Por Melchor Miralles
Publicado en El Confidencial (10/03/2011)
Al despacho de Mariano Rajoy llegan, de viva voz, por teléfono y hasta por escrito, peticiones concretas de ·qué hay de lo mío·. Son legión quienes se acercan al olor del poder que se avecina. Y el líder del PP tiene abiertos dos frentes de peticiones: las listas electorales para las generales que se celebrarán casi seguro ya en marzo de 2012 y los puestos importantes que ocupará el PP cuando forme Gobierno tras la más que probable victoria electoral. Creo que quienes piden se equivocan. Rajoy es un hombre reservado, que habla lo justo y que comenta cada asunto con quien considera oportuno. Para él, saber callar es de sabios. Puede decirse que a día de hoy solo hay cuatro personas que entran en su despacho sin tocar previamente en la puerta, e incluso esas cuatro personas son conscientes de que con su jefe, ·el que se adelanta y muestra su interés está cometiendo un error·. Al líder popular le gusta la gente ambiciosa y con ganas de balón, pero detesta a quienes actúan ·con egoísmo, anteponiendo sus intereses personales a los del partido·. Vamos, que más de uno tiene ya garantizado que no será lo que a lo mejor cree que va a ser, ·porque, además, Mariano, a todos esos, no les dice que no, les deja abierta la puerta de la esperanza. Pero si alguien dice que Mariano le ha garantizado que será algo, ten por seguro que no lo será, incluso es probable que ni siquiera haya hablado con él·.
Pero no vayan a pensar que se trata solo de políticos militantes del Partido Popular. Qué va. Entre quienes buscan su sitio ya a la sombra del poder aún no consumado hay, por ejemplo, más de uno y de dos periodistas que aspiran a cubrir plazas en medios públicos nacionales y autonómicos. Y otros que incluso se ofrecen para prestar sus servicios en campaña esperando su recompensa posterior. Y empresarios, de mayor y menor postín, que ofrecen sus compañías, en sectores más o menos estratégicos, a la espera del día después recibir favores, concesiones o contratos de interés en el sector público. Y profesores de Universidad. Y médicos. Y escritores. Y científicos. Y gurús de internet y las redes sociales. Son legión.
Y quienes de verdad conforman el círculo de hierro de Rajoy, las pocas personas en quienes confía casi al cien por cien, filtran los accesos y, a la vez, le organizan una agenda desconocida del gran público de citas semanales con profesionales de diferentes sectores que no piden nada, pero a quienes está queriendo escuchar para conformar criterios, ampliar conocimientos, planificar estrategias y complementar un programa electoral ganador para unas generales que, en opinión de una de sus personas de máxima confianza, ·no están ganadas por más que lo digan las encuestas, que hay que ganar a ser posible con mayoría absoluta, y que solo podremos ganar generando ilusión y con un programa sólido y creíble para unos ciudadanos bastante quemados con la política·.
"Va a decidir él solito, como debe ser"
Los más inteligentes, y quienes más posibilidades tienen de ocupar los puestos clave de la Administración si gobierna el PP, no piden nada porque saben que ·Rajoy, como es lógico, va a tomar las decisiones él solito, como debe ser·. Respecto a las listas, confía en el comité electoral y, por ahora, deja hacer. Hay ya bocetos, borradores, listas pergeñadas. Pero queda mucho tiempo, van a suceder aún muchas cosas de aquí a las generales y, hasta que pasen las municipales y autonómicas de mayo, no empezará a anotar en rojo en su cuaderno los nombres de quienes van a estar sí o sí, y por qué circunscripción.
