Este cuadro de Zurbarán, "Defensa de Cádiz", ilustra perfectamente el objetivo y prioridad de nuestra asociación.

miércoles, 20 de abril de 2011

La pésima precampaña del partido popular

Por Jose Antonio Zarzalejos

Publicado en El Confidencial (20/04/2011)

Como se ha escrito con acierto, las encuestas publicadas antes del anuncio de la retirada de Rodríguez Zapatero no valen. Hay que rehacerlas, porque el escenario político ha cambiado, por más que las inquietudes económicas, lejos de remitir, arrecien. El presidente del Gobierno está abonado al error: erró en su viaje a China y ha vuelto a hacerlo cuando dio por finiquitada la crisis de la deuda española. Y seguramente se ha equivocado también cuando sostiene que ya no son necesarios más ajustes. Pero como Zapatero está descontado, los adversarios del PSOE, y singularmente el PP, han de ser versátiles. No lo han sido por partida doble: siguen atacando al presidente que no se presentará a las elecciones y no dejan de hostigar -a veces con una falta de sutileza e inteligencia incomprensible- a un Rubalcaba que absorbe esos impactos para fortalecerse ante el electorado socialista, al que motiva con una extraordinaria facilidad.

Los populares se han confundido de medio a medio con las listas en la Comunidad Valenciana porque han destrozado su propio discurso ético. Atacar la corrupción en Andalucía, incluido el nepotismo de Chaves, y situar hasta tres imputados en las listas levantinas es de una inconsecuencia supina que sugiere a los electores que “todos son iguales” y que, por lo tanto, la alternativa no recaba entusiasmo alguno. Tampoco es perspicaz duplicar o triplicar los discursos contra el Gobierno a propósito de ETA. En el PP coexisten tres: el de Jaime Mayor Oreja que atribuye al Ejecutivo una negociación encubierta con la banda terrorista; el de Federico Trillo que no cree a Mayor Oreja y pacta con Rubalcaba el procedimiento de impugnación de las listas de Bildu y el del propio Mariano Rajoy, que parece no estar ni con el uno ni con el otro. Mientras tanto, la Guardia Civil y la Policía Nacional se aplican a detener comandos y descubrir arsenales, hechos que impactan en la opinión pública de manera inequívoca desacreditando la sospecha o la reticencia popular hacia la política antiterrorista del Gobierno. Y por si fuera poco, el ex presidente Aznar quiebra el consenso -casi el único- alcanzado por su partido con el Gobierno y el PSOE en el Parlamento sobre la intervención en Libia, al tiempo que lanza dudas serias sobre la capacidad de nuestro sistema financiero para hacer frente a los pagos inmediatos, creando una inquietud adicional.


A estos errores y descoordinaciones -que delatan faltan de estrategia- se añade que el PP no dispone de apoyos mediáticos sólidos. Las televisiones privadas deben al Gobierno socialista un extraordinario ejercicio 2010 gracias a la supresión de la publicidad en TVE y están agradeciéndoselo mediante un tratamiento benevolente. En el espectro de la derecha, hay periódicos que quieren ajustar cuentas con Rajoy desde 2008 y eso se nota, y otros no terminan de acertar en planteamientos de proximidad que le sean útiles al PP. Determinadas TDTs le hacen un flaco favor a los conservadores con tertulias que cada noche le tratan de dictar a gritos la senda por la que debe discurrir su actuación y su discurso. Sumemos a esta carencia, el vacío de interlocución con sectores sociales y económicos esenciales: el mundo de la cultura y el empresarial, ambos acunados por el PSOE y el Gobierno con auténtico mimo.

El PP requiere de una recomposición que se adapte al nuevo escenario que ha provocado la estrategia socialista. El PSOE está muy lejos de arrojar la toalla en las próximas elecciones y en las generales; su disposición anímica es ahora mejor que hace un par de meses porque creen que un tándem Rubalcaba-Chacón -o, eventualmente, el liderazgo del vicepresidente- puede ser un potente recurso de dinamización de la izquierda. Es lógico que el PP fie muchas de sus posibilidades al mal devenir de la crisis y a la falta de confianza que suscita Zapatero. Pero no es suficiente con esa apuesta; tiene que ser más ambicioso y más coherente. La clave está en que los populares no han interiorizado que el órdago que el país estaría dispuesto a ver no sería otro que el de un reformismo radical que sanease un sistema político que, como el nuestro, amenaza ruina. Sólo una fuerte convulsión en forma de auténtica y creíble regeneración haría que la oposición al PSOE lograse un cierto entusiasmo popular. La opción por el continuismo y la ausencia de vigor en el discurso y en los hechos, componen un cuadro desalentador en la precampaña, muy mala, de los populares. Que deben sentarse y reflexionar. El tiempo apremia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario