Este cuadro de Zurbarán, "Defensa de Cádiz", ilustra perfectamente el objetivo y prioridad de nuestra asociación.

viernes, 31 de diciembre de 2010

Teoría y praxis del gadita, de Juan José Tellez

EL RINCON DE LOS LIBROS RECOMENDADOS. 31.12.10

Por Ignacio Moreno Aparicio

“TEORIA Y PRAXIS DEL GADITA”, de Juan José Tellez.
Editorial Almuzara. 2008. 287 Páginas.

Juan José Tellez nació en Algeciras en 1958, pero a partir de los 12 años vivió intermitentemente en la capital gaditana. Y dado que su abuela materna era de Jerez de la frontera, pasa por ser uno de los pocos ciudadanos que pueden alardear de pertenecer a las tres de las al menos cinco bandas del billar de Cádiz. Es Licenciado en Historia ( ante la imposibilidad de estudiar Periodismo en Cádiz, que es lo que le atraía desde niño, reza en su web. www.juanjosetellez.com).

Ha ejercido el periodismo en esta provincia, como corresponsal, reportero, columnista, director de Europa Sur y subdirector de Diario de Cádiz. A lo largo de su amplia labor periodística ha recalado en Diario 16, en la agencia Efe, en la cadena Ser y también como guionista para El Loco de la Colina. Miembro del Instituto de Estudios Campogibraltareños y del Ateneo de Cádiz, ha publicado numerosos libros de poemas, relatos y ensayos sobre la transición, la inmigración y, especialmente, biografías relacionadas con la música: Historia del desarrollo (1978), Crónicas urbanas ( premio Bahía 1979 ), Medina y otras memorias (1981), Daiquiri (1986), Amor negro (1989), Moros en la costa (2001), Territorio estrecho (1991), Carlos Cano, una historia musical andaluza (1998), Paco de Lucia, retrato de familia con guitarra (1994),, Chano Lobato, memorias de Cádiz (2003), en colaboración con Juan Manuel Marqués; Paco de Lucia en vivo (2003), Trasatlántico (2000), Las causas perdidas (2005),, El loro pálido (1999), Main street (2002), Carlos Cano, una vida de coplas (2004), en colaboración con Antonio Ramos Espejo; Gibraltar en el tiempo de los espias (2005). Sus seis primeros libros de poemas fueron recopilados bajo el título de Ciudadelas y sextantes, en 2006. En la actualidad, participa en tertulias de radio y televisión, dirige el programa “Bienvenidos” en Canal Sur radio ( galardonado con un Premio Ondas ) y Andalucía sin fronteras, en Canal Sur televisión. Al mismo tiempo, publica artículos en La Voz de Cádiz y El Correo de Andalucía entre otros medios.

Más allá de precisiones lingüísticas, mientras que “gaditano” es el natural de Cádiz, gadita pasa a denotar “el que ejerce como gaditano”. Antiguamente se distinguía entre “tirillas” y “beduinos”, que era como se denominaba a los habitantes del nuevo Cádiz que se extendió sobre el istmo, desde las Puertas de Tierra hasta Cortadura. Hoy, ser gadita no es una profesión sino un oficio amateur, esto es, de amante. Tampoco se trata de un simple estereotipo, aunque también lo sea. Es una actitud ante la vida, que puede hacer compatible las contradicciones y las paradojas. Da por hecho que los tanguillos y mucho más que los tanguillos se está perdiendo y es una pena. Y, a pesar de que no le importa demasiado que los granadinos se apropien de Manuel de falla, entiende que una conjura de derrotistas viene conduciendo a Cádiz al desastre desde que nos mangaron la Casa de Contratación de Indias. Canta tirititrán por alegrías con el hambre que vamos a pasar y llora por Camarón. Amigo de los disfraces, el gadita compagina el Carnaval y la Semana santa sin que le rechinen las entendederas. Quizá porque su mayor devoción religiosa sea el Cádiz C.F., sin darse cuenta que a Moliere no le sentó bien el color amarillo de la camiseta.
Y aunque Cádiz pasa por ser abierta y cosmopolita, atrás quedaron los tiempos de la Carrera de Indias y de Jorge Juan. Esto es, el gadita puede creer que más allá de Puerta Tierra no existe vida inteligente, pero intuye al mismo tiempo que le seria más fácil tomar un café en La Habana que en Madrid. Suelo viajar poco si no es por ciertas tristes obligaciones y su ilusión es la de que vive en el mejor sitio del mundo. Y puede que tenga razón, aunque seria bueno salir de vez en cuando fuera de las murallas para comprobarlo. Y es que el gadita vive intramuros, como en una especie de convento urbano pero… ¡ que convento ¡, con salida al mar y a las estrellas.

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