Por Alberto Artero
Publicado en Cotizalia (12/04/2011)
Sorprende el revuelo causado ayer por el artículo de Wolfang Münchau en Financial Times en el que, en contra del sentir ahora mayoritario, anticipa una intervención de la economía española más antes que después. Siendo su opinión más fundada que la de cualquier otro analista, no en vano Europa es su especialidad, el hecho de que su análisis se centre en los riesgos derivados para la banca de su exposición inmobiliaria hace que pierda frescura.
1.- No aporta nada que no se sepa ya y, sin embargo, omite particularidades como el peso de la economía sumergida, la transferencia de renta entre las familias, nuestro particular sistema de garantías, el control de la oferta de pisos por parte de la banca española, el provisionamiento ya realizado por la misma o la exposición internacional de sus dos principales actores, entre otros.
2.- Apunta a un incremento de la morosidad hipotecaria por el aumento del Euribor, a una caída pico suelo de los precios de los inmuebles del 50% o al exceso de inventario residencial para concluir que una situación a la irlandesa es inevitable, siendo las necesidades financieras derivadas de la ayuda a bancos y cajas las que actuarán como catalizador para la solicitud de auxilio de nuestros gobernantes.
Servidor no comparte su tesis que olvida que no somos dueños de nuestras políticas desde mayo de 2010. De toda la pieza me quedo, por su clarividencia, con el final del último párrafo que refleja bien a las claras la dinámica de arreones que ha caracterizado la acción de nuestro ejecutivo hasta ahora: "el elevado número de declaraciones oficiales que afirman que España es segura, es prueba de la complacencia que ha caracterizado la crisis europea desde su inicio". Pequeños logros se venden como grandes conquistas y son seguidos de periodos de inacción hasta que los mercados vuelven a encender las alarmas.
Necesidad de establecer una hoja de ruta
De ahí que sea importante, para evitar caer en dicha tentación de mirarse el ombligo, fijar una hoja de ruta que sirva como referencia estratégica para salir de la coyuntura actual. Es lo que hicieron el pasado uno de diciembre McKinsey y Fedea al presentar un documento llamado Una Agenda de Crecimiento para España (que se puede descargar aquí). Un estudio imprescindible que, la crisis de los controladores que estalló dos días más tarde y el guirigay que produjo el Transforma España de la Fundación Everis, sumió en un profundo ostracismo del que merece la pena ser rescatado ahora.
114 páginas que buscan identificar motores de crecimiento sostenido para España con el objetivo de crear entre uno y tres millones de puestos de trabajo gracias al establecimiento de "un círculo virtuoso de productividad, competitividad y, por ende, de una mayor capacidad para captar demanda externa y generar una demanda interna sostenible y no basada en el endeudamiento creciente" (del Resumen Ejecutivo). Este es el post de presentación que le dedicó Luis Garicano en Nada es Gratis.
Aunque no se indique expresamente, da la sensación que el informe se basa en la necesidad, al calor del auge productivo de los países emergentes, de que España se sitúe en los extremos de la denominada Smiling Curve de la cadena de valor añadido: generación de ideas y prestación de servicios, lo que implícitamente pasa por renunciar, si no totalmente sí parcialmente, a nuestra decadente tradición industrial (en términos de contribución al PIB).
Identificación de dos motores de crecimientoAsí, dos son los motores de crecimiento que los autores identifican:
1.- Bienes exportables y turismo que deberían actuar como esos "motores de arranque" que permitan estabilizar esa deficitaria balanza comercial a la que también alude Münchau. Identificar nuevas fuentes de demanda, promover diferenciación e innovación, mejorar la competitividad en costes y propiciar la consolidación/colaboración entre empresas serían los cuatro ejes principales alrededor de los cuales giraría esta iniciativa. En términos de factores productivos supondría aprovechar recursos naturales, mano de obra existente y capacidad instalada e impulsar innovación o capital tecnológico y el compromiso de la Administración.
2.- Servicios Empresariales, esto es: tecnologías de la información, servicios jurídicos, desarrollos vinculados a Internet. Pese a las buenas condiciones de trabajo en España y el teórico aumento del nivel educativo de nuestros profesionales, la creación de empleo en estos segmentos ha sido un tercio del europeo en los últimos años. En este caso concreto se trataría de aprovechar las posibilidades que abre a España el traslado de buena parte de la actividad económica real al mundo virtual, así como los procesos de deslocalización de servicios que este cambio de paradigma permite.
¿En qué se concreta esto? Los autores identifican hasta siete grandes temas "alrededor de los cuales estructurar un cambio radical de políticas para potenciar el crecimiento sostenible", alguno de los cuales ha empezado ya a concretarse; a saber: apoyo a las exportaciones, consolidación empresarial, reforma del mercado de trabajo con especial énfasis en la negociación colectiva, fomento de la formación profesional y la especialización laboral, simplificación administrativa, ayudas a la innovación e incentivos a la reasignación de recursos productivos. Un compendio de medidas, en palabras de Garicano, "sectoriales y transversales" que, de acuerdo con experiencias similares de otros países, requiere de cooperación público-privada, planificación temporal y supervisión objetiva.
¿Problema principal? Que, como dicen los autores, su implantación requiere de la valentía de la Administración para crear un entorno favorable que permita al sector privado "asumir el riesgo y la iniciativa necesarias para llevar este programa a cabo". Hasta ahora no ha sido así. ¿Cambiará ahora? Está por ver; ése es el mayor riesgo a sus propuestas. Pero, si perdemos la esperanza, ¿qué nos queda? "Visión, liderazgo, rigor. España está en una situación crítica pero el crecimiento es posible. Hay cosas que pueden y deben cambiar de forma inmediata para construir los cimientos necesarios para dicho crecimiento". Así acaba el Resumen Ejecutivo, la parte más árida de un texto muy bien documentado. Münchau tiene todas las papeletas de perder frente a 47 millones de españoles. Será cuestión de, al menos, comenzar con decisión el combate, ¿no creen? Por falta de ideas que no sea.
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