3. Echar a la gente contra los Bancos, lo cual me parece muy bueno, y no digo NECESARIO porque algún banquero amigo mío se podría enfadar conmigo y para mí lo más importante es la amistad.
4. Echar a la gente contra las patronales y contra los sindicatos lo cual me parecería muy conveniente para que de una vez, piensen que igual podrían acelerar, un poco nada más, el ritmo de eso que llaman negociaciones y que, visto desde fuera, hace que parezca que están tomando copas y nada más.
He contado muchas veces que mi madre me enseñó a pensar siempre bien de la gente:
1. Cuando leo lo de Strauss-Kahn pienso que pobre hombre, que, si es verdad lo que nos dicen, bastante tiene con ser así.
2. Cuando leo lo de los dos Rodríguez (el Z y el I), pienso que pobres hombres, que bastante tienen con ser así. (Aquí, estoy seguro de que es verdad lo que nos dicen de ellos.)
3. Y así.
Como consecuencia, pienso que estas manifestaciones son organizadas por twitteros, facebookeros y linkedIneros. Pero no sé por qué, me huele mal.
Y pienso: ¿No será una Rubalcabada?
No creo, porque D. Alfredo es una buena persona. Pero, a veces, las buenas personas, cuando quieren conseguir sus objetivos, hacen cosas raras.
Y ¿qué puede pasar?
No lo sé. Lo que seguro que no quiero que pase es que, tras el 22 de mayo, día de votación, el movimiento desaparezca hasta que lleguen las elecciones de 2012. Porque me sonará a ensayo general, a manipulación, a interés desesperado de unos cuantos por medio de la voz de todos.
Y tampoco quiero que ni el PP ni el PSOE ni IU ni ningún partido – y exijo que ninguno – así como los grupos mediáticos y periodísticos de todas las ideas – y digo de todas – se atribuyan méritos, ni desprecien las opiniones a favor o en contra.
En las anteriores elecciones dije, en este mismo medio y oficialmente, que votaría en blanco, y así lo hice. En estas, creo que los sensatos están promoviendo el votar en conciencia y, eso, es casi mejor. Sólo pido que el sábado 21, en plena jornada de reflexión, no salga el Ministro de Interior ejerciendo de Ministro de Interior para explicar nada relacionado con las acampadas. Y no salga el opositor de turno, y el otro y el otro para aclarar, exigir, etc. Nada.
Porque, si eso ocurre, sonará a mitin de última hora, y, entonces, el esfuerzo noble de tantos, de nuevo, no servirá para nada. Y, además, como dice un amigo mío, un poco ordinariote: “Esa película ya la he visto: Bambi crece y le salen cuernos”.
Dicen que, a estas acciones, “les falta un líder y un muerto”. Espero que el segundo no llegue nunca y, que el primero, cumpla con las condiciones más exigentes posibles.
En su esencia, la revolución civil y la hora de los sensatos parece que podrían estar llegando. Por favor, no lo estropeemos entre todos.
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