Por Carlos Morillo
Publicado en La Voz de Cádiz (18/04/2011)
Dice la calle que todos son iguales y que la corrupción es innata a la política o, mejor, a los políticos; que los unos son iguales a los otros y que si estuvieran los otros harían lo mismo que los unos. Si todos son iguales me niego a ser gobernado por ellos o a darles mi dinero, a modo de impuestos, para que lo administren y gestionen. Si todos son iguales es que nosotros, como ellos, haríamos lo mismo que hacen si tuviéramos la ocasión y me niego a creer que todos somos como ellos aunque ellos, antes, fueran como nosotros. Que la opinión mayoritaria sea que los otros cuando lleguen al gobierno andaluz, si llegan, harían lo mismo es que ya no creemos en el buen gobierno. Si hemos desistido de la política y del buen gobierno cada uno de nosotros se tomará la justicia por su mano y cumplirá o no la leyes según su propia ética personal, familiar o del entorno. La anomia nos abrazaría.
Llevamos unas semanas siendo noticia en los medios de comunicación nacionales: se empezó con los polémicos Eres, siguió la dimisión de Pizarro, continuó con el espinoso asunto del hijo del expresidente Chaves y ahora, para colmo, el juicio en la Audiencia Provincial de la ‘Operación Karlos’. El Norte mira al Sur. y se ríe despreciándonos. Aunque aquí no haya casos Gürtel, ni Palma Arena, ni Palau de la Música barcelonés, también tenemos lo nuestro.
Ellos nos intentan alejar de las urnas justificando su mal gobierno. Unos apelan a la legalidad en la actividad como comisionista del hijo del expresidente andaluz, maquillando lo deleznable del tema y otros permiten la presencia de imputados en sus listas. A pesar de todo a las urnas debemos acudir aunque la mejor opción sea el voto en blanco.
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