Por Jose Antonio Zarzalejos
Publicado en El Confidencial (10/03/2011)
José Blanco se ha colocado en el traje de Ministro de Fomento los galones de vicesecretario general del PSOE y ha pegado un puñetazo sobre la mesa. Según fuentes socialistas de toda solvencia consultadas por El Confidencial, el dirigente gallego ha diseñado un plan para evitar “la hecatombe en que puede convertirse para el PSOE el 22-M”. El plan de Blanco se resumiría en cuatro puntos:
1) Las elecciones autonómicas y municipales no pueden constituir un veredicto para la política general del Gobierno de Zapatero como desea el PP porque “no tenemos bazas para contrarrestar a los de Rajoy en ese terreno dialéctico” y, en consecuencia, “vamos a bajarle el perfil y dar un tratamiento territorial a la campaña, diferenciado según comunidades y en función de las posibilidades que en cada una de ellas tenga el PSOE”. En este planteamiento, Rodríguez Zapatero no tendrá que aparecer más allá de lo imprescindible porque se suprimen los mítines generales. En algunas comunidades “el presidente no aparecerá” y, especialmente, según las fuentes consultadas, en Cataluña, Castilla-La Mancha y Extremadura.
Tomas Gómez ha mostrado expresamente su “reticencia” a la presencia electoral del presidente en Madrid y “aunque Griñán quisiera que apoyase al candidato del PSOE en Sevilla, no lo tenemos nada claro”. Zapatero se ha convertido en un lastre. En Ferraz están convencidos de que la encuesta que se filtró a El País la semana pasada sobre la pésima imagen del presidente en Castilla-La Mancha fue realizada desde el propio partido. La publicada en el mismo medio el pasado domingo día 6 en la que la valoración “de Zapatero no para de caer” (sic) ha sido el detonante para retirar al presidente de la escena electoral.
2) No obstante, Blanco y un equipo de expertos han analizado el histórico del voto popular global de las autonómicas y municipales y está “convencido de que, si valoran los resultados desde ese punto de vista”, volverá a movilizar a su electorado. Según el barómetro del CIS de enero pasado, de cada 100 votantes del PSOE, 50 volverían a votarle otra vez, 11 lo harían al PP y 10 a otros partidos; el resto no saben o no contestan. En Ferraz han comprobado que en 1999 el PP ganó las locales y autonómicas por sólo 0,2%, pero en las siguientes generales arrolló al PSOE sacándole 10,5% (mayoría absoluta); en 2003 el PSOE ganó las locales y regionales por 0,3%, pero en las generales obtuvo la victoria –en marzo de 2004- por 5,4% y en 2007 el PP volvió a ganar las municipales y autonómicas por el 0,7%, pero perdió las generales de 2008 por 3,6%.
El vicesecretario general del PSOE cree que el 22-M pasará lo mismo: que sumado todo el voto popular, la distancia entre ambos partidos será escasa y desmentirá así las encuestas (la última de El País daba al PP una ventaja de 15,9 puntos) y lograría un efecto movilizador de su electorado. “Es verdad que perderemos poder, seguramente hasta tres comunidades autónomas, Barcelona y Sevilla, pero podremos aducir que en términos de voto popular conjunto el PSOE puede dar la batalla de las generales.”
3) El presidente del Gobierno no se presentará a las elecciones generales, “probablemente”, aunque “la decisión no está tomada”, pero si la toma tras el 22-M y el escenario de Blanco se confirma en cuanto al sumatorio del voto popular, Zapatero podría renunciar a continuar en un contexto “de mayor dignidad” y, acto seguido, convocarse un proceso de primarias. El “presidente no aguanta porque le ha sobrevenido a sus planes la crisis energética lo que aplaza la recuperación y eleva la tasa de inflación, de tal forma que no tiene ningún logro que ofrecer”.
4) En el partido la agitación es máxima: los barones regionales ven en peligro sus poltronas, quieren gestionar ellos mismos sus campañas y consideran al presidente y a parte del Gobierno como “un auténtico lastre”. Ferraz ha asumido ese planteamiento –ratificado ayer por Gómez, Barreda y Fernández Vara— y va a crear “burbujas territoriales” centrando el debate en temáticas “inmediatas, tocantes y sonantes al ciudadano, con cuestiones que deben ser respondidas directamente por los candidatos”. Además, los “barones cuentan en sus comunidades, en general, con más apoyos mediáticos que el presidente y el Gobierno en los medios nacionales y así pueden modular mejor la opinión pública”.
El primer paso de este plan –que ha cogido a Pérez Rubalcaba, pieza necesaria en la reprogramación electoral, en una situación personal “difícil”— ha sido la suspensión del tradicional e histórico acto de arranque de campaña en Vistalegre. “Si no lo hubiésemos suspendido, ni los dirigentes del partido, ni los militantes ni los electores habrían reparado en el giro estratégico que pretendemos” confirman las fuentes socialistas.
Mientras tanto, en el PP se está en fase de evaluación de las consecuencias de este “volantazo socialista” (así se califica) porque en Génova el diseño era claro: Rajoy como cartel viajando por toda España; Zapatero, diana de todos los ataques y provocación de una reprobación nacional que obligase al Presidente a renunciar y convocar elecciones en el otoño de este mismo año. Aun así, piensan que “este es un intento a la desesperada, por mucho que manejen los porcentajes de voto popular, perderán tres comunidades al menos y varias capitales y, además, el voto total también nos será favorable.”
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