Por Gregorio Gómez Pina, Doctor Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos
Publicado en La Voz de Cádiz (14/03/2011)
A raíz del tremendo tsunami del Índico acaecido el 26 de diciembre de 2004, en donde el número de víctimas superó las 250.000, en la que fue posiblemente la mayor catástrofe natural conocida en nuestra época, tomé la decisión de involucrarme en la difusión de este extraño, pero letal fenómeno natural, escribiendo cuatro artículos en dos periódicos locales, coincidiendo con las efemérides del maremoto de Cádiz de 1755. Igualmente, acepté de muy buen gusto, la invitación de dar una serie de conferencias en diferentes colegios e institutos de Cádiz, en donde pude apreciar, para mi propia satisfacción, la atención y el interés mostrado por una jovencísima audiencia que seguía las clases con total atención, señal inequívoca de que les interesaba el tema. Sin embargo, debo confesar que desde mi último artículo en este periódico el 1 de noviembre de 2008, me prometí no volver a escribir sobre este asunto, salvo que entre medio ocurriera algo muy relevante. Tenía la sensación de que los 'tsunamis marinos', de los que ni siquiera conocemos cuándo pueden producirse, le preocupaban muy poco a la mayoría de los ciudadanos, sobre todo si los comparamos con los actualmente denominados 'tsunamis económicos', de los que más o menos sabemos cuándo se presentan: casi siempre a fin de mes, cuando vence la hipoteca y sobre todo, cuando alguien se va al paro. En la situación actual, me inquietaba sacar a colación un tema que acabara de alguna forma abrumando todavía más a la gente.
Sin embargo, y tras ver las escalofriantes imágenes del terremoto de Japón del pasado 11 de marzo, no he podido evitar el volver a leer mi olvidado artículo, con el fin de analizar lo que se había avanzado en el campo de la prevención de tsunamis. El impresionante terremoto de Japón que acaba de suceder y sobre todo el tsunami generado, nos puede ayudar a reflexionar sobre una serie de aspectos, que bien podrían aplicarse al litoral del golfo de Cádiz, al tratarse de una zona potencialmente vulnerable a los tsunamis, aunque la frecuencia de ocurrencia de dichos sucesos sea menor, y en cierto modo difícil de evaluar. En primer lugar, debemos destacar lo poco que puede hacerse para impedir que las ondas de un tsunami penetren en la costa, una vez que se hayan generado en alta mar. Ante esa impotencia para frenar su mortífero avance, los esfuerzos deben centrarse en los sistemas de alerta de tsunamis, en los planes de evacuación y en la educación ciudadana ante esos fenómenos tan extraordinarios. Este reciente tsunami, aunque haya causado daños económicos enormes para Japón, no puede compararse en términos de pérdidas de vidas humanas con el del Índico, en donde podrían haberse evitado miles de muertes en diferentes y distantes países costeros, de haber funcionado adecuadamente los sistemas y planes de evacuación anteriormente citados.
El centro de alerta de tsunamis del Pacífico, ubicado en Hawai, ha demostrado ser enormemente eficaz, en cuanto a la difusión de las horas de llegada de las primeras olas potencialmente capaces de causar daños en la costa. El funcionamiento de los planes de evacuación de los diversos países que pudieran haberse visto afectados y el comportamiento ciudadano ha rayado, en términos generales, casi en la perfección. Por poner un ejemplo ilustrativo, en la famosa playa de Waikiki, los turistas sufrieron una 'evacuación vertical' hacia las habitaciones de las terceras plantas, algo por otro lado entendible por todos ellos, al formar parte de los planes de evacuación de esa zona, en donde obligatoriamente se realizan simulacros con total normalidad.
Aunque España cuenta sobradamente con el conocimiento tecnológico y humano para integrarse en la Red Europea de Tsunamis, organismo dependiente de la UNESCO, previsto para 2012, debería impulsar paralelamente, en mi opinión, la creación de un Centro de Alerta de Tsunamis a nivel local, operativo a todas horas, con personal altamente capacitado, con sistemas de seguimiento, herramientas informáticas y numéricas especialmente desarrolladas, medios eficientes de comunicación y protocolos operacionales con Protección Civil, y con los organismos territoriales competentes, en cierto modo parecido al implantado en el Pacífico y del que sabemos que funciona. Es importante destacar que un sistema de alarma europea no sustituye a un sistema de alarma local. Ambos son complementarios, siendo el más relevante el local para alertar a las costas españolas de los tsunamis más peligrosos, ya que son los más cercanos, con epicentros, por ejemplo, frente a Cádiz o en la costa de Argelia. Todo este proyecto quedará incompleto si no se introduce el concepto de educación ciudadana ante este tipo de catástrofes naturales, como existe en otros países.
Todo esto requiere la asignación de partidas presupuestarias específicas para estos proyectos, que podrían realizarse en fases. Esperemos que las turbulentas aguas del 'tsunami financiero' que navega por el mundo no ahoguen las esperanzas de los citados proyectos, tan necesarios para la prevención de pérdidas de vidas humanas. Mientas tanto, continuaré transmitiendo, con mi mejor intención, lo poco que sé de este raro fenómeno natural, por si, con la ayuda de la Virgen de La Palma, pudieran llevarse a buen puerto estas ideas.
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