En lo que se refiere a un hipotético Gobierno presidido por él mismo, Rajoy tiene varias cosas decididas y, aunque nombres aún hay pocos, guarda en su cabeza los criterios generales. Busca perfiles de personas capaces de fabricar consensos, sobre todo en lo que se refiere a políticas de Estado. Busca niveles de excelencia y no piensa en conformar un gabinete con amigos, ·y si no encuentra esa gente preparada, a los mejores, en el partido, los buscará fuera·. Aunque no tiene intención de romper del todo con la vieja guardia, que algún ministerio ocupará, sí piensa en incorporar también a gente de la generación posterior a la suya, lo cual ha generado ya tensiones en el seno del PP. Pretende incorporar a su Ejecutivo a gente de lo que en la sede de Génova se denomina ·chicas y chicos Rajoy·, es decir, perfiles como los de Alberto Núñez Feijoo, Soraya Sáenz de Santamaría, Alicia Sánchez Camacho, María Dolores de Cospedal, Antonio Basagoiti, etc, lo cual no significa que los mencionados vayan a ocupar una silla en el Consejo de Ministros.
Va a conformar un Ejecutivo reducido respecto al actual, es decir, va a haber menos ministerios, en aplicación de una política estricta de ajuste y recorte del gasto público. Y prepara medidas para garantizar austeridad en la Administración, sobre todo en los altos cargos. Para el ministerio de Economía, que conllevará la vicepresidencia, tiene en la cabeza varios nombres, pero sobre todo tiene claro el perfil de lo que quiere: alguien que no tiene por qué ser miembro del partido, incluso que probablemente no lo será, con experiencia de gestión en el sector privado, no excesivamente financiero. Hay cuatro personas que periódicamente le elaboran documentos de trabajo que utiliza en sus intervenciones: entre esos cuatro estará el elegido.
Respecto a Exteriores, será alguien con experiencia internacional, no necesariamente diplomático de carrera, con agenda amplia de relaciones al más alto nivel, y probablemente sea otra de las carteras que pueda ocupar un independiente. Para Interior piensa en alguien con peso político que no necesariamente cuente con experiencia en la materia, pues considera que se trata de un departamento clave en el que ·quizá más que en ninguno se precise de principios sólidos, pasado limpio, templanza, sentido común, cabeza fría y nada de experimentos·.
En Educación piensa en cambio en alguien que sí haya tenido contacto directo con el mundo de la Universidad. En Justicia no será necesariamente un juez, pero también quiere alguien que conozca el paño del intrincado mundo de la toga y las puñetas. Al margen de la vicepresidencia económica habrá otro vicepresidente político. No es descartable que quien ocupe ese puesto clave sea Soraya Sáenz de Santamaría, pero podría haber alguna sorpresa. En cualquier caso, será alguien con peso en el partido y que mezcle juventud y trayectoria en política nacional, y son pocos quienes reúnen este requisito.
La canción del verano
Por último, trabaja también el líder del PP en lo que será su Gabinete en Moncloa en caso de ganar las elecciones. Lo dirigirá alguna de las cuatro personas que entran ahora a su despacho sin llamar, se incorporarán pocas personas y no todas serán militantes del partido. Es la cocina en la que se elaboran los papeles del presidente y se trata de puestos clave en los que un error de selección tiene consecuencias fatales. Además, piensa contar con funcionarios de Moncloa, hacia los que tiene absoluto respeto y consideración, que llevan años trabajando para varios presidentes y cuya experiencia no quiere desaprovechar.
Estas son algunas de las claves de lo que se cuece en la cocina de los populares. El movimiento no cesa. El ·qué hay de lo mío, Mariano· va a ser la canción del verano. Pero el líder popular lo tiene claro. En este caso, el que llora no mama, el que pide se queda probablemente sin puesto. Habrá sorpresas. Y decepciones. Y nosotros estaremos vigilantes para ver si, al final, Rajoy aplica estos criterios, que parecen más que correctos, o se deja llevar por la presión del aparato y hace concesiones a la mediocridad. Hay mucho en juego y el PP no va a tener mucho margen para cometer errores si llega al Gobierno. Será mucha la tarea y pocos los medios para llevarla a cabo, situaciones estas en las que el talento, la cualificación y la ejemplaridad son más necesarias que en los días de vino y rosas. Si hace lo que su entorno más próximo dice que va a hacer le saldrán las cosas bien. Si al final sucumbe, regresa al pasado y desempaqueta la naftalina está perdido. O mejor, estaremos perdidos.
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